Hace ya tiempo que la banda sonora del epicentro turístico de Sevilla está marcada por el sonido de las ruedas de los trolleys que los turistas arrastran camino de sus hoteles y apartamentos turísticos. De vez en cuando se cuela en la partitura la campana del tranvía o la música de un artista ambulante. Y a veces, muchas veces, aparece un ruido sordo y muy corto con una cadencia rítmica que llama mucho la atención. Son los cascos de un caballo al chocar con el granito para tirar de alguno de los 98 coches que todavía sobreviven en el centro de la capital andaluza y que hacen las delicias de los guiris. Esta estampa seguirá apareciendo en los carretes de los móviles de quienes visitan la capital andaluza, pero en la otra gran ciudad de la comunidad, Málaga, tiene los días contados.
El alcalde Francisco de la Torre avanzó esta iniciativa el martes durante la celebración del debate del estado de la ciudad. "Damos este paso pensando en el bienestar de los animales y en la imagen que la ciudad ofrece al mundo", expresó el regidor del PP, que explicó que en la capital de la Costa del Sol quedan 25 licencias de este tipo de vehículos. La vigencia de las licencias dura todavía una década más, pero De la Torre anunció que su intención es amortizarlas a lo largo de este año y para ello está ya en conversaciones con los cocheros para indemnizarles. Las cantidades que se barajan, según explicaron en su momento desde el gobierno local son de unos 45.000 euros por licencia.
"Hay formas de moverse más eficientes y respetuosas", afirmó De la Torre en su intervención en el Ayuntamiento malagueño, donde tiene mayoría absoluta y existe la intención de acabar con este servicio después de las quejas de colectivos animalistas e incluso turistas, a pesar de que son los principales usuarios del servicio. Uno de los motivos de la discusión sobre los coches de caballos en Málaga era el sufrimiento de los animales, sobre todo en verano, cuando las temperaturas son más altas. Y más aún lo son en Sevilla, que no tiene la ventaja de estar a la orilla del Mediterráneo para calmar los termómetros.
A pesar de la canícula sevillana, el futuro del centenar de coches de caballo que hay en la ciudad no forma parte del debate público. "Es una tradición de la ciudad", expresaba este viernes Iván, un cochero que esperaba para subir algún cliente a los pies de la Giralda. Es uno de los días más fríos del año en la capital andaluza, pero al menos una veintena de coches están situados en las paradas más céntricas, junto al viejo alminar de la mezquita que hoy es el campanario de la Catedral, en la Plaza del Triunfo o en la avenida de la Constitución, junto al Archivo de Indias.
Durante años el debate en Sevilla giró en torno a la suciedad que dejaban los animales al hacer sus necesidades, pero aquella polémica se zanjó con un sistema que las recoge. La muestra de la ausencia de una conversación sobre el futuro de los cocheros de caballos queda patente en el programa de la coalición de Podemos-IU a las elecciones municipales de mayo de 2023. Ni rastro de la prohibición, aunque sí incluyen medidas como la creación de unas normas sobre las "condiciones de vida" obligatorias para los propietarios, el establecimiento de revisiones veterinarias para los animales y una regulación de las horas que pueden trabajar los equinos. "Todo animal de trabajo tiene derecho a una limitación razonable del tiempo e intensidad del trabajo, a una alimentación reparadora y al reposo", expresa el documento de la alianza de izquierdas.
El pasado mes de julio, el Ayuntamiento de Sevilla redactó una guía de buenas prácticas para el bienestar de los animales, aunque se trata de recomendaciones. Las normas están especialmente orientadas al periodo estival y, entre otras cosas, establecen que los caballos no deben trabajar más de 8 horas diarias y tener pausas mínimas de 30 minutos cada dos horas de trabajo. Para los ejemplares de entre 4 y 18 años hay un día de descanso semanal y a partir de esa edad se recomienda que sólo trabajen tres días por semana y cuenten con un mínimo de entre 4 y 5 semanas de descanso.
En las citadas paradas y en el resto -parque de María Luisa, Torre del Oro, hotel Alfonso XIII y plaza de toros de la Maestranza- hay zonas de sombra, fuentes y grifos y utensilios de limpieza, pero el Ayuntamiento contempla ampliar al menos los espacios al abrigo del sol. La guía del consistorio es el paso previo para abordar una reforma de la actual ordenanza que regula los coches de caballos que, explican fuentes municipales, "se hará de forma consensuada con el sector y atendiendo a una mejora de la calidad de vida de los animales".
"Nosotros ya seguíamos ese tipo de medidas antes de la guía del Ayuntamiento", defiende Iván. En agosto, por ejemplo, salen en dos turnos, uno de mañana y otro de tarde, para evitar que los caballos pasen la jornada entera en la calle, a diferencia de lo que ocurre en los meses más fríos. El cochero pone un mohín de disgusto cuando se le pregunta por la decisión de Málaga y alude a un plan del Ayuntamiento malagueño para construir donde ahora están los establos de los equinos que todavía pasean por la capital de la Costa del Sol.
En Sevilla la mayoría de usuarios son turistas, tanto extranjeros como nacionales, que pasean por las zonas más emblemáticas de la ciudad en un circuito cerrado que va de la Catedral y el Alcázar a la Torre del Oro, para luego llegar al Palacio de San Telmo, sede del Gobierno andaluz. Desde ahí se adentran en el Parque de María Luisa, donde visitan la icónica Plaza de España y la de América, para después volver a los jardines de Murillo y entrar en el centro por la vieja Fábrica de Tabacos, que hoy alberga a la Universidad de Sevilla. Ese trayecto tiene una duración de 45 minutos a una hora y un coste de 45 euros, aunque puede negociarse con el cochero un recorrido distinto. En Semana Santa la tarifa sube a 50 euros y en Feria, a 95 euros, aunque el paseo llega hasta el real de Los Remedios.
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