Estuvo en el centro de la estructura que dio origen al presunto pago de sobornos de la familia Cotino a personas cercanas el exministro de Trabajo, Eduardo Zaplana. Beatriz García Paesa, sobrina del que fue espía y agente de los servicios secretos españoles, el fallecido Francisco Paesa, gestora fiduciaria de patrimonios ajenos con oficina en Luxemburgo, tenía mucho que decir este viernes en el juicio del caso Erial que se celebra en Valencia. Comparecía como testigo a petición de la Fiscalía Anticorrupción, pero su declaración, pese a confirmar el traspaso de participaciones y fondos entre las partes, fue menos contundente en algunos aspectos de lo que había quedado plasmado durante la fase de instrucción. Y arrojó, además, un balón de oxígeno al expresidente de la Generalitat Valenciana, acorralado por la lluvia de confesiones y testificales, al señalar que en ningún momento nadie le habló de que, tras las sociedades y los más siete millones de euros que llegó a manejar como gestora o testaferro, estuviera el propio Zaplana.
"¿Le habló alguien del señor Zaplana?", le preguntó el abogado del expolítico Daniel Campos. "Yo al señor Zaplana no le conozco. Forma parte de ese mundo político español. Jamás en mi vida he sabido nada de él ni tengo idea de quién es. Su nombre nunca fue mencionado por ninguno de los intervinientes, jamás", señaló. La respuesta fue la misma cuando fue preguntada sobre el testaferro uruguayo, Fernando Belhot, quien el día antes había señalado, también como testigo, que la propia García Paesa le había comentado que sabía que todo el entramado tenía detrás como beneficiario al que fue ejecutivo de Telefónica. En las sesiones orales realizadas hasta ahora, tanto Belhot como Joaquín Barceló 'Pachano', amigo de la infancia y presunto testaferro inicial de Zaplana, han señalado al exportavoz del Gobierno José María Aznar como beneficiario último de la estructura internacional y las inversiones en España financiadas con los sobornos pagados por los Cotino.
La declaración de García Paesa dejó la sensación de que ser mucho más favorable para la defensa que para la acusación en lo referido a Zaplana, aunque no tanto al resto de acusados. De "explicaciones clarificadoras" calificó Campos las afirmaciones de la asesora societaria, al tiempo que el fiscal Anticorrupción Pablo Ponce ni siquiera llegó interpelar sobre Zaplana, a la vista de cómo se iba desarrollando el interrogatorio.
La gestora de patrimonios opacos arrancó su intervención rebajando la contundencia con la que se había expresado en sus dos declaraciones previas ante los investigadores durante la fase de instrucción. Por ejemplo, en 2019, había asegurado que, entre 2009 y 2010, fue el asesor financiero Francisco Grau de Zaplana quien le indicó la intención de traspasar los fondos y las participaciones de Imison Internacional, la empresa constituida por Juan y Vicente Cotino en Luxemburgo que pasó estar titulada por Pachano, a la holandesa Natland y a las sociedades uruguayas Disfey y Misleny, controladas por Belhot, además de proporcionarle su contacto.
Sin embargo, este viernes fue mucho más difusa en esa afirmación. Dijo no recordar exactamente quién le dio la orden de hacer esos movimientos. Admitió que la tónica general en los asuntos de Imison era tratar con Grau y no Barceló. "Con Grau es con quien coordinaba las ampliaciones de capital, me mandaba documentos, me pedía la traducción… No hablaba con Barceló, puesto que él me dijo que para todos los temas fiscales y todo hablara con Grau. Era la persona de contacto". Pero se mostró mucho más dubitativa cuando la operativa era tras el traspaso de la fiducia. En un primero momento, incluso manifestó que fue Belhot el que le dio esas instrucciones.
"Ahí entró en juego Fernando Belhot, quien me comentó que, dado que la gestión del banco hecha en Luxemburgo no debía convenirles, se iba a firmar un contrato de gestión con la sociedad holandesa Natland y los fondos se traspasaron" desde Imison, expuso. "Belhot se me presentó y para mí actuaba como si fuera socio de la sociedad. Jamás me dijo el propietario real de las participaciones. Jamás", insistió.
No obstante, pese a manifestar al inicio que solamente se había reunido dos veces con Barceló y que ni siquiera tenía su contacto telefónico, no pudo precisar qué persona fue la que le puso en contacto con el testaferro uruguayo. Tras recordarle el fiscal sus afirmaciones durante la investigación, lanzó algunas frases ambiguas. "Posiblemente, fue Barceló", dijo. El fiscal insistió en Grau: "Me imagino que fue Grau o el señor Grau, actuando en nombre de Barceló".
En cualquier caso, García Paesa confirmó la trazabilidad de la estructura de Luxemburgo. Reconoció que fue el fallecido Juan Cotino quien trasladó desde España en avión 650.000 euros en efectivo cuando era director general de la Policía Nacional, y que ese dinero sirvió para nutrir Imison Internacional, sociedad que llegó a manejar más de siete millones de euros cuando pasó a estar titulada en 2005 por Barceló, el amigo de Zaplana.
Durante las sesiones del juicio, tanto los sobrinos de Cotino, Vicente y José, han admitido el amaño de la preparación de los concursos de ITV y parques eólicos y el traspaso de Imison a Barceló y de Fenix Investment al que era jefe de gabinete de Eduardo Zaplana, Juan Francisco García, que repatrió 2,3 millones de euros aprovechando la amnistía fiscal de 2012 habilitada el entonces ministro de Hacienda, el popular Cristóbal Montoro. García, que ha confesado los hechos, facturó, además, otro millón de euros en España a los Cotino por trabajos no realizados.
García Paesa se justificó, no obstante, en que no conocía ni preguntó sobre la legalidad del dinero. "Vicente Cotino ya trabajaba con el banco y los bancos no hacían más preguntas que las necesarias sabiendo quién era el cliente y que el dinero había salido legalmente de España. Desde entonces ha cambiado mucho la legislación", señaló.
La jornada tuvo como anécdota la aparición en escena del excomisario de Policía Nacional José Manuel Villarejo, testigo llamado por la defensa de Zaplana. El polémico exagente tenía cita este viernes, pero ayer por la tarde el tribunal reorganizó las declaraciones, que acumulan un retraso por la extensión de los testimonios. Villarejo ha tenido un papel extraño en la causa. A preguntas del diputado del PP, Luis Santamaría, amigo de Zaplana, en una comparecencia en el marco de la Comisión Kitchen en el Congreso de los Diputados, abonó la teoría de una supuesta conspiración contra Zaplana que tiene su origen en el "hallazgo casual" de los llamados papeles del sirio, con la hoja de ruta de la estructura de Luxemburgo, que fue el detonante de la investigación judicial y policial. Son los documentos que la defensa de Zaplana quiere anular como prueba, y con ello anular todo el procedimiento.
Villarejo llegó a la Ciudad de la Justicia, fue informado de que tendrá que declarar otro día y aseguró antes los medios de comunicación que tiene intención de ratificarse en sus declaraciones, que surgen de sus propias "vivencias", afirmó. "La verdad es la verdad, la diga Agamenón o el porquero", señaló al ser preguntado sobre si iba a confirmar la tesis del montaje.
UCO: Zaplana tomaba decisiones
Tras García Paesa, declararon agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, que llevan tres días detallando sus pesquisas y explicando sus informes incriminatorios. Entre las cuestiones desgranadas detallaron el uso que dio el expresidente de la Generalitat al dinero obtenido presuntamente en la trama Erial, como un reloj de 20.000 euros, que habría acabado en la muñeca del expresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, y dos televisores valorados en 10.000 euros cada uno que sirvieron para el piso en la calle Núñez de Balboa de Madrid en el que Zaplana residió varios años. El inmueble estaba a nombre de la mercantil Costera del Glorio, receptora de fondos procedentes de la estructura de Luxemburgo.
"El que dirige todas las operaciones inmobiliarias y comerciales y toma las decisiones es Eduardo Zaplana", afirmaron los agentes de la UCO, quienes lo han situado en el centro del entramado societario creado para cobrar comisiones por las ITV y el plan eólico.
En esta línea, detallaron que, tras algunas sociedades como Costera del Glorio, la persona que "verdaderamente estaba detrás" era Zaplana y no su amigo íntimo y testaferro confeso Joaquín Barceló. En relación con esta sociedad, uno de los agentes relató la operación de compra de una parcela en La Finca, en Madrid, que dos años más tarde vendió al empresario fallecido Luis García Cereceda, lo generó una plusvalía de más de tres millones de euros reinvertidos, entre otros bienes, en el piso madrileño.
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