Uno de los primeros frentes de la Segunda Guerra Mundial se ubicó en un ring de boxeo. En 1938, un año antes de que la Alemania nazi invadiera Polonia, la pelea entre el afroamericano Joe Louis y el alemán Max Schmeling en el Yankee Stadium de Nueva York estuvo rodeada de una fuerte carga propagandística: Schmeling, que ya había derrotado en otra ocasión a Louis, era presentado por el ministerio de Propaganda de Goebbels como un símbolo de la superioridad aria, alabado por Hitler, que no perdía ocasión de agasajarle o fotografiarse con él. Por ello, cuando Louis le venció con contundencia (le noqueó en el primer asalto, tras apenas dos minutos que bastaron para hospitalizar al alemán diez días), Schmeling cayó en desgracia, dejó de aparecer en la prensa del Tercer Reich y tuvo que ocuparse de que, con la pérdida del favor del Führer, personas de su entorno cercano no fueran perseguidas.
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