El Hotel Palace recupera la esencia del lujo que enamoró a los VIPS de principios del siglo XX

El Hotel Palace recupera la esencia del lujo que enamoró a los VIPS de principios del siglo XX

Ataviados con grandes bufandas y largos abrigos de paño, a la espera de taxis y muchos de ellos con la acreditación de la Feria Internacional de Arte Contemporáneo (Arco) colgando de sus cuellos, entran y salen huéspedes del recién estrenado Hotel Palace. Hoy son personas anónimas, pero durante el siglo XX cruzaron el umbral del número 7 de la Plaza de las Cortes rostros tan célebres como Blasco Ibáñez, Picasso, Ava Gardner, García Lorca o Hemingway. Construido en 1912 e impulsado por Alfonso XIII, este establecimiento inauguró, junto al Hotel Ritz, la hotelería de lujo en España. "Era el lugar donde todo el mundo quería estar", comenta Carolina Rodríguez, doctora en Historia por la Universidad Complutense.

Sobre este edificio se ha contado prácticamente todo: durante la Guerra Civil fue primero la embajada soviética y después, un hospital; punto de encuentro de periodistas durante el 23F; el lugar donde el PSOE festejó su victoria electoral en 1982 y ya en el siglo XXI, la polémica "casa" del diputado Duran i Lleida. Pero, hasta ahora, su estética estaba muy alejada de todas esas historias que fascinan a quien las escucha. Por eso, el equipo de Ruiz Larrea Arquitectos fue elegido hace casi dos años para reconfigurar y rehacer tanto el interior como la fachada exterior del Palace para que volviese a tener la estética de la hotelería de lujo de principios del siglo XX.

"Con la llegada de los dos grandes hoteles de lujo, la zona se afianzó como el epicentro de las tomas de decisiones políticas y financieras", expone Rodríguez. El entorno del Palace se convirtió entonces en un espacio estratégico: con el Congreso de los Diputados, a escasos cien metros y a menos de seis minutos a pie de lo que hoy se conoce como Sevilla, que entonces era el centro financiero de Madrid. Con un estilo inspirado en la arquitectura belga y francesa, el Hotel consiguió asentar los estándares del lujo en España, subraya la historiadora.

Recepción rehabilitada del Hotel Palace. Fotos: A. B.Recepción rehabilitada del Hotel Palace. Fotos: A. B. Recepción rehabilitada del Hotel Palace. Fotos: A. B.

El trabajo de rehabilitación ha sido especialmente laborioso por todas las implicaciones históricas y emocionales que arrastra el Palace y que lo convierten en un actor más de la historia española y madrileña. Además, desde 1998, está reconocido como Bien de Interés Cultural (BIC) en la categoría de monumento, la máxima distinción que se le puede conceder a un edificio para protegerlo. Esto obliga a que su modificación y rehabilitación tengan que pasar estrictos controles tanto del Ayuntamiento como de la Comunidad de Madrid.

El equipo de arquitectos que ha hecho posible este cambio se ha nutrido de hasta 60 fuentes documentales para reconstruir el espacio. "Queríamos evitar el falso histórico", explica a El Confidencial Miguel Díaz, el director de Sostenibilidad de Ruiz Larrea Arquitectos. Y, en el proceso, los arquitectos se llevaron una grata sorpresa: debajo de veinte capas de pintura, encontraron los colores y materiales originales. Así, hoy la fachada refleja un beige claro -elaborado exclusivamente para el hotel y al que los arquitectos se refieren como 'blanco Palace'- muy diferente al blanco impoluto que se asociaba con el hotel. Además, los detalles que decoran los más de 8.000 metros cuadrados de fachada han recuperado su primitiva tonalidad terracota.

El director de Sostenibilidad de Ruiz Larrea Arquitectos, Miguel Díaz, posa para El Confidencial en el Hotel Palace de Madrid. (A. B.)El director de Sostenibilidad de Ruiz Larrea Arquitectos, Miguel Díaz, posa para El Confidencial en el Hotel Palace de Madrid. (A. B.) El director de Sostenibilidad de Ruiz Larrea Arquitectos, Miguel Díaz, posa para El Confidencial en el Hotel Palace de Madrid. (A. B.)

Ya en el interior, sobre la puerta de la recepción, descansan un arco de madera o molduras ornamentadas que hasta la reforma estaban cubiertas con escayola de motivos toscanos y ahora lucen sus tonos primitivos. "Hemos respetado todas las molduras y detalles originales, pero adaptadas todas las normas y exigencias de 2025", detalla Elena Hernández, arquitecta de Ruiz Larrea.

La tonalidad 'blanco Palace' protagoniza todas las estancias comunes que van desde la recepción hasta el Jardín de Invierno, el epicentro gastronómico del hotel y uno de los lugares más reconocidos por su cúpula acristalada. De hecho, esta ha sido una de las grandes labores del equipo arquitectónico. En total, más de 1.800 vidrios se descolgaron pieza a pieza para ser restaurados y coronar el espacio, tal y como era en 1912. Pero no todas las estancias son una réplica exacta de lo que vio Alfonso XIII. Hay algunos detalles que los arquitectos han adaptado al 2025. Por ejemplo, las paredes de las zonas comunes. Cuando el hotel se inauguró, eran de un material rocoso y de color grisáceo, que podrían llegar a dar aspecto de catedral, explica Miguel Díaz. Por eso, han elegido mantenerse en la tonalidad 'blanco Palace' y dejar algunas columnas de ese color gris original como "testigos históricos" que muestran al huésped cómo era el interior del edificio entonces.

Fotos: A. B.Fotos: A. B. Fotos: A. B.

Uno de los aspectos más complicados de la rehabilitación ha sido compaginar las obras con la presencia de huéspedes, explica Elena Hernández. Todas las estancias que componen el hotel se han rehabilitado, excepto el salón que sirvió durante la reforma como recepción. En total, 90 millones de euros y 22 meses para reformar las 470 habitaciones y los espacios comunes, sin que en ningún momento el alojamiento cerrara sus puertas a los clientes. Y en el proyecto han participado hasta cuatro empresas distintas. Primero, se reacondicionaron las habitaciones con su correspondiente trozo de fachada, para después continuar con los lucernarios, la cúpula y las zonas comunes con el objetivo de recuperar una estética que, con el paso del tiempo, se fue distorsionando. "Madrid durante muchos años ha dado la espalda a su patrimonio y ha escondido los colores y las formas que ahora queremos recuperar", reivindica Miguel Díaz.



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