El rechazo a estos animales procede de la Edad Media y la caza de brujas. Aunque no siempre fue así.
Si uno de ellos se cruza en tu camino, la desgracia te acompañará. O, al menos, eso es lo que mucha gente cree, hasta el punto de que los gatos negros ni siquiera se quieren como mascotas, por lo que se agolpan en las protectoras o en las calles. El origen de esta superstición está en la iglesia católica, que fue el principio del fin de la buena estima de estos oscuros felinos, que ahora se asocian a con la mala suerte. Pero, ¿de dónde viene esta superstición y cuál es la historia de la simbología del gato negro?
Venerados en el Antiguo Egipto
En las antiguas civilizaciones egipcias, los gatos tuvieron un rol preponderante por ser de la misma familia que el león, considerado el Dios del Sol. Su primera consagración fue cuando la diosa Bastet, símbolo de la fecundidad y belleza, estaba representada con la cabeza de un gato.
En aquellos tiempos, solo los faraones podían tenerlos y domesticarlos, e incluso las leyes prohibían la venta, maltrato y asesinato de estos animales sagrados, y para aquellos que infringiesen la ley, el castigo podía ser la muerte.
Su domesticación llegó alredor del año 2000 a.C, cuando comenzaron a habitar los hogares y a servir para disminuir la población de ratones en las casas -se comían ratas y serpientes, que portaban enfermedades graves como la peste-, y en los campos de cereales del Nilo.
Discriminados en la Edad Media
Los primeros datos que existen de esta superstición datan del siglo XIV. Por aquel entonces, la peste, que tantas personas se estaba llevando por delante, fue asociada con estos animales, a los que culparon de transmitirla falsamente. No contentos con ello, cuando comenzó la persecución de las brujas, se les relacionó con ellas: se decía que estas hechiceras del Diablo, se transformaban en gatos negros para rondar por las calles sin ser observadas.
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