
La ciudad de Granada acogió la 39 edición de una gala demasiado larga en la que los galardones estuvieron más repartidos que nunca, con un final sorprendentemente inesperado.
Ya no hablamos de cine como lo hacíamos antes. Ya no hablamos de las películas, de lo que cuentan, de cómo lo hacen. Ahora hablamos de series. Hablamos, sobre todo, de las polémicas. De lo que cierta actriz escribió en Twitter, de lo que Menganita y Fulanita opinan sobre ella en la alfombra roja.
Por eso, cabe plantearse si los premios más importantes del cine español, la gala que por una noche pretende colar nuestro cine en los televisores (y, por tanto, en las cabezas) de todos los españoles, realmente lo consigue.
Hablamos de Chiara Ferragni, de Melody o de Paula Vázquez, pero también de las banderas palestinas (inserte aquí su causa política de este año) y de las preguntas a todo quisqui sobre Karla Sofía Gascón, porque si la Academia es sospechosa de que no se hable de cine durante una noche, nosotros, la prensa, lo somos el resto del año.
El comienzo de la gala de esta 39 edición fue tan abrupto como rocanrolero, un número musical rápido, marchoso y con Miguel Ríos como guinda del pastel, pero con una escenografía algo perezosa y constantes cortes de sonido y fallos técnicos en la emisión.
Maribel Verdú y Leonor Watling salieron a presentar tan estupendas como son pero el guion que tenían que defender, aunque por fin hablaba sobre nuestro cine, no estuvo a su altura. Hubo que esperar al Goya de Honor a Aitana Sánchez Gijón (¡cuánta clase!) y a la emoción sincera de la madrastra de Blancanieves al entregárselo para subir el nivel de la gala. El mejor momento de la noche, sin duda.
Por una vez, los propios premios fueron el mejor marketing del cine español. Un palmarés que comenzó muy repartido y unos cabezones que recayeron en el cine indie, menos visto, desde Salve María (mejor actriz revelación para Laura Weissmahr) a La estrella azul (mejor actor revelación para Pepe Lorente) pasando por La guitarra flamenca de Yerai Cortés, que se llevó el Goya a la mejor canción sin que C. Tangana, flagrante ausencia en las nominaciones a mejor dirección novel, dijese pío. Un caballero. Hecho que volvió a demostrar al recoger el premio al mejor documental, cuando muy elegantemente habló del perdón.
Los premios técnicos también fueron como una macedonia: cuatro para El 47 (dirección de producción y efectos especiales, a sumar a los de Salva Reina y Clara Segura como actores de reparto), un par para La virgen roja (vestuario y dirección de arte), uno para Marco (maquillaje y peluquería), otro para La habitación de al lado (fotografía) y dos para Segundo premio (sonido y montaje).
Había empezado con buen ritmo la cosa, pero siempre pasa, año tras año, que la gala va degenerando, se va diluyendo entre discursos sobre el cambio climático, desahucios y confusos homenajes a Lorca, montajes de besos, números musicales (demasiados), estampas de Granada, agradecimientos que pasan olímpicamente del límite de tiempo. Esperamos que nada de ello haya desalentado al espectador de la gala, ese que va a ver cine español una o dos veces al año. Y que, en vez de quedarse con esas estampas, se aprenda los títulos de las películas y las vea.
Los académicos se quedaron rumiando el discurso de Richard Gere, Goya Internacional, y aquello del dicho judío. Tuvieron tiempo para hacerlo durante los agradecimientos de los cortometrajistas. Pero a quien había que darle las gracias era a Javier Macipe, mejor director novel. Y doblemente: por su película y también por demostrar, con una milonga argentina, que se puede salir ahí a agradecer un premio y tener gracia.
O, ya que nos ponemos, a Eduard Sola, que recogió el cabezón al mejor guion original para Casa en llamas con un dibujo infantil en la mano. Y a los Javis, que le rindieron un homenaje al vestuario de Disco, Ibiza, Locomía al presentar el Goya a mejor guion adaptado, que fue para un ausente pero elocuente Pedro Almodóvar.
Un premio cantado, el de Eduard Fernández (mejor actor por Marco), y otro que fue una sorpresa, el de Carolina Yuste por La infiltrada, dejaron la pue... {getToc} $title={Tabla de Contenidos}