Las millennials prefieren la soltería antes que un novio conservador, ¿es el fin del romance?
Esta semana dinamicé un slow dating en Madrid, que aunque el anglicismo suena muy misterioso, no es otra cosa más que un evento donde reunimos chicos y chicas y desarrollo dinámicas para que charlen de manera natural (y que así se rompa el hielo).
Al día siguiente, hablando con uno de ellos, me dijo que por desgracia se notaba que había una brecha considerable entre la mentalidad de las y los participantes. Como que algunos de los chicos eran muy conservadores mientras que, por las conversaciones que habían tenido, le daba la sensación de que las chicas estaban más deconstruidas.
"Creo que es un reflejo de la sociedad, que es el panorama que hay", decía. Y no le falta razón.
Hace unos días, la entrevista a la socióloga Maike van Damme ponía una incómoda realidad sobre la mesa, el panorama en España es desalentador si tenemos en cuenta el principal motivo por el que las mujeres no encuentran pareja.
Una de cada tres mujeres con formación y valores igualitarios no da con hombres que cumplan las mismas características.
Que este perfil de chico es poco común, es algo que no pilla por sorpresa a nadie a estas alturas, lo sorprendente es que la decisión de esas amigas -que todas tenemos alguna- no es la de 'aguantar' y tener una pareja así, sino que prefieren la soltería.
El precio de no seguirle el ritmo al feminismo ha resultado en que la cantidad de solteros involuntarios no va a bajar. Es más, la generación Z viene con "una brecha de feminismo mayor" decía la socióloga.
Según sus investigaciones, el 25% de los hombres con baja educación y valores tradicionales no van a encontrar una pareja mujer que comparta su nivel de educación y valores.
De "solterona" a "soltar a uno"
Una parte de mí siente el pecho henchido de orgullo cuando escucho a esas amigas solteras no conformarse y pasar página de citas que las tratan de una manera poco empática.
Hombres que les dicen que tienen interés, pero luego no les dedican ni un mínimo de atención, caballeros con nulas nociones de responsabilidad afectiva u otros con los que quedan durante meses y de repente desaparecen de la faz de la tierra (para regresar un año más tarde, generalmente con un mensaje en una red social).
"Para eso, mejor soltera", se dicen. Soltera que no sola, ni solterona.
La narrativa de la solterona, por suerte, es algo con lo que hemos conseguido romper. No venimos de un panorama que lo pusiera fácil, precisamente: en el siglo XVIII había escritos de filósofos que comentaban que para un hombre estar soltero era algo normal y hasta deseable, se veía como fuente de virtud y felicidad.
En cambio, la soledad femenina era un fracaso y estaba asociada a la tristeza, al riesgo de desarrollar la tendencia al mal o que se estaba más expuesta a caer en toda clase de extravagancias.
La idea empieza a cambiar a finales de ese siglo cuando en 1792, Mary Wollstonecraft empieza a reivindicar la necesidad de soledad para las mujeres, diciendo que la soledad y la reflexión son necesarias para dar fuerza a los deseos.
A esto debemos sumarle que tenemos nuevos referentes de solteras como Diane Keaton, Emma Watson, Angelina Jolie o Sofia Vergara, quienes disfrutan de su vida, familia y sus carreras.
Así que tiene lógica que ese empoderamiento, ese nivel de felicidad personal independientemente del estado sentimental, se vea reflejado también en el placer de estar sin una pareja al lado con su correspondiente dedicación y disfrute a otros vínculos, aficiones o proyectos.
Pero, por otro lado, me da pena que siendo mujeres a las que les gustaría una relación de pareja significativa, con la posibilidad de crear un proyecto de futuro compartido, no puedan hacerlo por el motivo de que "Así está el mercado".
No sé si será cuestión de que empiecen a mirar fuera de nuestras fronteras (siempre se ha dicho eso de que los países nórdicos son los más avanzados en lo que a feminismo se refiere) o de empezar a habar del elefante en la habitación.
Que los hombres españoles deberían ser más feministas.
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