El organismo internacional, que pone en duda la conveniencia de las rebajas de tipos en plena incertidumbre, considera que los gobiernos han pisado el freno de las reformas básicas para encarar los retos de la economía
La receta de ajustes que se prescribió a las economías en problemas durante la pasada crisis financiera generó un poso de descontento en la población que, muy probablemente, llevó a muchos ciudadanos a identificar reformas estructurales con recortes. La falta de voluntad política para enfrentar el malestar, reticencias o dudas del electorado ha hecho que el ritmo de aprobación de medidas que son esenciales para encarar la debilidad de la economía, el reto demográfico o la transición ecológica y digital haya menguado de forma considerable con respecto a los ejercicios 2008 y 2009.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) lanza este diagnóstico en forma de advertencia en el tercer capítulo de sus Perspectivas de la Economía Mundial (WEO, por sus siglas en inglés). Las reformas estructurales se han reducido a la mitad desde la 'Gran Crisis' porque una parte sustancial de las que se plantean "nunca se implementan" o se aprueban sólo después de haberse diluido ante la resistencia creciente de la ciudadanía.
En opinión del organismo internacional, las autoridades no sólo deberían esforzarse más por comunicar mejor, sino que sus estrategias económicas tendrían que estar respaldadas por un "marco institucional sólido" que fomente la confianza y un diálogo bidireccional desde las primeras etapas del diseño de las políticas. Al mismo tiempo, el FMI apuesta por una consulta exhaustiva con todas las partes implicadas en esas reformas, pero también con el público en general. De este modo, los gobiernos podrán identificar de qué tipo de medidas pueden acompañar esas reformas para dar respuesta a las preocupaciones personales y sociales que debilitan el apoyo a las mismas.
Fragmentación y polarización
El Fondo hace estas apreciaciones coincidiendo con un momento en el que las principales economías del planeta afrontan un contexto complicado en lo político, ya sea por la fragmentación de los parlamentos nacionales y las dificultades para conformar mayorías suficientes con las que sacar adelante las reformas (Alemania, Francia, España...); o ya sea por la polarización creciente de la opinión pública (como es el caso de Estados Unidos ante su nuevo periodo electoral).
En ambos casos, los riesgos que esta incertidumbre plantea para la economía son evidentes. El Fondo Monetario ya advirtió en el caso concreto español -como también había hecho el Banco de España- que "la prolongada fragmentación política interna podría obstaculizar la aplicación de las reformas estructurales y la consolidación fiscal" a la que obligan los compromisos asumidos con Bruselas con la entrada en vigor de las nuevas reglas fiscales a partir del año que viene.
Pese a ello, el FMI afirma que el contexto macroeconómico o político en el que se intentan las reformas pese a que puede importar, no parece determinante. Mientras, la resistencia a las reformas a menudo trasciende el interés económico personal y, en cambio, está profundamente arraigada en factores de comportamiento que incluyen percepciones, desinformación y déficit de confianza.
"En esencia, las reformas estructurales son cambios que modifican los derechos adquiridos y las rentas económicas con el objetivo de mejorar la asignación de recursos en la economía", apunta el organismo en el Capítulo tercero de sus proyecciones. Además, incide en que inevitablemente estas políticas crean ganadores (los beneficiarios de las ganancias de eficiencia) y perdedores (aquellos cuyas rentas o derechos adquiridos se ven afectados negativamente por las reformas).
Desde el FMI ponen énfasis en que los gobiernos deben centrar también sus esfuerzos en aquellas estrategias de información que conciencien sobre la necesidad de las reformas y que corrijan informaciones y percepciones erróneas sobre las medidas y su funcionamiento, en tanto que pueden servir ... {getToc} $title={Tabla de Contenidos}