No admite propinas ni reservas: así es la mítica (y nostálgica) taberna madrileña que solo sirve jereces y está llena de encanto

No admite propinas ni reservas: así es la mítica (y nostálgica) taberna madrileña que solo sirve jereces y está llena de encanto

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Un ambiente que evoca otra época, con luces tenues, una barra de madera donde las comandas se apuntan con tiza y un aire a taberna tradicional que se mantiene inalterado con el paso del tiempo. Quienes cruzan la puerta de este local madrileño se encuentran con una escena que bien podría haber permanecido intacta durante décadas.

La esencia de los bares de antaño sobrevive en cada rincón de este establecimiento, convertido en un refugio para los amantes de las costumbres sin artificios. Se trata de La Venencia, una de las tabernas más emblemáticas de Madrid, ubicada en la calle Echegaray. Fundada en 1928, este histórico local es un homenaje vivo a los vinos de Jerez, los únicos que se sirven en su barra y en las mesas de su acogedor salón.

Fino, amontillado, oloroso, palo cortado y manzanilla protagonizan la oferta de una casa que ha resistido el paso del tiempo sin ceder a las tendencias. Aquí no hay cañas ni refrescos, tampoco se admiten propinas ni reservas, y las fotografías están terminantemente prohibidas, en un esfuerzo por preservar la autenticidad del lugar. Las tapas que acompañan a los vinos de jerez en rama van desde las anchoas, la mojama (salazón de atún) y la cecina.

Los detalles de un local centenario

El encanto de La Venencia no solo radica en su carta, sino también en su atmósfera. Las paredes, ennegrecidas por los años, exhiben antiguos carteles de la vendimia jerezana, mientras que las botellas alineadas en sus estanterías parecen haber sido testigos de innumerables tertulias.

Su historia está ligada a la defensa de la tradición, algo que los actuales propietarios, los hermanos Criado, han mantenido desde que tomaron las riendas en los años ochenta. Fue entonces cuando este rincón casi secreto de Madrid pasó a ser dirigido por quienes, en su día, fueron fieles clientes del local.

Quienes visitan La Venencia buscan más que una copa de jerez. La experiencia de beber en este lugar es un viaje a una época en la que los bares eran refugios de conversaciones, sin distracciones digitales. Acompañado de aceitunas aliñadas, chacinas o una tapa de queso, cada sorbo transporta a una tradición que resiste el paso del tiempo. Mientras la ciudad evoluciona y se transforma, esta taberna sigue inmutable, ofreciendo a madrileños y viajeros un espacio donde la nostalgia y la autenticidad se sirven en cada copa.



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