Tenemos que hablar de San Fermín: por qué 1,3 millones de personas ven un encierro en el que ya no pasa 'nada'

Tenemos que hablar de San Fermín: por qué 1,3 millones de personas ven un encierro en el que ya no pasa 'nada'

"Los encierros de este año han sido un aburrimiento, tío. Ni el día en el que se quedaron dos en la plaza... que pillasen a alguien", le dice un chaval de unos 18 años a otro. "¿Pero tú te has levantado a verlos?", le cuestiona su colega. "Qué va, me los pongo en Youtube cuando me levanto, pero son todos iguales, no pasa nada", acaba admitiendo el primero. Esta conversación, escuchada en el bar de una piscina de una localidad cualquiera de Navarra, ejemplifica muy bien el momento agridulce que viven los encierros de San Fermín desde hace unos años y que se ha replicado en los de este año. Por un lado, RTVE ha reunido cada mañana, de media, a casi 1,3 millones de espectadores, un 2,5% más de share que el año. Por otro, las quejas se suceden sobre el núcleo de las fiestas patronales más conocidas de España.

Lo hace porque, de unos años a esta parte, lo que sucede cada mañana en los 875 metros del recorrido del encierro es muy parecido a lo que se vio el día anterior, y será muy parecido a lo que suceda el día siguiente. Y así, repetitivamente, desde el día 7 de julio hasta el día 14, horas antes de entonar el Pobre de mí. No es el primer año en el que las quejas por el encierro saltan a la palestra, pero últimamente, la cantinela se repite en redes y en muchas conversaciones de aquellos todavía fieles al cántico de San Fermín. El encierro no termina de dejar a gusto a una inmensa cantidad de personas, pero muy en particular a aquellas que sintonizan la 1 para encontrarse una experiencia imprevisible cada mañana y que, de forma poco velada, empiezan a expresar en alto un deseo oscuro: quieren más ver sangre.

Sin embargo, el encierro, como todo en la vida, ha seguido su propio camino. Atendiendo a los datos, es evidente que la fiesta se ha reconducido hacia un espectáculo fulgurante y más anticipable para todos, en lugar de la ruleta rusa en la que se podía convertir hasta el año 2005. "Se ha buscado hacer unos encierros mucho más rápidos, menos peligrosos y más previsibles, al igual que ha pasado con el resto de la fiesta. Estos han cambiado, igual que han cambiado los sanfermines", comenta Miguel Izu, jurista, y expolítico y escritor, entre otros volúmenes, de Los sanfermines ya no son lo que eran.

Este camino que mencionábamos antes es palpable con los datos —duración, corneados y traumatismos, la santísima trinidad— en la mano. Para ello basta con echar la vista atrás. Si en la década de los 80 nos encontrábamos con una duración media que rozaba los cuatro minutos de media, con especial mención a los de 1980 —los únicos en los que un toro, Antioquío, acabó con la vida de dos jóvenes de 26 y 29 años, en un mismo encierro—, nos encontramos con que, entre 2010 y 2019, el tiempo apenas ha superado los 2:30 minutos.

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