La sentencia acredita que el asesino de Manuela Chavero era un "sádico sexual" y la violó

La sentencia acredita que el asesino de Manuela Chavero era un

Eugenio Delgado, el condenado por el asesinato de Manuela Chavero, es un “sádico sexual”. Así lo acredita la sentencia de la Audiencia Provincial de Badajoz después de que el jurado concluyera por unanimidad que la violó y después la mató y la enterró para ocultar su crimen. Los jueces han construido en su sentencia un perfil del asesino basado en sus relaciones con prostitutas y los testimonios de su entorno. Eugenio Delgado solo disfrutaba del sexo cuando infligía dolor. Esta es una de las claves que han permitido probar la agresión sexual sin la cual no habría sido posible aplicarle la prisión permanente revisable, a pesar de que los restos de su víctima estuvieron cuatro años bajo tierra.

La prisión permanente por un asesinato solo se puede aplicar cuando hay una agresión sexual previa, cuando la víctima es menor o especialmente vulnerable o cuando se producen varias muertes en el marco de una organización criminal. Ocho años después del asesinato, la familia de Manuela Chavero se presentó en la sala de vistas de la Audiencia Provincial de Badajoz con el objetivo de lograr la condena más alta del ordenamiento español para Eugenio Delgado, vecino suyo de la localidad pacense de Monesterio.

El reto de su abogada, Verónica Guerrero, era poder probar que hubo agresión sexual sin ninguna prueba biológica que lo acreditase. Tras cuatro años enterrado, el cuerpo de Manuela Chavero solo eran huesos. Presentaban múltiples signos de violencia, pero era imposible demostrar una agresión sexual a partir de los restos óseos del cadáver. En su lugar, la familia de la asesinada exploró otras herramientas en su poder.

Contaban con el apoyo de los familiares, la investigación de la Guardia Civil y algunos testimonios relevantes. Uno de los puntos a explotar era su actitud como consumidor habitual de servicios sexuales. Durante el juicio, el propio Eugenio admitió ser “usuario de servicios de chat con prostitutas a través de WhatsApp”, pero a esas alturas, esto eso no era ningún secreto para el capitán y el sargento de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil que declararon como testigos.

Su teléfono móvil

Los dos investigadores del caso comparecieron para explicarle al jurado lo que encontraron cuando tuvieron que analizar el teléfono móvil del acusado. Hallaron conversaciones con prostitutas, consumo de material pornográfico, chats, mensajería. Eugenio “había pedido sexo extremo: sadomasoquismo, humillación. Quería sexo doloroso, introducción de objetos”, usaba expresiones como "partir el culo". Hablaron con el marido de una prostituta que le hacía de agente y les dijo que el asesino “quiso llegar al máximo en la violencia”.

También quiso comprar la "virginidad anal de la prostituta para penetrarla con objetos hasta que sufriera dolor, hacer sangre". Se refería a la mujer como "género". Los investigadores contactaron a una de las prostitutas con la que estuvo un fin de semana. Según contó, Eugenio “la colocó a cuatro patas y la penetró tirándole fuertemente del cabello, haciéndole daño en el cuello sin que, después de quejarse, recibiera disculpa alguna”.

Alejandro Requeijo

También ha sido determinante para esta estrategia judicial el informe que el juez que investigó el caso encargó en 2021 a la Guardia Civil sobre el perfil de Eugenio Delgado. Él se negó a participar al igual que sus familiares directos. Pero la Unidad Central Operativa (UCO) del Instituto Armado entrevistó a todos los amigos y conocidos del investigado que se prestaron a ello.

Lo que contaron es que Eugenio Delgado era “un ser solitario al que le costaba hacer amigos”, “desde la infancia su padre fomentó su dependencia y minó su autoestima”, “le decía continuamente que su madre era una puta”, “malinterpretaba los gestos de amistad o educación de las mujeres y pensaba que las atraía sexual sentimentalmente y luego se frustraba y descargaba su ira o venganza”. Los investigadores juntaron todos estos elementos en su trabajo y concluyeron en que el acusado “reúne los criterios para ser calificado de sádico sexual”. Lo ratificaron en el juicio dos miembros de la Sección de Análisis del Comportamiento Delictivo de la Guardia Civil.

"Necesita el miedo de la víctima, el poder y el control sobre ella"

Quizá uno de los testimonios más valiosos lo aportó una chica que tenía relación con el asesino a quien no le dio su consentimiento para realizar prácticas sexuales violentas. “Añadió que Eugenio necesita el miedo de la víctima, el poder y el control sobre ella. Si hay consentimiento no le satisface porque solo le excita el dolor o el temor”, recoge la sentencia de 50 folios conocida este lunes.

“Del conjunto de las pruebas practicadas ante el Tribunal del Jurado –dice la resolución de la Audiencia Provincial– cabe tener por acreditados los siguientes hechos-base: Que, por su condición de sádico sexual y al tener distorsionada su estimación del género femenino al que despreciaba, consideraba que podía doblegar la voluntad de Manuela por ostentar superioridad sobre ella y disfrutaba haciéndola sufrir”.

Su declaración durante la reconstrucción

Otras de las evidencias en las que se basaron las acusaciones fue una declaración espontánea que realizó el propio Eugenio Delgado cuando la Guardia Civil encontró los restos mortales de la víctima enterrados en una finca que había sido de su propiedad. Durante la reconstrucción de los hechos, el acusado dijo a los mandos de la UCO que le acompañaban que "si encontraban semen en el cadáver era suyo porque habían mantenido relaciones sexuales antes de que falleciera". Sin embargo, “ha quedado acreditado que víctima y victimario no mantenían relación sentimental ni sexual (consentida)”, zanja la sentencia.

Nacho Abad

El relato de hechos probados dice que la madrugada del 5 de julio de 2016 Eugenio Delgado urdió un engaño. Le dijo a Manuela Chavero que le iba a devolver una cuna prestada que le había pedido años atrás para unos amigos. Ella se encontraba sola en casa por estar sus hijos con su exmarido y el acusado consiguió que le acompañara a la vivienda cercana, separada apenas por 80 metros. “Impedida de obtener auxilio, la agredió sexualmente y le ocasionó la muerte aprovechando su notoria fortaleza física en contraposición a la complexión menuda de la agredida”. Esta sentencia no es firme y contra ella cabe posibilidad de recurso.

Si el condenado agota todas las instancias posibles, el caso acabará en el Tribunal Supremo. Precisamente, la Audiencia de Badajoz cita en su sentencia la jurisprudencia del alto tribunal, según la cual, ni siquiera es necesario que haya penetración para que una agresión sexual le cueste a un acusado la prisión permanente revisable en caso de que después acabe con la vida de su víctima.

“Un contacto corporal inconsentido que tenga una significación indudablemente sexual implica un ataque a la libertad sexual”, advierten los jueces. La sentencia ha aceptado también la petición de la familia de aplicar además una agravante de género a los hechos, es decir, que cometió el delito por motivos de discriminación referente al sexo femenino de la víctima.



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