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Las relaciones topográficas de Felipe II ya hablaban de Letur en el siglo XVI: "No sabemos la causa del porqué se llama Letur, si no es por ser pueblo fresco y deleitable, alegre y de mucha agua y frescuras, de yedras y vidarras y zarzas y otros muchos que no son de fruto". El agua era su alma y el agua ha acabado con ella. El pueblo, en el corazón de la Sierra del Segura, es la imagen de la devastación tras el paso de la DANA más intensa en un siglo. Las callejuelas de su casco antiguo, de gran valor histórico y arquitectónico, han sido arrasadas por una riada que se lo ha llevado prácticamente todo. Los vecinos, que no llegan al millar, relatan una "pesadilla" que jamás olvidarán: "No puede ser, no queda nada".
El cielo está despejado en el sur de la provincia de Albacete. El sol abraza la sierra y no da ni una pista de la violencia que mostró solo unas horas antes. A sus pies, un drama cuya dimensión está aún por determinar, con una fallecida confirmada y la vaga esperanza de encontrar con vida a los cinco desaparecidos que ha dejado la tormenta. Los pronósticos no son demasiado optimistas, pero Letur trata de mirar hacia delante entre la agonía y la fe, en mitad de un montón de lodo y escombros.
El acceso al casco histórico no existe. La tromba que irrumpió durante la tarde del martes acabó con la única vía que conecta con él, llevándose por delante todo lo que encontraba. También varias casas, como si fueran de cartón. Donde antes había un paseo con jardines árabes y hasta una piscina natural, ahora hay un enorme socavón de barro y cascotes. Y donde había viviendas, solo queda el recuerdo. "Aquí no llovió tanto. El agua venía de 20 kilómetros arriba, de la montaña, y rompió aquí. Era como un terremoto", recordaba Carmen, que fue evacuada en torno a las cinco de la tarde de su casa y encontró refugio con unos amigos. Horas después, cuando volvió la calma, regresó para recoger sus cosas.
Los testigos narran una "pesadilla" en dos actos. Hubo una primera embestida al mediodía que arrancó todo tipo de maleza y árboles de gran porte. La porquería que bajaba el agua acabó en el cauce que da la bienvenida al pueblo, justo cuando se desvía para sortear el casco antiguo, colapsando el paso natural. Horas después vino la segunda, mucho más fuerte, que acabó desbordando el arroyo y anegando todo el entorno. El torrente avanzó con gran violencia, sin distinguir a nadie ni a nadie, y la gente que podía abandonaba sus casas a la carrera.
El relato estremece. Dos de los desaparecidos, un matrimonio joven de 37 y 38 años, pedía auxilio desde el balcón cuando el agua impactó con su casa y la tiró abajo. Los testigos no pueden contener el llanto cuando lo recuerdan. Impotencia y lágrimas. Lodo y destrozos. "Es un desastre", lamentaban en la Asesoría Rivero, junto al arroyo, con la oficina inundada. "Todavía no me lo creo", añadía Puri con la voz entrecortada, mientras esperaba con angustia a que los bomberos encontraran a su suegra, atrapada en la parte incomunicada. Ella y otra veintena de personas, sobre todo mayores, fueron rescatadas a lo largo del día. También algunas mascotas en la misma situación.
Más de 200 efectivos
Durante todo el miércoles se desplegaron más de 200 efectivos en la zona para desescombrar, liberar el paso y encontrar a los desaparecidos. Bomberos, Guardia Civil, el Ejército de Tierra y voluntarios expertos en espeleología se emplearon a destajo durante horas. Al cierre de esta edición, el balance era el mismo y no se había encontrado a ninguna de las víctimas: el matrimonio joven que vivía en la vivienda arrasada, dos operarios del ayuntamiento y una mujer que fue sorprendida por la riada en plena calle. El Grupo de Actividades Subacuáticas (GEAS) de la Guardia Civil peina el cauce y las pozas cercanas y se han incorporado perros entrenados para encontrar cadáveres entre los escombros. Los fallecidos en Castilla-La Mancha por la DANA son dos.
Las excavadoras estuvieron todo el día retirando las enormes piedras que dejaron incomunicado el centro histórico de la ciudad. Desde los puntos en altura se atisbaba a lo lejos y entre las casas una alfombra de barro, infinidad de troncos y hasta una furgoneta que fue arrastrada más de un kilómetro riada abajo igual que un barco de papel. "Lo peor es lo que no vemos, esto es horrible. Horrible, horrible", lamentaba una mujer con los ojos vidriosos, mientras enseñaba fotos de hace solo unos días de la zona devastada, con una estampa idílica de agua y vegetación.
En el puesto de mando habilitado en el colegio Nuestra Señora de la Asunción, donde pasaron la noche decenas de afectados, tras cortarse el suministro eléctrico y de agua potable, daban por seguro que el corazón del pueblo está destrozado. Miradas perdidas en el horizonte, abrazos de consuelo y la certeza de que la reconstrucción será larga. Lo material, sin embargo, no importa: "Tenemos que dar gracias, mira los dos chicos que se los ha llevado". Nadie había visto una cosa igual, aunque los más mayores recordaban otra riada importante en los años 40.
Pueblo con historia
El daño es incalculable. El casco histórico, declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1983, era hasta la fecha una joya única, considerado como uno de los trazados medievales de origen musulmán mejor conservados de Castilla-La Mancha. La iglesia de la Asunción, del siglo XVI, en principio no está afectada por encontrarse en altura. Pero los letureños advierten ya del gigantesco impacto en la economía local. Las callejuelas y casas de la zona eran un símbolo y un motivo de orgullo para todos. La envidia de la comarca. "Esto es un pueblico pequeño, mucha gente vive del turismo, no quiero ni pensar cómo ha quedado. El pueblo era muy bonito. En fin...", añadía otra vecina, a solo unos metros del área desaparecida.
Letur es la niña bonita de la Sierra del Segura, pero también un ejemplo de cómo encontrar soluciones a situaciones límite. En 2022, tras la pandemia, fue el escenario de un programa inédito para repoblar la España vaciada. Nueve familias y 28 personas se instalaron en la localidad dando vida y esperanza al invierno demográfico que asola la región, casi con más visitantes que propios. El episodio, aunque no tiene nada que ver con el drama presente, invita a la inspiración. "Esto será bonito otra vez, ya verás", le decía un hombre a la cajera del supermercado ubicado en la parte más moderna del pueblo. Todos hacían balance de daños y se preguntaban por las últimas horas. "Y tú qué, ¿todo bien?". "Bueno, tirandico, qué te voy a decir".
La zona cero de la tragedia fue un trajín constante. Decenas de curiosos se arremolinaban alrededor del socavón, entre la nostalgia y la angustia. Los efectivos de emergencias dieron paso al desfile de autoridades, que escenificaron una imagen de unidad. Hasta el lugar se desplazaron el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García Page; la ministra de Vivienda, Isabel Rodríguez; el alcalde de Letur, Sergio Marín; el jefe de la oposición en la región, Paco Núñez; y el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo. El mensaje común fue de solidaridad con las víctimas y el compromiso de que todas las administraciones se volcarán en la reconstrucción. Feijóo, incluso, habló de que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, le ha transmitido que así será. La declaración de zona catastrófica, añadió Rodríguez, se declarará próximamente.
La reconstrucción, precisamente, es una de las incógnitas que destacan los vecinos. Nadie tiene dudas de que los próximos días tendrán la atención de todos los políticos y medios, pero el temor al día después avanza. La portavoz del PP en Letur, María Dolores Moreno, se lo trasladó a Page y a Feijóo cuando caminaban hacia la zona afectada: "Que no pase como en Lorca o La Palma. No nos abandonéis, por favor".
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