Mezclar aceites distintos al freír puede acelerar su degradación y afectar tanto a la calidad de tus comidas como a tu salud, ya que su reutilización puede estar relacionada con enfermedades cardiovasculares. Conoce los riesgos y cómo evitarlos en tus recetas.
En España, el aceite es un ingrediente básico en todas las cocinas, especialmente a la hora de freír. Sin embargo, muchas personas desconocen los riesgos de mezclar aceites diferentes al cocinar y consecuencias negativas que esto puede tener para la calidad de nuestras comidas y nuestra salud. Con el uso del aceite, este se va degradando hasta producir compuestos polares, que no deben superar el 25%.
A su vez, la generación de estos se acelera si se mezcla el aceite usado con el nuevo o diferentes tipos de aceites. Esto se debe a que cada aceite tiene un grado de saturación distinto y se deteriora a una velocidad diferente. Cuando mezclamos aceites, el más degradado contamina al otro, acelerando su deterioro. Así, el aceite nuevo acaba estropeándose más rápidamente de lo normal.
¿Qué riesgos conlleva mezclar aceites?
Además de afectar el sabor y la calidad de los alimentos, freír con aceite degradado puede tener efectos negativos para la salud. Estudios han relacionado el consumo de aceites recalentados con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares. Por ello, es importante controlar la calidad del aceite que usamos para freír y no es del todo recomendable mezclar aceites diferentes que estén degradados o que puedan acelerar este proceso.
Consejos para un uso adecuado del aceite
Para mantener la calidad del aceite y freír de forma saludable, sigue estos consejos:
- Usa aceites resistentes a altas temperaturas, como el de oliva, girasol o coco.
- Evita mezclar aceites diferentes, especialmente nuevo con usado.
- Filtra el aceite después de cada uso para eliminar residuos.
- Renueva el aceite cuando notes cambios en el color, olor o sabor.
- No recalientes el aceite en exceso, mantén una temperatura adecuada.
En definitiva, mezclar aceites diferentes al freír puede parecer inofensivo, pero si está muy degradado también podría tener consecuencias para la calidad de nuestra comida y potencialmente para nuestra salud. Siguiendo unos sencillos consejos, podemos aprovechar al máximo este ingrediente básico en la cocina española.
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