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Andrés Freites descubrió la percusión escuchando el jazz de Nueva Orleans. Desde entonces, esos sonidos han sido la columna vertebral de su vida laboral. A sus 44 años ejerce como músico y, para él, el mejor escenario para compartir el gusto por la melodía está en la vía pública. "Hay muchos músicos callejeros que son profesionales con años de conservatorio. El trombón de Omar Montes ha tocado [en Madrid] varias veces porque le gusta compartir su trabajo", explica a este diario. La legislación, no obstante, no va en esa línea. El Ayuntamiento de Madrid ha endurecido las leyes en la última década y, ahora, ha restringido los permisos a la mitad. El Boletín Oficial del Ayuntamiento de Madrid (BOAM) ya ha publicado una nueva directriz mucho más restrictiva que la anterior.
La razón principal de su aprobación radica en las quejas vecinales. Los residentes llevaban tiempo protestando por los ruidos de la música callejera. Por ello, el consistorio ha restringido de 500 a 250 las licencias para tocar en la vía pública. Además, también se han reducido los espacios: ya no estará permitido tocar en Gran Vía –una de las principales arterias de la capital– ni en la Plaza Mayor. Zonas como Jacinto Benavente, Tirso de Molina, Arenal o el Paseo del Prado contarán con límites horarios. Solo podrán utilizar sus instrumentos entre las 12.00 y las 14.00 y entre las 18.00 y 21.00; sin posible amplificación sonora.
El alcalde, José Luis Martínez-Almeida, explicó este miércoles a los medios de comunicación que lo que buscan es "garantizar el descanso de los vecinos". Paradójicamente, algunos de estos residentes tampoco están satisfechos con la medida. Para los músicos es excesivamente restrictiva. Para los vecinos es excesivamente laxa. Según ha explicado el portavoz de la Asociación de Vecinos de Plaza Mayor, Ricardo Bustos, a este diario, les gustaría que se ampliase el apartado referido a la inspección de la Policía Municipal. ¿Por qué? No es suficiente con eliminar los amplificadores, sino que también quieren que quede por escrito que los agentes pondrán multas y sanciones. "Nos dicen que para retirar a los próximos que incumplan debemos poner denuncias y más denuncias, ¿cuántas?", reflexiona el portavoz.
De hecho, el propio alcalde reconoció que sigue habiendo artistas que recurren a estos aparatos a pesar de no estar permitidos. "Superan los decibelios permitidos", sentenció el primer edil. Además, aseguró que había que "garantizar el tránsito peatonal en Gran Vía" que este puente de diciembre recibió "250.000 personas al día" y que puede suponer un problema si "hay muchos músicos".
El tema de la amplificación, cuya prohibición ya se aprobó en la Instrucción de 2022, afecta especialmente a los pianistas. "Los eléctricos necesitan amplificación sí o sí. Lo mismo para poder cantar, la voz no se puede proyector sin amplificador a no ser que te hagas daño", explica Freites, portavoz también de la asociación musical La Calle Suena. Deberán también mantenerse a tres metros de las viviendas y seis metros de las terrazas. Además, se restringe la cercanía a colegios, hospitales y las residencias de mayores.
En el escrito publicado en el BOAM puede leerse que "fueron numerosas las quejas y protestas de la vecindad y comerciantes del distrito, mayoritariamente por el uso de elementos de amplificación o reproducción sonora que no permitieron durante dicho tiempo, poder disfrutar de forma armoniosa de actuaciones musicales, sino que han visto como esta actividad alteraba la convivencia y el descanso de la vecindad".
La realidad es que el coto para los músicos es cada vez más estrecho. "Madrid lucha por ser una ciudad cosmopolita y potenciar la cultura es clave", reflexiona el músico. Y explica, también, que reducir las zonas para tocar puede jugar un efecto rebote: "Es como una autovía. Si cierras un carril, habrá más atasco. Si eliminas espacios, los que sí estén permitidos estarán saturados". Las licencias del Ayuntamiento serán, además, personales e intransferibles y se podrán solicitar semestralmente.
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