La tensión comercial entre la UE y China salpica a los ganaderos españoles: “¿Qué tiene que ver un cerdo con un coche eléctrico?”

La Comisión Europea dio el 12 de junio un golpe sobre la mesa: anunció que aumentará los aranceles a la exportación de vehículos eléctricos chinos, un mercado que ha empezado a desplazar a los fabricantes del Viejo Continente. Bruselas argumenta que la industria del país asiático se está aprovechando de las subvenciones de Pekín para competir con ventaja en suelo comunitario. La respuesta no se hizo esperar. Cinco días después, el Gobierno del Partido Comunista devolvía el tiro, pero apuntando al sector porcino europeo, que poco tiene que ver con los enchufables, que no depende de las baterías eléctricas, pero que casualmente lidera España —con creces— como la mayor exportadora del bloque comunitario.

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