Tras el éxito de 'Joker', se enredan con Lady Gaga en las pretensiones de una secuela que no encuentra su tono.
Cinco años después, Joaquin Phoenix y Todd Phillips vuelven a los rincones más sórdidos de Gotham City con Joker: Folie à Deux, secuela de ese filme sobre el archienemigo de Batman que le dio a su actor principal el Oscar en 2020 (además del premio a la mejor banda sonora para Hildur Guðnadóttir).
Tras la espiral de crímenes de la primera entrega, ahora nos encontramos a Arthur Fleck (Phoenix) en el Asilo Arkham, uno de los rincones más infernales (que ya es decir) de su ciudad. En torno a él, una constelación de personajes en la que caben guardianes sádicos (Brendan Gleeson), abogadas abnegadas (Catherine Keener), periodistas carroñeros (Steve Coogan) y, sobre todo, esa versión alternativa de Harley Quinn interpretada por Lady Gaga.
Crítica de 'Joker: Folie à Deux'
"Cuando alguien afirme haberle dado un tono 'oscuro' y 'adulto' a una historia de superhéroes, sal corriendo y no mires atrás" es un consejo cuya utilidad no caduca. No lo hizo en los 80 y los 90, ante esa ola de pastiches infames de Watchmen y Frank Miller que brotaban entonces como setas, y tampoco durante este siglo, cuando la batmanitis provocada por Christopher Nolan ha dado un fruto tan tardío y desafortunado como Joker.
Aclamada hasta la nausea (aún resuena el análisis que calificaba a su protagonista de "superhéroe de verdad", no sabemos si por dar la campanada o por no saber de qué iba el tema), aquella cinta fallaba por igual como deconstrucción de un arquetipo de las viñetas y en tanto que acercamiento a la enfermedad mental, asunto muy doloroso y complejo que Todd Phillips se mostraba incapaz de abordar más allá del sensacionalismo y los lugares comunes.
Ahora, esta Joker: Folie à Deux llega envuelta en un cúmulo de intenciones entre las cuales (que hayamos visto nosotros) están la de ahondar en esa vocación de 'película social' demoledora de arquetipos y la de escarmentar a esa parte del público que se vino arriba con el personaje de Joaquin Phoenix sin entender su patetismo. Ambiciones ambas que acaban viniéndose abajo con estrépito... y con canciones.
Porque, tras mucho dimes y diretes, ya podemos decir si 'Folie à Deux' es o no un musical. Y sí que lo es: en concreto, un musical mal hecho. A lo largo del metraje, Phillips da bandazos entre las citas a estándares de la canción ligera (como el Resnais de On connaît la chanson, siendo generosos) y números armados con la excusa de escenas imaginarias, emparentando así con las series de Dennis Potter (El detective cantante) y, en más de un momento, con Bailar en la oscuridad.
El problema surge al comprobar que esta secuela no tiene ni idea de cómo desenvolverse en ninguno de esos campos, ni tampoco de hallar un equilibrio entre ambos para que su irrupción no nos saque de la historia. Esto no es una crítica a la voz de Phoenix, ojo, que bastante arrojo muestra arrancándose por Ne me quittez pas y otros temazos escritos para gargantas más poderosas que la suya, ni tampoco al trabajo de esa Lady Gaga desaprovechada hasta lo doloroso.
A través de este recurso distanciador (menos mal que al director no le ha dado por citar a Brecht, que solo faltaba), Folie à Deux aspira a dejar claro que Arthur Fleck no es un Príncipe Payaso del Crimen, sino un pobre diablo encerrado en ese Asilo Arkham cuya plasmación (entre Alguien voló sobre el nido del cuco, Cadena perpetua y Brubaker) necesita impactarnos mediante la violencia, ya que no a través de la empatía.
Un proceso similar se da en el papel de Lady Gaga, cuyo trasunto de Harley Quinn se ve reducido a una mera serial killer groupie caracterizada a brochazos. Y que, para colmo, ac aba respondiendo al arquetipo de una Eva tentadora que arrastra a su pobre víctima a las garras del vicio (o, en este caso, de la locura homicida).
Sumado todo esto, el problema de Folie à Deux no es que juegue con personajes de cómic, alterándolos a conveniencia: es que, como su predecesora, lo hace mal. Darle la vuelta al jovial sadismo del Joker y la personalidad adictiva de Harley hubiera sido una idea valiosa de haberse llevado a cabo con un libreto menos arbitrario, con secundarios (de Steve Coogan a Catherine Keener) dotados con algo de profundidad y con una puesta en escena que supiera usar las piezas que pone en juego.
Pero, en esta película, dichas virtudes brillan por su ausencia. Con lo cual,... {getToc} $title={Tabla de Contenidos}