A Priego se le conoce popularmente como 'La puerta a la Alcarria'. Consigue crear una mezcla perfecta cogiendo lo mejor de cada uno de los territorios.
En Castilla-La Mancha existen diferentes localidades que son ideales para hacer turismo rural lejos de las aglomeraciones de las grandes ciudades. La provincia de Cuenca es uno de los destinos recomendados en los que se encuentran algunos de los municipios más espectaculares del interior de España. Uno de ellos es Priego, con una población de poco más de 900 habitantes, se le conoce como 'La puerta a la Alcarria'.
Esta población conquense es una de las más atractivas de la zona. Está situada al norte y muy cerca del límite con la provincia de Guadalajara. De hecho, Priego se encuentra entre dos comarcas importantes: la Alcarria y la Serranía de Cuenca. En él, se ha conseguido crear una mezcla perfecta al coger lo mejor de cada uno de los territorios.
Qué ver en Priego
El paisaje natural está formado por tres ríos (Escabas, Trabaque y Guadiela) y sus hoces, como son las del Escabas, que forman el Estrecho de Priego, o la de Tragavivos. Es este entorno que envuelve al municipio uno de los grandes atractivos a la hora de visitar esta localidad. Recorrer sus calles es sinónimo de tranquilidad y en ellas se puede disfrutar de rincones únicos con plazas encantadoras, palacios y casas blasonadas.
Uno de esos edificios importantes es el Ayuntamiento. Se trata del antiguo Palacio de los Condes de Priego y data del siglo XVI. Es un edificio clásico del renacimiento con una estructura horizontal y una decoración elegante a la par que sobria. Es su fachada destacan los arcos de medio punto.
Por otro lado, el Torreón de Despeñaperros. Es el único resto que queda una vieja fortaleza árabe y tiene una forma prismática. La iglesia parroquial, que está dedicada a San Nicolas de Bari, es otro de los monumentos que se deben conocer tras una visita a Priego. Con una estructura tardogótica, lo más destacado de la edificación son los pilares cilíndricos que se encuentran en su interior. Están colocados a modo de columna y soportan los nervios de las bóvedas de crucería.
En las afueras del pueblo, las ruinas del Convento del Rosal son una parada obligatoria. Este edificio está declarado como Bien de Interés Cultural y fue fundado por Diego Hurtado de Mendoza. Se conserva parte de la edificación de estilo plateresco que tenía una sola nave que terminaba en una cabecera poligonal y bóvedas estrelladas que ya han sido derruidas. Y también queda en pie parte del claustro, con arquería de medio punto.
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