Hay vergüenza en no saber dónde está tu padre, vergüenza en no poder parar de buscarlo y vergüenza en desear dejar de buscarlo”. El secuestro de su progenitor, cuando Hisham Matar (Nueva York, 1970) tenía 19 años, le abrió, paradójicamente, la puerta a la pintura. Estudiaba Arquitectura en Londres. Sus padres habían abandonado Libia perseguidos por el Gobierno de Gadafi. Tras años de mirar bajo el coche cada vez que salían de casa, él y su hermano fueron enviados a estudiar fuera. Hisham estudiaba Arquitectura en Londres cuando su padre fue secuestrado en El Cairo. Nunca ha vuelto a saber de él. “Cuando tu padre desaparece, temes que cualquier cosa que hagas, hablar o dejar de hacerlo, pueda ponerlo en peligro. Puede que una opción sea replegarse en uno mismo. En ese marco, la pintura es una aparición. Son pensamientos articulados, es decir: lo contrario de la impotencia. Es una compañera muy generosa. No hay nada más generoso que una gran obra de arte: solo da”.
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