El difícil equilibrio de Feijóo en 2025: "diálogo" con Junts e inicio del deshielo con Vox

El difícil equilibrio de Feijóo en 2025:

"La política no puede ser sólo pegarnos a garrotazos en el Congreso. La política es reconstruir". Esta reflexión parte de uno de los asesores que susurra a Feijóo entre bambalinas casi desde que puso un pie en la política nacional. Es una de las muchas voces, dentro y fuera de la estructura orgánica, que animan al líder del PP a transitar la vía del pragmatismo en detrimento de la polarización, del ruido, de los "muros". En las últimas semanas del año, Génova ha dado un giro a su estrategia política y parlamentaria que prevé intensificar en los primeros compases de 2025: restaurar relaciones y tejer alianzas fuera de su zona de confort.

Abrir canales de entendimiento en el Congreso es una aptitud que cotiza al alza en una legislatura que nació con "la maldición de la interinidad". Aunque en la dirección del PP se asume desde hace meses que el mandato de Sánchez puede alargarse, resulta imposible ponerle fecha de caducidad por la profunda inestabilidad que rodea al Gobierno, tanto dentro como fuera de las Cortes. En diciembre, Feijóo pidió a los suyos estar "preparados" en 2025 para cualquier escenario. Pero él también ha comenzado a preparar el terreno mejorando la interlocución con actores políticos de distinto pelaje.

El ejemplo más evidente es la actualización de la estrategia con Junts. Génova insiste en que su posición con el partido de Carles Puigdemont "no ha cambiado". Pero los contrastes son evidentes. El PP empezó 2024 convocando su enésima manifestación contra la amnistía y contra el "chantaje" del separatismo a Sánchez. Por aquel entonces, los contactos con Junts eran un tema tabú en la cúpula popular. Hubo conversaciones previas al intento de investidura de Feijóo que tardaron en reconocerse y que siempre se vincularon a charlas informales e "indirectas" a través de cargos municipales del PP en Cataluña.

Con el paso de los meses, y especialmente en las últimas semanas, Génova ha dado carta de naturalidad a la interlocución con Junts. Aunque populares e independentistas ya habían coincidido en multitud de ocasiones en votaciones del Congreso, nunca se había normalizado como hasta ahora la existencia de una negociación fluida entre los dos grupos, tanto en Congreso como en Senado. Por el momento, los acuerdos están limitados a asuntos de índole fiscal en los que existe coincidencia ideológica, con el objetivo de desestabilizar al Gobierno y, de paso, sacar adelante parte del programa económico de Feijóo.

Marisol Hernández

Esa alianza, insisten distintos portavoces populares, es puramente coyuntural. Y como subrayó el propio líder del PP en su balance del año, cualquier acuerdo llegará "sin chantajes, ni amenazas", y dentro de los mimbres parlamentarios. La 'pinza' del PP con Junts se ha estrechado al mismo ritmo en que se ha endurecido el órdago de Puigdemont a Sánchez, que sigue tensando la cuerda para forzar a que se someta a una cuestión de confianza en las Cortes.

En el PP están dispuestos a mantener ese "diálogo" con Junts y abrirse a acuerdos puntuales con todas las fuerzas del arco parlamentario —con la única excepción de EH Bildu— con el fin de precipitar el naufragio de la legislatura y obstaculizar la negociación de los Presupuestos, que siguen colgando de un hilo.

Ana Belén Ramos

Lo que continúa en punto muerto es la posibilidad de activar una moción de censura. La sintonía con el partido de Puigdemont, reconocen dirigentes de la cúpula del PP, es buena en asuntos concretos a nivel parlamentario, como fue la negociación para truncar la reforma fiscal del Gobierno. Pero la desconfianza sigue siendo máxima. Y en el fondo creen que el "prófugo" apretará, pero no dejará caer a Sánchez.

Restaurar puentes con Vox

Ese equilibrio, sin embargo, no parece precisamente sencillo si se tiene en cuenta que el acercamiento al independentismo cuenta con importantes resistencias, tanto dentro como fuera del PP. En las filas de los populares hay sectores que reniegan de cualquier tipo de aproximación de Feijóo a Junts, unos recelos expresados en público tanto por la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso; como por el líder del Partido Popular de Cataluña, Alejandro Fernández. Pero la estrategia del PP choca también con otro de los objetivos que el líder del PP se ha marcado para el año que empieza: intentar restaurar los puentes con Vox.

Los de Abascal fueron de los primeros en afear los guiños mutuos entre PP y Junts para torpedear la agenda fiscal del Gobierno, con el fin soterrado de hurgar en las "contradicciones" de los populares y en el descontento que puede germinar entre algunos de sus votantes. "Un día Junts es un partido golpista, y al día siguiente es un partido con el que el PP tiene afinidad", azuzan.

Borja Negrete

En el PP, sin embargo, apuntan a que algo se ha movido en el juego parlamentario en los últimos meses, hasta el punto de que formaciones nacionalistas como Junts o PNV han perdido también el vértigo a salir en la foto con Vox, y viceversa. Las tres formaciones han coincidido, junto al PP, en multitud de votaciones, incluyendo las últimas sobre la agenda fiscal. Y los populares apuntan a que esa geometría puede repetirse en los próximos meses. En la nevera guardan asuntos que pueden generar consensos entre las fuerzas de derechas del arco parlamentario, como el freno al 'apagón nuclear' o la ley de vivienda que Feijóo pretende impulsar en los primeros meses del año.

El vía crucis parlamentario y judicial de Sánchez y la sensación de que todo puede saltar por los aires en cualquier momento ha animado a Génova a tratar de recomponer los lazos con el partido de Santiago Abascal, que decretó el pasado mes de julio la ruptura con el PP y la salida de los seis gobiernos autonómicos donde tenían acuerdos de legislatura. Como adelantó Artículo 14 y ha confirmado El Confidencial, una delegación de las direcciones del PP y Vox mantuvieron un almuerzo informal en Madrid en la primera quincena de diciembre, un acercamiento que, aunque tímido, inicia un deshielo de las relaciones entre los dos grandes partidos de la derecha.

Feijóo sabe que cualquier opción de llegar a la Moncloa sigue pasando por los votos del partido ultraconservador. Y a ello se suma cierta urgencia por limar asperezas también a nivel territorial. Los presupuestos autonómicos de Castilla y León, Murcia, Extremadura, Baleares, Aragón y Comunidad Valenciana dependen del 'sí' de Vox. Varias regiones ya han anunciado una prórroga de sus cuentas por los obstáculos del partido de Abascal, pero el PP busca pacificar la situación y evitar que la sangre llegue al río. El fantasma de un adelanto electoral en alguna de sus regiones, más aún en mitad de la vorágine judicial del Ejecutivo, es un melón que en la cúpula no desean abrir.



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