La ciudad de Valencia lleva días plagada de anestesiólogos y expertos de la medicina. La celebración del XXXVIII Congreso Nacional de esta especialidad sanitaria ha sido el motivo de convocar a los mejores profesionales del sector en la ciudad del Turia. Allí, también, acudió la ministra de Sanidad Mónica García. La titular de la cartera aprovechó para anunciar la creación de "un grupo de trabajo para reducir la emisión de gases anestésicos contaminantes". El equipo, dijo, se llamará "Anestesia Verde".
"¿Qué?", pregunta al otro lado del teléfono Miguel Ceballos, Portavoz de Calidad del Aire de Ecologistas en Acción. "No lo he oído nunca, la verdad, pero todo lo que sea reducir en emisiones es bueno", reseña. Para muchos, el fenómeno es novedoso. Hasta ahora, la mayoría de análisis ecologistas de este tipo se habían centrado en cómo y cuánto contaminan los hospitales. "La gestión de los residuos, el uso de calderas y calefacción, la movilidad en coche para ir al médico…", explica subrayando la importancia de atajar, también, estas circunstancias.
Más allá del polémico nombre del grupo de trabajo, la realidad es que existe multitud de literatura científica sobre anestesia y contaminación: los gases utilizados para mantener a los pacientes dormidos son nocivos para la atmósfera. Fuentes ministeriales explican que la creación de este equipo es solo una pequeña parte del Plan y Marco Normativo de Descarbonización en el que están trabajando. Por el momento, están midiendo la huella de carbono de los hospitales para ver cuántos gases emiten.
Desde la cartera de García reseñan que todavía no existe una guía nacional para unificar el modus operandi más eficiente del territorio. Básicamente, cada comunidad autónoma se rige por las decisiones que tome su consejería de Sanidad. La intención con esta guía es recoger las prácticas más exitosas —es decir, menos contaminantes— para que las conozcan todos los médicos de la nación. Al final, funcionará como hoja de ruta con pautas a seguir para ser lo más eficientes posibles.
Desde el mismo congreso de Valencia, el vocal de la Sociedad Española de Anestesiología (SEDAR), Pedro Arzua, atiende a El Confidencial. Reseña que la cuestión es delicada. "Si la anestesia verde puede ser no emplear gases, eso puede ser peligroso para el enfermo", sentencia. Para él, la clave es encontrar el equilibrio perfecto entre la seguridad del paciente y el medioambiente. "Los gases contaminan porque son derivados del flúor y aumentan el CO2", explica. Antaño, se recurría principalmente al nitroso, ahora ya casi en desuso. Los otros, como el desflurano y el sevoflurano, son los que más se utilizan. "Con las nuevas normativas europeas, hubo que profundizar en la reducción de emisiones", detalla.
Ahora, existen unos respiradores encargados de filtrar y reciclar el aire. De esta forma, solo se emite directamente a la atmósfera el 1% de químicos contaminantes. "Pero hay truco", continúa el experto. Una vez están esos filtros llenos, ¿qué se hace con ellos? Hay dos opciones: quemarlo –y "reducir el 85% de los componentes contaminantes"– pero emitir humo. O, por el contrario, trasladar el filtro a Alemania, donde un equipo se encarga de destruir las moléculas. ¿El handicap de esto? El propio desplazamiento hasta allí implica contaminar con un vehículo. Conseguir reducir al máximo los gases contaminantes de la anestesia se presenta como una pescadilla que no cesa de morderse la cola.
"Si la anestesia verde es no emplear gases, eso puede ser peligroso para el enfermo", dice Arzúa
El Ministerio de Sanidad tiene como referencia el Hospital de Cruces, en Vizcaya. Los vascos publicaron recientemente un artículo científico sobre reducir a cero las emisiones del centro recurriendo a los respiradores con filtros y eliminando por completo el nitroso. En él, se concluyó que el factor que más contamina es el de la energía térmica con un 60,35% (la calefacción que menciona Ceballos) y el segundo, los gases medicinales (37,29%). José Luis Alcibar, jefe del Servicio de Anestesia de Quirón Salud, también en Vizcaya, explica que la preocupación con los gases en la especialidad lleva años dando de qué hablar. "Es un tema muy candente", señala.
Desde su punto de vista, todos los profesionales deben dirigirse en la misma dirección pero sin "prohibir cosas". Es decir, no trabajar como se hacía hace 20 años, pero no dejar de usar gases porque sí. "Eso no se puede hacer de la noche a la mañana", continúa. Para sustituir a la anestesia por gas, habría que recurrir a la técnica intravenosa. "Para eso, hay que cambiar los equipos, la medicación… es complejo", concluye.
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