Plazas sin vecinos y ruido de 'trolleys': el cóctel de turismo y vivienda prende en Andalucía

Plazas sin vecinos y ruido de 'trolleys': el cóctel de turismo y vivienda prende en Andalucía

Cuando la Virgen de Montserrat, en una larguísima chicotá, entra en la plaza de Molviedro con la marcha Margot, apenas hay nadie asomado a los balcones. Es uno de los momentos más señeros de la Semana Santa en Sevilla, pero no hay vecinos en el antiguo Compás de la Laguna para verlo. Todos los números de esta plaza del corazón de Sevilla están ocupados por un hotel. Es la primera zona residencial de la capital andaluza ocupada totalmente por alojamientos hoteleros, con la excepción de la capilla del Mayor Dolor. En la otra gran ciudad de Andalucía hay una plaza que va por el mismo camino. En la plaza de la Merced, un 73% de las viviendas es un alojamiento turístico, por lo que tampoco habrá muchos vecinos el próximo 29 de junio, cuando está prevista una protesta contra esa situación. "Málaga para vivir, no para sobrevivir". Es el lema de un movimiento ciudadano que se extiende poco a poco por las grandes ciudades de Andalucía, donde el cóctel del turismo masivo y el problema de la vivienda ha desembocado en una indignación cada vez mayor y que toma forma en las calles.

La capital de la Costa del Sol lleva ventaja en Andalucía en esta indignación, que ya ha cristalizado en otras ciudades del país, como Madrid y Barcelona. "No ha sido una gentrificación clásica, en la que poco a poco se eleva el precio, aquí ha sucedido muy rápido", explica Kike España, investigador de la Universidad de Málaga con una beca postdoctoral que estudia las relaciones entre los procesos de turistificación y las estrategias culturales y uno de los impulsores del movimiento. Vive cerca de la Plaza de la Merced, junto al barrio de Lagunillas. Es una de esas zonas próximas al centro de Málaga donde cada vez se ven más anuncios de pisos turísticos, una muestra de la expansión "en cascada" de este fenómeno que desemboca en una subida generalizada del precio de la vivienda. "Esto afecta a la población vulnerable, pero también a las clases trabajadoras", zanja España, que cuenta que ya hay profesores y profesionales sanitarios que ya no pueden permitirse vivir en la ciudad y tienen que buscar piso en localidades vecinas, como Vélez Málaga.

España pone el punto de inflexión a partir de 2016, con la popularización de plataformas como Airbnb, con el paréntesis de la pandemia de covid de por medio. El Banco de España cifró en un informe reciente en un 50% el porcentaje de viviendas turísticas que hay en el centro de Málaga, lo que para Kike España es una "flagrante irregularidad" en términos urbanísticos. Los planes de ordenación califican los edificios de viviendas como residenciales, pero esos porcentajes de ocupación provocan, para este experto, una "perversión" que, además, es un contrasentido en términos turísticos. "En el centro de Málaga no queda prácticamente comercio local con singularidad, se ha convertido en una ciudad global", explica, al tiempo que se pregunta si tiene lógica viajar desde Berlín o Manchester al sur de España si el turista se va a encontrar lo mismo que en su ciudad de origen, pero con sol y mejores temperaturas.

Estas preguntas son las mismas que se hacen en Sevilla, Granda o Cádiz, donde el movimiento es más incipiente, pero comparte sensaciones. En la ciudad de la Alhambra ya se produjo una concentración hace unos días auspiciada por la asociación Albaycin Habitable, que pone el foco en la pérdida de identidad de este histórico barrio. En Cádiz los problemas son similares a los de una isla, dado el escaso espacio que queda en la península que ocupa la ciudad más antigua de Occidente y donde la marcha también está prevista para el día 29 de junio, convocada por Cádiz Resiste. En Sevilla habrá una protesta el día 26, impulsada por la plataforma Sevilla se Muere, pero el Movimiento por la Vivienda de Sevilla todavía está enfrascado en el proceso asambleario.

Carlos Rocha. Sevilla

"Dijeron que el covid serviría para replantear la apuesta por el turismo, pero no ha servido para nada, hemos vuelto a lo de antes", explica Jaime Jover, investigador postdoctoral en el departamento de Geografía Humana de la Universidad de Sevilla y que investigó en su tesis sobre el impacto del turismo en el casco histórico de la capital andaluza. Para este experto, la chispa ha prendido por un doble fenómeno: el alza del precio de la vivienda y la cesta de la compra y la constatación de que "mucha gente joven que gana 2.000 euros al mes se da cuenta de que no va a poder tener una vivienda en su vida". "Hay gente que no puede salir del alquiler, pero tampoco puede ahorrar para comprar", zanja el geógrafo.

Esta oleada de protestas cuenta con el apoyo de viejas organizaciones relacionadas con el derecho a la vivienda que proceden del 15-M o la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), pero tiene una mayor transversalidad. "Es para estar contentos y al mismo tiempo preocupados porque eso significa que todo el mundo padece este problema", cuenta Arturo Muñoz, uno de los portavoces de Albaycín Habitable. La concentración del 16 de junio en la ciudad granadina, apunta Muñoz, "generó un entusiasmo grande" y "unió bastante al barrio a pesar de las diferencias de edad, estrato social o ideología política". El impacto en redes sociales llegó hasta el dúo granadino La Plazuela, que compartió la acción surgida a partir de un grupo de conocidos de este barrio preocupados por la deriva de esta zona y que nació hace apenas dos meses.

"El problema no está en el pequeño propietario, está en una calle con 7 casas que pertenecen a la misma persona o cuando compran un carmen [construcción tradicional granadina] para trocearlo en varios apartamentos y después alquilarlo", relata Muñoz, que lamenta que la vida cotidiana del Albaicín se ha visto muy afectada últimamente al tratarse de un barrio de pequeño tamaño. "Hemos perdido una farmacia y una ferretería", refiere el activista, que pone el foco en que el proceso de despoblación que sufre la ciudad nazarí, que es más acusado en este barrio situado a los pies de la Alhambra. En Granada, la presión turística, además de en el Albaicín, también se deja notar en el Realejo, la zona que rodea a la catedral y el Sacromonte.

La plaza de la Merced de Málaga. (EFE/Jorge Zapata)La plaza de la Merced de Málaga. (EFE/Jorge Zapata) La plaza de la Merced de Málaga. (EFE/Jorge Zapata)

La alcaldesa de Granada, Marifrán Carazo, hizo una llamada a "la tranquilidad" tras la protesta en el mítico Mirador de San Nicolás, en una reacción mucho más medida que la de Francisco Pomares, concejal de Vivienda del Ayuntamiento de Málaga. El edil popular acusó a la oposición de organizar una "yihad o guerra santa" contra el turismo, un mensaje que han captado los organizadores de la marcha del 29 de junio, como Kike España. Para este urbanista, las instituciones tienen un papel clave en lo que ha ocurrido en Málaga, con la connivencia, inicialmente, de la población. "Hace 10 o 15 años era un tabú criticar al turismo en Málaga", rememora. Fue entonces cuando empezó un proceso de regeneración del centro histórico de la ciudad con el objetivo de hacerla atractiva para los millones de turistas que llegaban a la Costa del Sol, pero no pasaban por Málaga.

Según Kike España, hay varios hitos en la ciudad, como la apertura de una serie de museos de muy diversa índole que inauguró el Museo Picasso, en 2003. "Fue una apuesta por hacer algo diferenciador", apunta el investigador, que admite que la apuesta por regenerar la ciudad puso de acuerdo a los dos grandes partidos y a las tres administraciones en el impulso de infraestructuras como el aeropuerto o el tren de alta velocidad. "El resultado es un parque temático en el que se han sustituido habitantes por visitantes", sentencia este urbanista, que duda de las medidas anunciadas por el gobierno local de Francisco de la Torre.

Como en Granada y en Sevilla, el alcalde malagueño ha anunciado el final de las nuevas licencias para pisos turísticos, algo que España considera insuficiente ante la saturación ya existente. En la capital hispalense, el PP se ha encontrado con el rechazo de PSOE, Vox y Podemos-IU en su intento por prohibir nuevos pisos turísticos en las zonas saturadas, el centro y Triana, ya que la oposición aspira a una moratoria en todo el municipio. En Cádiz, el PP ha mantenido las limitaciones que aprobó José María González, Kichi, en 2022. Todos los alcaldes de las capitales andaluzas son del PP, igual que el Gobierno andaluz, pero es cierto que la Consejería de Turismo tiene sus reservas con las limitaciones a los pisos turísticos. Hace apenas unas semanas, el titular de Turismo, Arturo Bernal, defendió las bondades que el turismo han llevado a los centros urbanos a la hora de regenerarlos y reactivarlos.

"Hay un cierto hartazgo con las instituciones", destaca Jaime Jover, que cree que las administraciones han caído en la inacción. La ley estatal de vivienda, asegura, ha sido inane porque son las comunidades autónomas las que tienen la última palabra y los Gobiernos en manos del PP no la han aplicado. La apuesta ahora en los poderes públicos pasa por una mayor inversión en vivienda pública, pero los efectos no se notarán hasta que pasen, al menos, 5 años. El aval a la compra de viviendas para los jóvenes, según el geógrafo sevillano, demuestra un "desconocimiento de la realidad social del país". "La única solución real es controlar el precio de los alquileres", apunta. Algo que ningún partido con poder de gestión se plantea, mientras que la plaza de Molviedro sigue sin sevillanos en los balcones.



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