La veterinaria 'fake' que aterraba a la Selva de Girona: "Operaba perros en el capó del coche"

La veterinaria 'fake' que aterraba a la Selva de Girona:

Cuando los veterinarios colegiados de Vidreres —una localidad de 7.000 habitantes de Girona— se enteraron de la detención e ingreso en prisión provisional de Natalia R.C., respiraron tranquilos. "Ahora sabemos que no está por ahí haciendo lo que no debe", reseñan desde una clínica veterinaria de la localidad. La mujer, casada y madre de gemelos, llevaba años en el punto de mira por maltrato animal. Muchas de las mascotas que trató, terminaron muriendo. También fue detenida con anterioridad por los Mossos, pero el juez la dejó en libertad. No contaba, siquiera, con un local físico donde trabajar. "Iba a los domicilios de los clientes, operaba a los perros en el capó del coche y hasta tenía un cementerio de animales en el jardín de la casa de sus padres", reseñan desde la protectora animal Pallafolls. A pesar de ubicarse a unos 17 kilómetros de Vidreres, esta entidad lleva años denunciando las crueldades de la arrestada.

La historia de la veterinaria fake de la comarca de la Selva es digna de ciencia ficción. Su identidad es de sobra conocida en la zona: "¿Hablas del caso de Natalia Ràfols? Sí, sí, claro que sé quién es", relataron a este diario desde uno de los negocios consultados de la localidad. Tras una década realizando supuestas atrocidades y recibiendo denuncias a mansalva, parece ponerse fin a las denuncias de tortura. Después de ser detenida, el Juzgado de Instrucción Nº4 de Santa Coloma de Farners decretó su ingreso en prisión provisional eludible bajo el pago de 6.000 euros de fianza. El juez, como relató Europa Press, también le prohíbe estar en contacto con animales. El hartazgo de los clientes afectados era tal que llegaron, incluso, a crear la web Stop a la no veterinaria de Girona para difundir sus casos: "Se hizo justicia después de 12 años", escribieron este martes. Pero, ¿quién era Natalia?

La falsa profesional, de 50 años, 1,60 de altura, pelo castaño y originaria de Tossa de Mar, ejercía en Vidreres porque era la ciudad natal de su marido. Se desplazaba de un lado a otro en una peculiar furgoneta marrón conocida por todos. Tampoco es la primera vez que tiene problemas con las fuerzas de seguridad. La mujer contaba con antecedentes por malas praxis desde 2012 y el Colegio de Veterinarios de Girona la había inhabilitado por sus negligencias médicas hasta en tres ocasiones. De forma paralela, los Mossos d' Esquadra no cesaban de recibir denuncias por estafa y maltrato animal contra Natalia. Fuentes del cuerpo explican que cada caso era diferente, pero que muchos terminaban con un final trágico para las mascotas. Las primeras querellas de 2017 fueron tramitadas en el juzgado, pero la mujer quedó en libertad.

Echando un vistazo a los grupos de animalistas de la provincia, varios residentes compartieron su experiencia con la mujer: "Dejé mis gatos temporalmente en una casa de acogida y los han secuestrado", relata, por ejemplo, una afectada. Su testimonio es de 2020; tres años después de que una sentencia judicial le impidiese volver a ejercer su profesión. Este es otro de los servicios que ofrecía Natalia, una guardería para mascotas que, en ocasiones, ni siquiera devolvía.

EP

Las pesquisas, según los Mossos, han sido largas. El arresto se produjo finalmente el 9 de julio por la Unidad de Investigación de la comisaría de Santa Coloma de Farners, a 13 kilómetros del municipio donde ejercía la profesión ilegalmente. Lo que aún no ha quedado claro es cómo conseguía la medicación. Para acceder a medicina veterinaria es necesario mostrar el número de identificación como licenciado. Según ha podido conocer este periódico, el propio Colegio de Veterinarios de Girona está investigando cómo consiguió los fármacos para animales.

Cuando los agentes llegaron al supuesto local donde hacía sus intervenciones quirúrgicas se toparon con un espacio cerrado a cal y canto. Por ello, descubrieron que operaba en una habitación de su vivienda donde muchos animales terminaban muriendo. El hallazgo se produce siete años después de que los agentes rurales encontraran más de 80 cadáveres en el jardín de la madre de Natalia, ubicado en la localidad costera de Tossa de Mar.

El Confidencial

"El otro día rescatamos a un perro perdido en la carretera. Al final, dimos con el dueño y nos dijo que tenía chip. Era mentira; Natalia le había cobrado, pero era un chip falso", reseñan desde la protectora. Al parecer, la veterinaria fake le había explicado al cliente que el identificador tardaría meses en tramitarse.

Las consecuencias de sus atrocidades son múltiples. Además de las muertes de los animales, otros tantos llegaban moribundos a las clínicas homologadas. "Por ejemplo, tuvimos que abrir a una gatita por una infección en el abdomen. También tuvimos un caso de una perrita a la que dijo que había operado y no lo hizo… y así, muchos más. Y hace unos cuatro años, una compañera me dijo que Natalia le había suplantado la identidad para hacer algunos trámites", continúan.

La mujer conseguía atraer a los clientes por sus módicos precios. "Si colocar un chip cuesta 50 euros, ella cobraba 30", continúan. El pago, además, se hacía en efectivo o vía Bizum. Desde una clínica veterinaria de Vidreres también han escuchado de todo: "Un hombre llevó unas crías de gatitos. Ella les dijo que se habían muerto y él pidió los cadáveres. La mujer le entregó los restos de unos patos", concluyen.



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