Kike Sarasola (Madrid, 1963) acaba de llegar de Roma, su nuevo lugar de residencia durante la mitad del año de cara a analizar oportunidades de negocio en el país de mayor crecimiento para la cadena hotelera que preside. Luce un bronceado envidiable y una sonrisa indestructible. Se cambia de camisa para posar para el fotógrafo. Lo hace con soltura y reconoce que le encanta. El exjinete olímpico es todo un personaje dentro del sector. Quizás el único empresario que, después de haber protagonizado un concurso de acreedores y perdido su empresa, sigue al frente de la marca que fundó: Room Mate Hotels. Y quizás también el único que declare mantener intacto su sueño de construir un emporio de cien establecimientos, como cuando la creó en 2005.
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