
El Ministerio de Juventud e Infancia organizó el viernes una asamblea juvenil para debatir y recopilar propuestas.
En una esquina de la sala hay un lienzo en blanco. Una pincelada de pintura azul rompe con la pulcritud de la lámina, que en un par de horas dejará inmortalizada cómo ve la juventud su presente y qué reivindican para el futuro. Un grupo de diez jóvenes de entre 18 y 30 años han sido citados este viernes por la tarde en el madrileño Palacio del Conde de la Eliseda, que es ahora la nueva sede del Ministerio de Juventud e Infancia, un departamento que no existía hasta esta legislatura y que aspira a escuchar y plasmar en políticas concretas las demandas de un colectivo al que, al menos hasta ahora, no se le ha hecho demasiado caso. "No se nos tiene en cuenta", es uno de los mensajes escritos en la infinidad de post-its que han ido llenando las tres mesas en las que, chicos y chicas, han debatido sobre una base paradigmática: la justicia intergeneracional. Son conscientes de que lo que impulsó la generación de sus abuelos, la de sus padres, es lo que les está impactando ahora a ellos de forma directa; y en esa línea saben también que su papel va a ser clave en las vidas de quienes vengan después de ellos.
Uno de los mayores ejemplos de esa cadena es el cambio climático y la crisis ecosocial, que, de hecho, fue el tema elegido por los cinco chicos y cinco chicas que han participado en esta asamblea juvenil, bajo el nombre Generaciones futuras en juego: Derecho a un medio limpio y sano y a un clima sostenible. El resultado de este encuentro, más allá del storyboard dibujado en directo por la ilustradora Alejandra Vargas Lencina, será la semilla de las futuras campañas institucionales que elabore el ministerio, que prepara también una ley específica para la juventud española, con medidas como la rebaja de la edad permitida para votar a los 16 años.
La dinámica empieza con un diagnóstico. Mesa por mesa, los jóvenes expresan las distintas lagunas que ven en el sistema: en muchas coinciden. Se sienten ignorados por los políticos y utilizados solo "para la foto". A la hora de la verdad, dicen, no se les escucha. De ahí que prácticamente todos expresen, de una manera u otra, la necesidad de fomentar la participación de los más jóvenes en la elaboración de las políticas públicas que, al fin y al cabo, también les afectarán a ellos. "No estamos presentes en la toma de decisiones", denuncia Sofía. Pilar lamenta que las acciones que se toman sean siempre “a corto plazo” y coincide con ella Cintia, que defiende "un proyecto de futuro de la humanidad" en el que se plasme la sociedad que queremos tener de aquí a 50 años. "Somos la esperanza. Podemos hacer muchas cosas por el futuro asumiendo que ya no va a ser para nosotros", asegura Carlos.
Mientras tanto, y con el murmullo de fondo de los jóvenes debatiendo, en una esquina de la sala, el cuadro se va llenando de esas ideas claves que emanan de cada intervención. En el centro, un árbol; a un lado, los jóvenes sentados en una mesa; y, coronando todo el lienzo, decenas de mensajes que la artista ha ido pillando al vuelo y que resumen las principales conclusiones de la Asamblea. De los tres grupos salen tres mensajes, tres propuestas de campaña para la futura ley de juventud, en base a los valores y las prioridades que han sido elegidas anteriormente por todos: esperanza, empatía, futuro y cooperación intergeneracional.
Cambiar la narrativa
'Organízate para decidir sobre tu futuro', es el lema elegido por el primer grupo de jóvenes, que reclama una mayor participación y activismo de la juventud, sobre todo a nivel local y en los barrios de las ciudades. Proponen una campaña liderada por los propios jóvenes y difundida en los principales canales y medios en los que están las nuevas generaciones: redes sociales, espacios de ocio, centros educativos o entidades sociales.
La segunda mesa insta a doblegar esa desconfianza y resignación que han surgido entre los jóvenes que creen que no tienen capacidad para lograr o cambiar algunas cosas, como la crisis climática. "Saben que individualmente sí, pero que como humanidad estamos condenados a cometer los mismos errores", subrayan. Así, la campaña propuesta por la segunda mesa va en la dirección de "revertir esa idea" y señalar que "los cambios sociales radicales siguen siendo posibles". Para ello plantean grabar un spot televisivo en el que una abuela le explique a su nieta los progresos logrados en las últimas décadas y que, en su juventud, habrían parecido utópicos. "Una campaña que de alguna manera reivindicara los grandes procesos de transformación social de los últimos años, como la jornada de ocho horas, e...