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Cuando en 1954 César Manrique (Lanzarote, 1919-1992) realizó el mural de cerámica en la calle Santa Cruz de Marcenado no imaginó el revuelo que se iba a formar setenta años después y que ha finalizado con una orden del Ayuntamiento de Madrid para suspender unas obras privadas en un local comercial. Con restos de graffiti y afectado por el paso del tiempo, los expertos solicitan desde hace años que se proteja una de las piezas más emblemáticas del artista canario. Ahora, la administración pública, tras tres años de espera, ha aceptado proteger la obra.
A raíz de la petición del empresario Manuel Herrero Rivas, el canario creó un mural para su empresa de cerámica de azulejos y pavimentos. La obra de Manrique se extendió por la fachada -parte visible- y en el interior del edifico. En ese momento, el escultor se encontraba en la capital para comenzar con su carrera artística después de haber estudiado en la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Es en esta etapa cuando "se adentra en el arte no figurativo e investiga las cualidades de la materia hasta convertirla en la protagonista esencial de sus composiciones. Así, se vincula con el movimiento informalista", explica la Fundación que lleva su nombre. Aunque este mural sea el único que hoy queda en pie en la capital, Manrique recibió una veintena de encargos por parte de arquitectos para distintos escenarios: cines, hoteles, restaurantes y locales comerciales.
Para el encargo de la calle Santa Cruz de Macernado, César Manrique representó un botijo y una hormigonera, además de albañiles que portan sacos en la cabeza, "una especie de alegoría de los trabajos de albañilería", señalan fuentes de la Fundación César Manrique. Se trata de una pieza singular dentro de la producción del artista, "con rasgos propios de su figuración sintética y geométrica de los cincuenta, elaborado con azulejo cocido y esmaltado negro, ocre y blanco", explica la Fundación a este medio.

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Marta NevotEn 2022, la pintora Patricia Esquivias solicitó al Ayuntamiento de la capital que considerara incluir la obra de Manrique en el catálogo de elementos protegidos. Y ha sido a raíz de esa petición, sustentada además en un informe de la catedrática de la UCM, Violeta Izquierdo, que el Consistorio decidió analizar la situación del mural. Este miércoles, y con unas obras en marcha en el espacio que lo acoge, la Administración de José Luis Martínez-Almeida ordenó suspender durante un año las obras en la fachada y la parte interior del local. La iniciativa del Ayuntamiento ha sido impulsada por el área de Urbanismo después de analizar el contenido de documentos históricos y un estudio de los técnicos municipales de la Dirección General de Planeamiento. Con este paso, el Gobierno local ya puede abrir un expediente para establecer la protección más adecuada para preservar la obra.
Garantizar el cuidado de este mural es prioritario tanto para la Fundación César Manrique como para los estudiosos sobre el canario."Es el único mural de César que queda a pie de calle en Madrid y el único mural cerámico. La mayoría de los murales que realizó Manrique en la capital han desaparecido o se han trasladado", explican fuentes de la Fundación. Hasta ahora la protección era muy complicada porque el local no está incluido en el catálogo de edificios protegidos y, por tanto, el valor artístico solo se atribuye al mural.
Ahora, el Ayuntamiento debe valorar si se incluye este espacio en el catálogo y si el mural debe trasladarse a otro lugar en el que se proteja mejor. "La protección que propone el Ayuntamiento de Madrid puede ser un paso muy positivo, pero su eficacia dependerá de cómo se concrete", explica Violeta Izquierdo a El Confidencial. La catedrática señala la importancia de unas medidas concretas como "su inclusión en el Catálogo de Establecimientos Comerciales o en el de Monumentos Públicos y Elementos Singulares, y llevar a cabo labores de restauración y mantenimiento". Sin embargo, la experta niega que el traslado al archipiélago sea la mejor opción para el mural: "En mi opinión, debe permanecer en su ubicación original, ya que su conservación in situ respeta tanto el contexto para el que fue concebido como su valor patrimonial".
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Aunque este sea el último superviviente del canario en Madrid, hasta hace unos años había otras obras. Según cuenta la Fundación César Manrique, también en la década de 1950 el artista pintó otros tres murales -todos desaparecidos- para el Hotel Fénix. En 1955 terminó de pintar para el cine Princesa un mural considerado en aquellos momentos uno de los más modernos de Madrid, y que hoy tampoco es posible encontrar. En ese mismo año, la empresa Agromán le encargó un mural para el Banco Guipuzcoano, en la calle Goya.
En 1956, pintó un mural para la entrada de su edificio, en la calle Covarrubias, 19, Madrid -que sí se conserva- y además, realizó también varias piezas de pared para la fábrica Kino de Agromán, en Villaverde, Madrid, ya destruidas. En 1959 crea dos piezas para la nueva terminal del Aeropuerto de Barajas, pero también han desaparecido. Por la dificultad para preservar estas obras, la Fundación celebra la decisión del Ayuntamiento y solicitan que se incluya en el catálogo para que no desaparezca por completo la obra de Manrique de las calles de Madrid. "Su legado no solo es artístico, sino también ético y cultural: propuso una visión estética profundamente ligada a lo local, pero con vocación universal", zanja Izquierdo.