España vive pendiente de tres siglas, VUT, que en los últimos años se han extendido sin tregua por muchas ciudades. Las viviendas de uso turístico, como genéricamente se conoce a las casas que se arriendan a visitantes ocasionales, forman ya parte cotidiana de un mercado inmobiliario que lleva a muchas familias al límite de sus capacidades para acceder a una vivienda. Pero también de un mercado turístico que vuelve a batir récords tras la pandemia. Y la posición de muchos sobre este tipo de inmuebles varía si se piensa con perspectiva de vecino o con perspectiva de turista. O eso es, al menos, lo que sugieren los datos: mientras aumenta la contestación ciudadana a los pisos vacacionales en España (y en muchas otras partes del mundo) también crece el negocio, lo que indica que usuarios no faltan. El fenómeno ha alcanzado tal envergadura que el negacionismo se hace imposible. Administraciones de todo color político intentan acotarlo, incluso en ayuntamientos que durante años trataron con sordina el asunto, hasta que este se ha convertido en un ruido atronador.
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http://dlvr.it/T75BVm
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