Debate en el PP por acercarse a Sánchez: del plan antiaranceles a la apología del franquismo

Debate en el PP por acercarse a Sánchez: del plan antiaranceles a la apología del franquismo

Los vaivenes en la negociación del decreto antiaranceles —y que ahora permanecen congeladas— son una muestra de la máxima que opera en el Partido Popular desde hace años: exhibir un acercamiento al PSOE de Pedro Sánchez, haya o no conversaciones de por medio, siempre es una cuestión incómoda para Alberto Núñez Feijóo. En ocasiones, el líder del PP debe elegir entre su convicción de actuar con "sentido de Estado" en algunas materias y la pretensión de ejercer una oposición sin cuartel y a todos los niveles contra el presidente del Gobierno, una vía que azuzan de forma recurrente en los sectores más duros del partido.

Ese debate interno no se limita de forma exclusiva al plan 'anti-Trump' o a asuntos de gran calado, como fue el acuerdo para la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). El dilema se extiende a votaciones más rutinarias, en las que el PP debe elegir entre el 'no' a todo a Sánchez o ponerse el traje del "sentido común". Y sucedió este mismo jueves en el Congreso, durante la votación de la ley para disolver asociaciones que hagan apología del franquismo, y que afecta de forma indirecta al futuro de la Fundación Francisco Franco.

Según ha podido saber El Confidencial, el sentido del voto a esta propuesta del Gobierno suscitó debate en el seno de la dirección del Grupo Parlamentario Popular, que dirige Miguel Tellado. Durante la rutinaria reunión que se celebra los lunes por la tarde, ya hubo diferencias entre los proclives a votar en contra y los que pedían situarse en la abstención e, incluso, en el 'sí', como hicieron durante la toma en consideración de la norma. El dilema de fondo no era tan ideológico como político. El PP no está en contra de condenar la apología al franquismo, aunque llama a ampliar ese supuesto "a todas las dictaduras" y que se castigue también los "homenajes al terrorismo".

Los que defendían el 'no' a la interna, entre ellos la portavoz adjunta, Cayetana Álvarez de Toledo, instaban a los suyos a "no hacerle el juego a Pedro Sánchez" ni a "darle la razón" en su pretensión de "resucitar a Franco". En la parte contraria, el razonamiento era otro. "Lo de la oposición a Sánchez porque sí no vale siempre. Hay que votar de forma inteligente", señalan. La dirección popular decidió tirar por el camino de en medio y situarse en la abstención, pero el dilema volvió a la bancada popular durante el debate de este jueves por el enfado que provocó la intervención del portavoz socialista, Artemi Rallo.

Marisol Hernández

El dirigente del PSOE equiparó a PP y Vox en su "connivencia nostálgica" con el franquismo, y arremetió de forma directa contra el portavoz popular, Pedro Puy —sobrino del fundador de Alianza Popular, Manuel Fraga—, al que atribuyó esa "nostalgia" por "sus propias raíces personales y familiares". Esta circunstancia soliviantó a algunos parlamentarios del PP, que finalmente se mantuvo en la abstención porque sus votos, inciden, "no eran decisivos". La norma irá ahora al Senado, donde los populares se proponen enmendarla.

Tensión por el decreto arancelario

Esta última semana, la aproximación entre el PP y el Gobierno a cuenta de la pugna arancelaria ha resucitado el debate interno y la división entre los sectores populares que están convencidos de que Sánchez "nos terminará engañando" y los que apuestan por el diálogo para proteger al tejido empresarial de la andanada arancelaria de Trump, ahora en pausa. El portavoz económico del PP, Juan Bravo —de perfil moderado y "gestor", al igual que su homólogo en el Gobierno, Carlos Cuerpo— asegura que mantuvo la "confianza" el tiempo que pudo, pero las "presiones", externas e internas, por las "medias verdades" del Gobierno terminaron contaminando el único acercamiento en años entre los dos grandes partidos.

Las negociaciones entre el Gobierno y el PP para el decreto antiaranceles se enrarecen

Al principio, el diálogo entre Juan Bravo y el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, parecía dar sus frutos. Sánchez y Feijóo habían firmado también una pequeña tregua dialéctica para responder a las amenazas de un enemigo exterior. Pero la desconfianza intrínseca con el Ejecutivo y el temor a que el Gobierno estuviera negociando en paralelo con Junts para favorecer a Cataluña en la ejecución de las ayudas terminó agrietando los puentes. "Es una realidad. Cada vez que intentamos negociar con el Gobierno, nos la clavan por detrás", advierte un dirigente de la llamada 'línea dura'.

El PP no ha dado un portazo total a la interlocución y mantendrá un pequeño hilo de comunicación. Génova quiere que el Gobierno acepte su decálogo de propuestas —en el que sitúan como primordial el debate sobre la energía nuclear—, pero admiten que las posibilidades de acuerdo son, como mínimo, dudosas. A pesar de las señales de enfriamiento que emiten en el PP, en la Moncloa ni se plantean que el principal partido de la oposición pueda votar en contra. Solo ven posible el sí o la abstención.

En el Gobierno admiten que el hecho de que el PP se oponga al decreto "sería un regalo", como en su día lo fue su negativa a respaldar la subida de las pensiones. El PP tumbó la convalidación de ese real decreto ley cuando su posición era clave, con el argumento de que incluía la cesión al PNV del palacete en París que fue sede del Ejecutivo vasco en el exilio. Semanas después decidió apoyarlo, aunque este asunto figuraba igualmente en el paquete.

Marisol Hernández

Ahora fuentes gubernamentales no dan crédito a que Feijóo pueda repetir un error parecido y no avalar el primer plan de ayudas a la empresas por la guerra arancelaria. En cualquier caso, su postura sería intrascendente si, como afirma el Gobierno, cuentan con el respaldo de los partidos de su mayoría parlamentaria. Incluido Podemos, que ha tenido un discurso menos complaciente, pero a quien no ven junto a Vox en el rechazo a unas medidas de apoyo al tejido productivo. Colocarse en este bloque es lo que, según fuentes del Ejecutivo, tensa al PP. Una cosa, explican, es votar con Junts para lograr que "perdamos votaciones", y otra coincidir con ellos aunque se trate de asuntos que "benefician a los españoles".



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