Los gobiernos italiano y húngaro son los más duros en ese debate; España no altera su mensaje.
Un ataque con cuchillo en la ciudad occidental de Solingen por parte de un ciudadano de origen sirio y los grandes resultados de la ultraderecha en las dos últimas elecciones regionales en Sajonia y Turingia han cambiado el paso del Gobierno alemán: la migración ha pasado a ser un asunto central en los planes de un Olaf Scholz cada vez más desgastado. ¿La solución que ha planteado? Controles mucho más estrictos en las fronteras. Berlín reabre de esta forma un tabú que la UE tiene que volver a afrontar, meses después de aprobar un pacto migratorio que no gusta a casi nadie, y bajo la presión de los ejecutivos con discursos más duros con el asunto migratorio, como es el caso del italiano o el húngaro.
La realidad es que se trata de un tema incómodo (desde siempre) en Bruselas, pero eso no impide que Ursula von der Leyen quiera tomárselo en serio en el marco de la nueva Comisión Europea. Ahora, la pelota está en el tejado de los Estados miembros y los movimientos de Alemania tendrán con seguridad un efecto contagio en otros socios, más allá de las medidas que ya se están tomando en Italia o en Grecia.
En España, el cierre de fronteras no es una opción que contemple el Gobierno español para controlar la presión migratoria irregular, tal y como indicó esta semana el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska. "La libertad de circulación es un principio básico", indicó, recordando a su vez que España solo ha recurrido a estos controles en circunstancias muy puntuales y de seguridad como en la cumbre de la OTAN o para controlar la pandemia de la covid.
Mientras, el PP busca capitalizar el debate migratorio durante las próximas semanas, acogiéndose precisamente a los movimientos alemanes. Alberto Núñez Feijóo desarrollará una gira internacional que ya ha tenido Grecia como primera parada. De hecho, Mitsotakis es uno de los hombres fuertes del PPE en la UE. Por ahora no habrá reunión en Italia con Meloni, pero Génova insiste en que el objetivo es corregir el "desgobierno" de Sánchez respecto a este tema.
Al mismo tiempo, tanto Giorgia Meloni en Italia como Kyriakos Mitsotakis en Grecia (dos países que junto con España son fronterizos con el norte de África) han endurecido sus planes, pero el mensaje más rotundo llega desde Alemania. Scholz ya había dejado claro que su idea pasaba por las "devoluciones rápidas" sobre todo de aquellos migrantes que delinquieran. Ahora ha ido un paso más lejos con una mayor severidad en la vigilancia de las fronteras.
Espacio Schengen
En primer lugar, los controles afectan directamente al espacio Schengen, que es lo que asegura la libertad de movimiento dentro de la UE, pero recae en cada país miembro la gestión de sus fronteras. El paso dado por Berlín estará en vigor al menos durante seis meses y desde el Gobierno aseguran que es una manera de "controlar la inmigración irregular" y de dotar de "seguridad" a los ciudadanos. Estas medidas, recalcó la ministra del Interior, Nancy Faeser, "protegerán contra los graves peligros que plantean el terrorismo islamista y la delincuencia grave". Eso sí, ya ha habido quejas por parte de los socios fronterizos, como es el caso de Bélgica.
El endurecimiento de los controles fronterizos, sobre el papel, tiene que estar justificado por la existencia de una amenaza para el orden público o para la seguridad del país en cuestión, y Alemania cree que ambos puntos se cumplen ahora mismo, sobre todo después de los últimos ataques islamistas. Austria, Bélgica, Dinamarca, Francia, Luxemburgo, Países Bajos, Polonia, Reino Unido, República Checa y Suiza son los países con los que Alemania comparte fronteras (y solo Reino Unido no forma parte de Schengen) y desde el inicio del refuerzo se avisó a los ciudadanos que se podrán producir grandes atascos por carretera y también retrasos en los movimientos ferroviarios.
Los controles protegerán contra los graves peligros que plantean el terrorismo islamista y la delincuencia grave
No es poco habitual que se refuercen las vigilancias fronterizas, sobre todo tras atentados terroristas o, más en general, por un problema grave de salud pública, como sucedió durante la pandemia de covid-19. La clave por lo tanto en el caso alemán no estará en la medida en sí, sino en la duración de la misma. Seis meses es ya un periodo considerable para este tipo de pasos, pero además Berlín no descarta que se pueda alargar en el tiempo. Si se estandariza, se limitan a comentar fuentes comunitarias consultadas por 20minutos, "podría verse como algo recurrente para otros países", sobre todo en el caso de aquellos con gobiernos que abogan por "unas fronter... {getToc} $title={Tabla de Contenidos}