El aeropuerto de Barajas tiene habitualmente dos salas dedicadas a la atención de los migrantes que solicitan asilo después de ingresar por vía aérea en España. Una de ellas está destinada a albergar a aquellas personas cuyas solicitudes se admiten a trámite en el lapso de tiempo en el que se resuelve el expediente. En la segunda están los "inadmitidos", aquellos migrantes cuya solicitud.
Cuando la situación se complica, las autoridades habilitan otra estancia, conocida como "sala 2" para derivar allí a una parte de los solicitantes de asilo. Pues bien, en vísperas de agosto y con las pateras presionando en Canarias, la situación en Barajas tampoco es fácil y las autoridades han tenido que poner en marcha esta tercera estancia.
La coyuntura, como matizan, no es tan crítica como hace meses, cuando trascendieron imágenes de hacinamiento de personas en estas mismas salas, infestadas de chinches y en condiciones de insalubridad. Sin embargo, que se haya reactivado esta tercera dependencia es una señal de que el aeropuerto está sufriendo una presión migratoria, cuando menos, significativa: "Se está empezando a saturar".
La mayoría de los migrantes que solicitan asilo llegan desde Mauritania o Marruecos aprovechando las conocidas como pateras aéreas. Se trata de vuelos internacionales con destino a países americanos y escala en España, parada que aprovechan para dirigirse a las oficinas de asilo de los aeropuertos como el de Barajas a solicitar la protección internacional. Una vez que han iniciado este trámite, no pueden ser expulsados, al menos en unos días, situación que provoca aglomeraciones y la saturación de dichas salas.
Los agentes tienen perfectamente identificado el modus operandi de las mafias, que montan a los migrantes en estos vuelos, habitualmente de la aerolínea Royal Air Maroc, para llegar a España. Los policías, desde hace unos meses, comprueban cómo llegan hasta Barajas decenas de migrantes en situación irregular que portan un pasaporte mauritano. No obstante, cuando arriban, algunos incluso admiten que no son de allí, sino que proceden de países como Gambia o Guinea, lo que deja a las claras que las mafias les facilitan estos pasaportes, conscientes de que con ellos pueden entrar en el aeropuerto.
El caso de Chad y Sudán
A tenor de esta situación, las fuentes consultadas lamentan que desde el Gobierno no se tomen medidas diplomáticas para frenar este problema, que es recurrente y lleva a la saturación de las dependencias para acoger a los migrantes en el aeropuerto. "Mauritania y Marruecos son intocables", se resignan las mismas fuentes, que rememoran cómo en casos similares, desde el Gobierno sí se pusieron cartas en el asunto. Concretamente una coyuntura reciente. Durante el último repunte de afluencia en estas salas, allá por el mes de mayo, los agentes detectaron cómo ciudadanos de Chad se hacían pasar por nacionales de Sudán para lograr el asilo, aprovechando que el país está en guerra y podrían recibir dicha protección.
Como respuesta al repunte de chadianos que intentaron esta maniobra, el Gobierno impuso el visado de tránsito en los aeropuertos a los ciudadanos de Chad y Sudán, imposibilitándoles transitar por la zona internacional del aeropuerto. De esta forma se frenó esa vía de entrada casi de forma instantánea.
Actualmente, los nacionales de 25 países deben presentar el visado de tránsito para poder transitar por la zona internacional del aeropuerto: Burkina Faso, Camerún, Chad, Costa de Marfil, Cuba, Djibuti, Gambia, Guinea, Guinea Bissau, Haití, India, Kenia, Liberia, Mali, Palestina, República del Congo, Senegal, Sierra Leona, Siria, Sudán, Tayikistán, Togo, Turquía, Uzbekistán y Yemen.
Los sindicatos policiales llevan meses reclamando que se imponga esta medida para frenar la entrada con los ciudadanos mauritanos. De hecho, el Sindicato Unificado de Policía (SUP) ya advirtió en el mes de enero que estos nacionales serían los que protagonizarían los colapsos en las salas de asilo después de la crisis con los ciudadanos senegaleses de principios de año.
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