'Dune: Parte Dos': las mayores diferencias de las películas con la novela de Frank Herbert


         'Dune: Parte Dos': las mayores diferencias de las películas con la novela de Frank Herbert

Para conseguir que los gusanos cupieran en sus dos filmes, el director canadiense ha tenido que hacer algunos sacrificios con respecto del texto original. Veamos cuáles son (con SPOILERS).

Según un proverbio de los Fremen, el planeta Arrakis enseña a emplear la ley del cuchillo: cortar algo incompleto y decir "ahora está completo, porque acaba aquí". Y aunque la novela de Frank Herbert diste mucho de ser una obra inacabada, Denis Villeneuve ha operado mediante este principio tanto al rodar Dune como Dune: Parte Dos.

Llevar a la pantalla un tocho de 600 páginas, con profusión de apéndices e incluso un diccionario, es algo para lo que se quedan cortas incluso las cinco horas de metraje con la que el canadiense nos ha contado la historia de Paul Atreides (Timothée Chalamet). De ahí que el libreto de Villeneuve y Jon Spaihts haya suprimido bastantes aspectos del original.

Aquí destacamos las omisiones más notables de los filmes frente al libro: seguro que los duneólogos del universo, que son legión, han encontrado muchas más. Ten en cuenta que este repaso contiene SPOILERS.

La Cofradía Espacial

Una de las entidades más siniestras e influyentes del universo de Dune ha visto su papel drásticamente recortado en la adaptación de Villeneuve. Hablamos de esta organización que ostenta el monopolio sobre los viajes espaciales, y cuyos miembros apenas se dejaron ver en una escena de la primera parte.

En la novela de Frank Herbert, la Cofradía no solo tiene agarrados por el pescuezo al resto de poderes del Imperio mediante dicho monopolio, sino que también cumple las funciones de un banco. Según constata con amargura el barón Harkonnen, nada menos, una de sus especialidades es endeudar a las Grandes Casas mediante esos créditos que parecen llenos de facilidades hasta que uno lee la letra pequeña.

Pero esta tenebrosa secta tiene un punto débil: su dependencia de la especia Melange. A fin de pilotar esos cruceros mastodónticos sin ayuda de inteligencia artificial, sus navegantes necesitan consumir la sustancia en cantidades industriales, lo cual les hace mutar hasta perder el aspecto humano. Algo que le dio mucho juego a David Lynch para llenar su versión de purulencias, pero que el canadiense ha decidido ahorrarse.

El Jihad Butleriano

¿Nunca te has preguntado por qué en el universo de 'Dune' no hay ordenadores? La respuesta está en este movimiento que surgió milenios antes de que comenzara la historia, y que arrasó la galaxia al grito de "no crearás una máquina a semejanza de la mente humana".

Según la novela de Herbert, el Jihad Butleriano fue una explosión de fanatismo religioso, mientras que las precuelas escritas por su hijo Brian Herbert y Kevin J. Anderson imaginaron para él un origen digno de Terminator, con una guerra entre la humanidad y las computadoras malignas de turno. En todo caso, en él está el origen de la Cofradía, las Bene Gesserit y esos mentat que sustituyen a las inteligencias artificiales.

La compañía CHOAM

El aspecto satírico de Dune, que también existe, destaca cuando toca hablar de esta corporación multiplanetaria: la CHOAM (siglas de "Combine Honnete Ober Advancer Mercantiles", signifique eso lo que signifique) es la empresa que regula el comercio en el Imperio. Y, como la panoja manda, el estatus de una Gran Casa está sujeto a la cantidad de votos que posea en su consejo de administración.

Presidida por el emperador, con la Cofradía y las Bene Gesserit como socios sin voz ni voto, la CHOAM depende de la especia para asegurar su margen de beneficios. Algo que resulta muy interesante sobre el papel, pero que hubiera complicado el argumento de las películas: entendemos que Villeneuve haya prescindido de ella.

Los Fremen y la ecología

Para describir a los nativos de Arrakis con un detalle similar al de la novela, Villeneuve hubiera necesitado unas cuantas horas más de metraje. Aun así, es triste que se haya dejado en el tintero uno de los aspectos más revolucionarios de Dune: el empeño de los Fremen por alterar el ecosistema de su planeta.

Si bien esta parte de la historia se ha quedado en unas pocas frases de la doctora Kynes, el libro de Herbert va mucho más allá. Además de acaparar agua (algo que llegamos a ver en Dune: Parte Dos), los Fremen han fijado las dunas plantando hierba, aclimatado a su mundo animales procedentes de otros planetas e incluso creado palmerales. Todo ello, además, en el más absoluto secreto.

Esta ambición ecológica tiene implicaciones muy serias en la historia. Porque, si tenemos en cuenta que el origen de la especia está en los gusanos y que los gusanos perecen al contacto con el agua, el precio de transformar Arrakis en un planeta apto para la vida humana es la desaparición de la sustancia más valiosa del universo.

La cena de gala

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