En un abrir y cerrar de ojos, Reyes Maroto pasó de viajar en coche oficial, desplegar cientos de millones de euros en fondos europeos de recuperación, departir con los CEO de grandes multinacionales y sentarse en el Consejo de Ministros a convertirse en la portavoz de la segunda fuerza de oposición en el Ayuntamiento de Madrid. La operación de lanzar como cartel electoral a una ministra del Gobierno en la complicada plaza de la capital de España en las municipales de mayo del año pasado salió mal. Con apenas unas semanas de tiempo para desplegar la campaña electoral y con los populares enfocados en nacionalizar la cita electoral, apuntando todos los dardos al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el movimiento permitió a los socialistas ganar tres concejales, pero no impidió la mayoría absoluta de José Luis Martínez-Almeida. Tampoco fueron capaces de rebasar a Más Madrid.
Esa experiencia es una sombra sobre la estrategia que Moncloa y Ferraz han trazado para pilotar la sucesión y la renovación en el PSPV-PSOE, la segunda federación socialista en número de militantes (algo más de 17.000), con la particularidad de que la persona elegida para liderar la nueva etapa en la oposición en la Comunidad Valenciana, la ministra de Ciencia y Universidades, Diana Morant (Gandía, 1980), tiene mucho más tiempo para tratar de construir un proyecto alternativo al de la coalición del popular Carlos Mazón con Vox. Morant cuenta además con el respaldo, por ahora, de gran parte del partido en su tierra. Sin embargo, la paz interna, forzada por la intervención de Ferraz y la protección de Sánchez, es frágil. Todo podría cambiar si perdiese el traje de ministra en caso de avance de las generales. Hoy, no es posible aventurar tampoco que pueda contar con una segunda oportunidad en 2031 de no lograr el objetivo de reconquistar la Generalitat valenciana a la primera.
Pese a esas amenazas, Diana Morant ha ganado tres años para madurar su propuesta. Las pulsiones cainitas, especialmente detectables en las ambiciones políticas del alcalde de Mislata, Carlos Fernández Bielsa, han quedado adormecidas. Una parte importante del PSPV, comenzando por la persona que cede el testigo, el expresidente Ximo Puig, ha tratado de evitar una fractura como la que se produjo en 1995, cuando Joan Lerma perdió al poder ante Eduardo Zaplana. No ha habido duelo en primarias. Pero la elección con el respaldo del 80% de la nueva ejecutiva, donde la nueva secretaria general se ha reservado el núcleo duro, al tiempo que ha integrado a todas las familias, legitima a Morant para dar la batalla a populares y voxistas.
Al PSPV comencem una nova etapa i tenim un gran equip per encarar el futur amb determinació i valentia.Endavant, companys i companyes. #AcíEstem❤️🎯 pic.twitter.com/45CWtizmI5
— Diana Morant (@DianaMorantR) March 24, 2024
Su primer discurso como secretaria general aventura que llega dispuesta a librar con el bloque de la derecha la batalla cultural, la política emocional que Ximo Puig trató de evitar en su campaña y que para algunas voces internas fue una de las razones de su derrota. Este domingo, la exalcaldesa de Gandía, una ingeniera de telecomunicaciones que reivindica los orígenes humildes de su familia y el papel del sector público como garante de la igualdad de oportunidades, llegó a presentar a las bases del PSPV como "los nietos de los que perdieron" la Guerra Civil, en contraposición con el vicepresidente y conseller de Cultura, Vicente Barrera (Vox), que ha llegado a reivindicarse como descendiente del bando ganador.
El piolet del Ministerio puede ayudarla a escalar el 2027, pero también ponerle plomo en las piernas por su vínculo con Sánchez
"El pacto de la servilleta firmado con un condenado por violencia de género se ha convertido en una contrarreforma con la que ponen en valor la dictadura franquista disfrazada de Ley de Concordia, eliminan el valenciano de las escuelas, suprimen los controles de la corrupción y asaltan la televisión pública valenciana", asestó en referencia a los recientes cambios legislativos anunciados por los socios PP y Vox en las Cortes Valencianas.
Para Morant, "la derecha y la ultraderecha aprovechan todas las herramientas democráticas para bloquear todos los avances que impulsamos los socialistas", dijo entre aplausos del medio centenar de delegados en el congreso extraordinario de Benicàssim, representantes de unas bases deprimidas por la derrota del 28 de mayo y necesitas de discursos motivadores. "Nuestro destino es conquistar la Generalitat Valenciana en 2027 y para eso tenemos un equipo lleno de talento que va a devolver la esperanza a la sociedad valenciana", les arengó la ministra, primera mujer en ocupar la Secretaría General de la federación valenciana y aspirante, a la vez, a ser la primera mujer en ocupar la Presidencia de la Generalitat.
En la estrategia de Morant, que va a tener que vivir a caballo entre Madrid y Valencia y multiplicarse para su doble tarea, está aprovechar la amplificación de imagen, también en el ámbito protocolario, que le proporciona su condición de ministra para tener visibilidad en la política autonómica. Su entorno cree que esto le beneficia, pero también se admiten los riesgos y el arma de doble filo que supone su exposición como miembro del Gobierno de Sánchez. Ella reivindica la labor realizada. "Pedro, eres lo que nos gustaría tener y lo que nos merecemos en la Comunidad Valenciana. Tu fortaleza no consiste solo en aguantar lo inaguantable, sino en mantener la lucha incansable por combatir la desigualdad y hacer indestructibles las convicciones de los socialistas", llegó a regalarle a presidente del Gobierno.
En su argumentario están los mismos logros de los que presume Sánchez: Salario Mínimo Interprofesional, evolución positiva del empleo y la economía, actualización de las pensiones… Pero en Valencia, la fontanería de Mazón en el PP ya va fabricando sus propios anticuerpos. Los populares y Vox se preparan para hacer responsable a Morant de todos los agravios que atribuyen al ejecutivo del PSOE y Sumar: bloqueo de la reforma de la financiación autonómica, guerra del agua, carencias de inversiones del Estado. Va a ser un pulso político en el que el factor institucional jugará un papel fundamental. Para Morant, el piolet del Ministerio puede ayudarla a escalar el Everest de la reconquista en 2027. Pero también puede ponerle plomo en las piernas. El experimento de situar a una ministra como líder de la oposición ya ha comenzado. Atentos a las pantallas.
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