Spottorno: "La princesa Letizia participó en el grupo de trabajo" de la abdicación

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La gestión de la abdicación del Rey Juan Carlos fue probablemente el mayor reto al que tuvo que hacer frente Rafael Spottorno, jefe de la Casa Real entre 2011 y 2014. Él fue quien lideró el grupo de trabajo sobre el que recayó el deber de pilotar un acontecimiento inédito e histórico y en el que participaron muy pocas personas. Una de ellas fue la entonces princesa Letizia. Se incorporó al sanedrín junto al príncipe Felipe una vez que el emérito comunicó a quien debía sucederle la decisión que había tomado. Muchas de las aportaciones que planteó don Felipe se tuvieron en cuenta, ha recordado Spottorno, protagonista junto a Elena Valenciano, ex vicesecretaria general del PSOE, del coloquio ‘Diez años de una abdicación histórica’, celebrado en el Ateneo de Madrid.

"Desde el momento que el rey se lo comunicó a quien iba a sustituirle, a la reina y a sus hijas, desde ese momento, incorporamos al grupo de trabajo al Príncipe y a la Princesa", ha explicado Spottorno, acompañado también por Javier Ayuso, exjefe de Comunicación de la Zarzuela y encargado de moderar el encuentro. El último jefe de la Casa Real que tuvo el emérito ha destacado que tras la decisión de ceder el trono, extremo que en más de una ocasión el monarca había rechazado alegando que “los reyes se mueren, no abdican”, no hubo otro motivo que el de velar por los “intereses generales de España. Este había sido el leitmotiv de su reinado y creo que eso mismo le condujo a tomar la decisión de abdicar. Seguramente no fue un trago agradable”.

“Estoy seguro de que el rey Juan Carlos lo maduró durante un tiempo. La confirmación absoluta de que iba adelante y no había marcha atrás fue a finales de febrero o principios de marzo”, ha precisado. El emérito, tras 39 años de reinado, cedió el testigo a su hijo en un momento terriblemente delicado, pero a la vez idóneo. El Rey anunció que abdicaba el 2 de junio de 2014. Poco más de una semana antes, el domingo 25 de mayo, se habían celebrado elecciones europeas y el PP y el PSOE, por primera vez en la historia, no consiguieron superar entre ambos el 50% de los sufragios. El entonces vendaval Podemos irrumpió en la Cámara comunitaria con cinco representantes, ha recordado Valenciano. La crisis política, económica, social e institucional golpeaba España y en la Zarzuela hacía demasiado tiempo que semana tras semana comprobaban cómo caía el respaldo de los españoles a don Juan Carlos.

La Casa Real encargaba por aquel entonces una encuesta semanal, ha rememorado Ayuso, y si los datos castigaban al emérito, las cifras se invertían cuando se preguntaba por don Felipe. El PSOE estaba pendiente de la celebración de un Congreso y de la elección de un nuevo secretario general -las primarias se celebraron en julio y Pedro Sánchez se impuso a Eduardo Madina y a José Antonio Pérez Tapias-, “teníamos la certeza de que se iba a producir una Diada muy complicada y teníamos, todavía mucho peor, la amenaza de una consulta popular [en Cataluña], que tuvo lugar el 9 de noviembre para decidir contra la legalidad vigente. Todo ello creaba un ambiente enrarecido, complicado. La sensación era la de fin de ciclo”, ha destacado Spottorno, convencido de que el momento fue el idóneo porque aunque se podría haber producido antes -este periódico ya publicó en 2013 que el Rey Juan Carlos sopesaba abdicar-, hubiese sido mucho más complicado hacerlo después. También influyó el caso Nóos y la imputación de la infanta Cristina.

Fernando Delgado

Dos de las personas determinantes, aunque ajenas a ese círculo que se reunía en la Zarzuela, fueron el entonces presidente del Gobierno y líder del PP, Mariano Rajoy, y el secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba. Los populares gobernaban con una holgada mayoría absoluta y simplemente con sus votos bastaba para refrendar en el Congreso la ley orgánica que reguló la abdicación, pero en la Casa Real sabían que debían implicar también a los socialistas. “Desde el principio entendíamos que la colaboración del PSOE era imprescindible”, ha destacado Spottorno y entre las “incógnitas” que preocupaban al entorno del Rey figuraba el Congreso del PSOE y la posibilidad de tener que lidiar con un nuevo secretario general que no tuviera los vínculos que Rubalcaba, a lo largo de los años, había tejido con don Juan Carlos. Por eso, en cuanto el emérito trasladó a Rajoy su decisión inmediatamente hizo lo mismo con el líder de la oposición. Fue a finales de abril, principios de mayo.

Al día siguiente citó a Rubalcaba y le pidió su ayuda y este se la dio incondicionalmente desde el principio”, ha recordado Spottorno. Valenciano, por su parte, ha remarcado que si no hubo fisuras -solo un diputado del PSOE no votó a favor de la ley orgánica- fue gracias a la labor que hizo el entonces secretario general, que retrasó el Congreso del PSOE. “El partido estaba en un momento de efervescencia, contagiado por el ambiente político que se vivía en España y Rubalcaba tenía una característica clave, veía más allá, siempre le daba tiempo a organizar todos los escenarios y esto le sirvió para aquel momento”. Que el socialista asumiese dicha responsabilidad no fue por una cuestión de protagonismo, fue porque pensó que era mejor que la gestionase “un secretario general que estaba de salida y no cargársela al próximo”, ha explicado Valenciano. La socialista ha recordado que no hay que perder de vista que el PSOE tiene una alma republicana y el partido vivió una “batalla interna importante”.

José Antonio Zarzalejos

El círculo de personas que estaba al tanto de la abdicación siempre fue muy reducido, pero en la Casa Real temieron una filtración hasta el último minuto. Spottorno se levantó a las 6.00 de la mañana del día elegido para el anuncio, lo hizo simplemente para encender la radio y comprobar si la noticia ya estaba circulando. Cuando vio que no hacían la mínima referencia volvió a meterse en la cama, según ha contado. Los trabajos fueron discretísimos y también contaron con la ayuda del expresidente del Congreso Landelino Lavilla. Fue a propuesta del propio Rey, que recomendó su nombre para garantizar que la ley de la abdicación, con un preámbulo en el que el monarca explicó los motivos de su renuncia, con un solo artículo y una disposición final única, no tuviera ningún tipo de error jurídico.

Quien no participó en el proceso fue doña Sofía, quien perdió la condición de Reina “sin ser preguntada por nadie”. “No tuvo ni arte ni parte”, ha asegurado Spottorno, que ha elogiado el papel desempeñado por esta, “la discreción llevada al extremo, la tranquilidad. Su papel siempre ha sido inmejorable”.



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