¿Cada vez hay más barberías baratas en tu barrio? Este peluquero sabe qué está pasando

¿Cada vez hay más barberías baratas en tu barrio? Este peluquero sabe qué está pasando

Se abre la puerta en una barbería de uno de los barrios del Madrid que está más allá de la M-30. Entra un cliente, le cortan el pelo en cuestión de minutos, sin lavado ni florituras y, antes de salir, le hace la pregunta al peluquero.

-¿Cuánto te debo?

-7 euros

-¿Mejor en efectivo o con tarjeta?

-Mejor en efectivo, si no te importa.

La escena es cada vez más habitual en Madrid. Dentro del local, que suele ser pequeño y viste sus paredes con fotografías de degradados para hombres, hay un peluquero, una o dos butacas propias de un salón de estética, un espejo y poco más. El precio es barato, el servicio ágil y la inversión para levantar estos negocios no es demasiado elevada. Quizá así se explique por qué están brotando como setas en los barrios de la capital.

“Tenemos un problema muy gordo”. Así de sintético es José Pérez, presidente de Peluqueros Unidos de Madrid, una de las asociaciones más representativas del gremio en la región. Dice que menos mal que ya se acaba su mandato, que ahora está en funciones y lleva unos cuantos años por el camino de la amargura por los problemas que arrastra el sector. "Es que somos el país de Europa con más peluquerías y, a la vez, con el ticket más bajo", añade el profesional, que tiene muy claro por qué no paran de abrir estos establecimientos, especialmente barberías, en la capital.

Lucía Franco

"Ahora mismo no se pide ninguna justificación para montar una peluquería o una barbería. Se han puesto de moda y cualquiera puede ser barbero con un curso de 6 meses otorgado por un formador autodidacta. Ha pasado de ser un oficio a una simple salida laboral", arranca el peluquero, quien asegura que en España se abren "400 o 500 peluquerías al año", aunque reconoce que hay una gran rotación en el sector, que ve cómo cuando una cierra, abre la siguiente.

No obstante, el principal problema, al menos a su juicio, está en la guerra de precios derivada de que unos establecimientos cumplen con los requisitos que pide la Administración y otros no. "Nosotros, para que te hagas una idea, tenemos calculado que para obtener un beneficio 0, el corte de pelo tiene que costar unos 9 euros", expone Pérez, quien denuncia que en su asociación no entienden "cómo puede haber negocios que se mantengan con ese precio o inferior".

Y en este punto es donde entra el punto más delicado del problema. Si una peluquería al uso cobra alrededor de 14 o 15 euros por un corte de pelo de caballero y la barbería de al lado lo oferta por 7 u 8, no es casualidad: "Aparte de las peluquerías de toda la vida en las que vivimos de ello, hay dos modelos de negocio: las barberías fantasma y las piratas".

"Tenemos calculado que para obtener un beneficio 0, el corte de pelo tiene que costar, como mínimo, unos 9 euros"

En virtud de la tipología dibujada por el experto, las fantasma son aquellas "que no se comunican con las instituciones al abrir". Es decir, no piden la licencia preceptiva, tampoco los permisos si hacen reformas en los locales ni cumplen con los planes de seguridad. "Se suelen poner en una calle adyacente a las más grandes del barrio y ahí están hasta que casualmente tienen una inspección", detalla Pérez: "Si nadie se queja, se pueden pasar años; y cuando les pillan, se van, dejan las deudas y montan otra en otro sitio igual".

"Por otro lado, están las barberías pirata, que, con un precio por debajo del de coste, dan unos beneficios muy superiores a la media", desgrana el peluquero, quien apunta que en estos casos sí suelen tener los permisos en regla, ya que el dinero no es problema: "Ahí ya entran otros intereses".

No lo dice, pero de su respuesta se puede inferir que en estos casos se comete algún tipo de ilegalidad, ya sea simplemente una infracción contra Hacienda o incluso otros asuntos más graves. Las fuentes policiales consultadas indican que no es habitual, sino más bien algo puntual, que investigaciones concluyan descubriendo negocios ilícitos en establecimientos de este tipo.

No obstante, en los últimos años, ha habido algunos ejemplos. Es el caso del peluquero detenido a finales del pasado mes de julio en el distrito de Tetuán. Fruto de una investigación rutinaria en su establecimiento, los agentes de la Policía encontraron un almacén repleto de medicamentos sujetos a prescripción médica, concretamente una gran cantidad de fármacos contra la disfunción sexual. Fue acusado de un presunto delito contra la salud pública.

La Policía pilló en julio a un peluquero en el distrito de Tetuán que tenía un almacén con medicamentos contra la disfunción sexual

Algo más antiguo, pero también significativo, fue el caso del barbero del distrito de Fuencarral-El Pardo que fue detenido en septiembre de 2020 por utilizar el establecimiento como una tapadera para vender sustancias estupefacientes. Según informó en su momento la Policía, los vecinos dieron la voz de alarma sobre lo que pasaba en dicho comercio y las denuncias desembocaron en la entrada y registro del mismo. Allí, los agentes encontraron envoltorios de hachís, dinero en efectivo y útiles para la venta y distribución de la droga.

Pese a ello, la vía administrativa suele ser el punto flaco de estas peluquerías. Como explica Pérez, esas denuncias de los vecinos -o incluso la competencia- pueden propiciar inspecciones de Trabajo que descubren la situación. No obstante, y como denuncia el presidente de la asociación, cuando una peluquería cierra, muchas veces abre otra y la rueda sigue girando en los barrios, especialmente los más humildes, donde es más posible que consigan negocio con sus precios.

En este punto, Pérez apela al cliente y a que se lo piense dos veces antes de entrar a un local que ofrezca unos precios tan bajos que parecen imposibles: "También es muy importante la responsabilidad del usuario a la hora de ver en qué salón entra. Queremos patatas gordas que pesen poco, pero eso no puede ser".



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