No, Drácula NO está inspirado en Vlad "El Empalador". Esta es la historia real tras el mito
Con Halloween a la vuelta de la esquina y plenamente inmersos en el que se ha convertido, en los últimos años, en el mes del terror por excelencia, no deja una de pensar en los no pocos personajes del género que están inspirados en personas de la vida real.
Desde asesinos en serie a figuras de la nobleza, escritores y guionistas de toda la historia han encontrado en la realidad la más pavorosa de las inspiraciones para crear una ficción con la más honorable de las pretensiones: aterrorizar al mayor de los valientes.
Una de las historias más conocidas y extendidas de esta díada realidad-ficción es la del Conde Drácula, el personaje creado por Bram Stoker a finales del siglo XIX, que fue llevado al cine en 1992 por Francis Ford Coppola en la película protagonizada por Gary Oldman: Drácula, de Bram Stoker. De Drácula se ha dicho siempre ("siempre") que Stoker se inspiró para su creación en la figura de Vlad Tepes, conocido como Vlad "El Empalador". Pero eso, tal vez os sorprenda, simplemente no es cierto.
Lo primero que habría que desmentir (aunque no es tanto un bulo como alguna confusión ocasional) es que Drácula fuera el primer vampiro de la historia, ni muchísimo menos. Cuando Stoker publicó su novela, en 1897, la mitología, así como el folklore y la literatura, en torno a la figura del vampiro era ya ampliamente conocida y extendida.
De hecho, existe un relato de 1844 escrito por Karl Von Wachsmann titulado El extraño misterioso, del que Stoker tomó directamente algunos de los elementos, como el control sobre una manada de lobos o el poder de transformarse en niebla. En El vampiro, de Polidori, de 1819, se presentaba ya al vampiro como una suerte de galán seductor.
Stoker quería para su novela esta figura del vampiro elegante y poderoso, aunque no quiso, tampoco, renunciar a todo aquello que, durante siglos, la cultura popular había dibujado en torno a la figura del vampiro, como eran, por ejemplo, la telepatía, la fuerza sobrehumana, el control mental sobre seres "repulsivos" (arañas, ratas), la nocturnidad, la aversión al ajo y los crucifijos y, por supuesto, la necesidad de beber sangre para alimentarse.
Stoker creó entonces un conde vampiro, aislado en su castillo de los Cárpatos transilvanos, que vivía con tres concubinas y que cometía, a lo largo de las cuatrocientas páginas de la novela, atrocidades como secuestrar un bebé para que sus novias lo devoraran, matar a la madre o asesinar, uno por uno, a todos los hombres de la tripulación de un navío (el Deméter). También, de manera tangencial, vemos en Drácula por primera vez al Dr. Van Helsing, quien finalmente decapita y clava estacas allá donde hace falta.
Aunque a día de hoy parezca inconcebible, y a pesar de que otros autores como Conan Doyle elogiaron la obra de Stoker, la novela permaneció en los límites de la marginalidad hasta que, en 1983, la Oxford University la incluyó en su lista de obras imprescindibles. Solo nueve años después, Coppola hacía su magia y popularizaba la novela a niveles que, con total seguridad, habrían sido inimaginables para su autor. Y fue entonces cuando la leyenda se extendió: Drácula había existido realmente. Se llamaba Vlad Tepes, "El Empalador".
Desmentir un bulo nacido en la era de internet es harto difícil. Desmentir una leyenda urbana que echa raíces antes de la era de la información, lo es más.
La primera pregunta es: ¿quién era Vlad Tepes?
Vlad III Tepes o Vlad "El empalador", príncipe de Valaquia, se llamaba también Vlad III Drácula (Dracúlea, en rumano) por pertenecer a la Casa de Dr... {getToc} $title={Tabla de Contenidos}