
La iglesia de San Andrés es el monumento principal de Rasines. Data del siglo XVI y pertenece a la corriente del gótico tardío.
Cantabria es uno de los destinos más espectaculares del norte de España. Es una comunidad que está plagada de lugares maravillosos que tienen que visitarse al menos una vez en la vida. La mayor atención se la lleva su entorno natural, pero también los pequeños pueblos que se encuentran en al zona que son una parada obligatoria para todos los turistas que deciden visitar la región.
A pesar de que Santander se suele llevar toda la atención y la mayor parte del turismo, tanto en la costa como en el interior se respira la tranquilidad que convierte a Cantabria en un espacio de descanso. Es precisamente en uno de esos pequeños municipios donde se puede respirar alejado de la gran ciudad por sus calles. Estamos hablando de Rasines.
Qué ver en Rasines
La iglesia de San Andrés es el monumento principal de este municipio cántabro. Data del siglo XVII y, según explica el ayuntamiento en su web, se cree que nace a partir del testamento del arquitecto Rodrigo Gil de Ontañón, es decir, el artífice de las catedrales de Salamanca, Segovia, Plasencia y autor de obras como la fachada de la Universidad de Alcalá de Henares.
Es un edificio con planta de cruz latina, ábside rectangular y una nave central con tres tamos que está rematada con una torre. Sus bóvedas son de crucería con terceletes, típico de la tradición gótica. En el interior encontramos un espectacular retablo mayor policromado. Tal es su belleza que fue declarado como Bien de Interés Cultural.
La abundancia de canteros en el municipio propició la construcción en la Edad Moderna de casas solariegas y palacios durante los siglos XVII y XVIII. Además, fue durante finales del siglo XIX cuando empezaron a verse algunos ejemplos de la arquitectura indiana. Es por eso que encontramos la Casona blasonada de Calera Martínez (La Edilla) o la Casa de Jobenera.
Uno de los mayores atractivos de Rasines es su naturaleza. La Cueva del Valle, situada en el barrio de Helguera, es más que conocida por los vecinos de la zona. Es en ella donde nace el río Silencio. Su entorno es rico con diferentes clases de árboles: chopos, robles, plátanos... Además, aunque no se han llegado a encontrar pinturas rupestres en su interior, si que se han descubierto algunas piezas y objetos de diversas épocas.
Asimismo, se puede descubrir Rasines a través de sus diferentes rutas como, por ejemplo, la de minas y caleros en Helguera, De La Edilla a Los Ríos o la ruta de Santa Ana al Picón del Carlista.
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