Si el fútbol es un deporte de 11 contra 11 en el que siempre gana Alemania, las elecciones en Galicia son una rutina cuatrienal en la que arrasa el PP. Como siempre desde 1989 —con la excepción pos-Prestige de 2005—, los populares han vuelto a triunfar en el feudo del actual presidente del partido, esta vez con 40 escaños y casi un 48% de los votos.
Son dos diputados menos que en 2020, pero dos más que la mayoría absoluta. Poco ha importado una campaña cuestionada. Tampoco los aciertos de un BNG ante los mejores resultados de su historia, con 25 actas, seis más que en 2020. En las elecciones en las que la izquierda parecía más cerca que nunca de desalojar a los populares de la Xunta, las cuentas no le salen y permanecerá cuatro años más en la oposición. Era una especie de ahora o nunca para nacionalistas y socialistas, y se ha impuesto la segunda opción, debido principalmente al descalabro de un PSdeG en caída libre, que pierde cinco de sus diputados para quedarse en nueve.
El tablero de la izquierda se agita tanto como el de la derecha permanece inalterable. El 47,42% de apoyos logrados finalmente —a falta de contabilizar casi 30.000 del voto exterior— se mueve apenas cinco décimas hacia abajo respecto a los de 2020 y calca casi exactamente los de 2016 (47,53%). Han pasado ocho años, una moción de censura, una crisis sin precedentes en Cataluña y la irrupción y caída de partidos que parecían llamados a gobernar, pero el voto del PP gallego está exactamente donde estaba. Es la quinta mayoría absoluta consecutiva, la que no pudo sumar Fraga en 2005.
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Nacho Cardero
Dicen que los liderazgos los dan las urnas. El de Alfonso Rueda en Galicia llegó de rebote, por el traslado a Madrid de la carrera de Alberto Núñez Feijóo. El PP se vio abocado a cerrar la crisis por la vía rápida con un sucesor que parecía el natural por su condición de número dos en la Xunta, pero con dudas sobre su capacidad de despojarse de la sombra del anterior presidente. Todo eso es historia. Desde este 18 de febrero, Rueda es el gran jefe del PP gallego y un nuevo barón en Génova, con unos resultados incontestables que dan aire a todo el Partido Popular. "Hoy ha ganado la Galicia que se siente más potente que nunca. Galicia va a funcionar durante cuatro años, me comprometo a ello", manifestó Rueda, exultante, al comparecer ante los suyos como vencedor de la cita electoral.
La holgada victoria de los populares, que logran una mayoría absoluta en tiempos de fragmentación de voto, permite a Rueda superar con sus 40 escaños los debuts electorales de sus dos antecesores, Manuel Fraga y Feijóo, que se estrenaron con 38. Le sobraron dos al aspirante a la reelección, sin usar el comodín del voto exterior, todavía por desvelar, ni un eventual pacto con Democracia Ourensana. Porque del otro lado, el de la izquierda, la suma da 34 escaños, lo que los deja a cuatro de su objetivo de sumar mayoría absoluta y solo uno por encima de hace cuatro años. Eso ha ocurrido porque el crecimiento del BNG ha sido proporcional al batacazo socialista. Los 25 de los nacionalistas son seis más que hace cuatro años, pero el PSdeG pierde cinco.
Euforia en Génova y aires de revancha: "El PSOE no existe, solo queda Sánchez"
Ana Belén Ramos
En unas elecciones con un alto índice de participación (67,30%), los resultados son agridulces para los nacionalistas. La candidatura de Ana Pontón sale fortalecida. Superaba en cinco escaños a un PSdeG al que ahora casi triplica: 25 escaños frente a nueve, en un Parlamento en el que debuta Democracia Ourensana. Pero en la izquierda en general, y en el BNG en particular, se había consolidado la idea de que en esta ocasión era posible doblegar al PP. El recuento ha sido un cruel baño de realidad. "El resultado es insuficiente porque nuestro objetivo era otro", declaró Pontón tras conocer los resultados: "Entiendo y comparto la decepción, pero pido que se mantengan intactas la ilusión y la esperanza".
Descalabro socialista
Mención especial merece el descalabro del PSdeG. Es un partido fuerte en las municipales y que resiste en las generales, pero en las autonómicas parece no conocer fondo. Si en 2020 cedió al Bloque la condición de primera fuerza política de la oposición, ahora retrocede otros cinco puntos y se queda en el 14,02% de apoyos, frente al 31,51% del BNG. El resultado deja muy tocado a Pedro Sánchez, muy implicado en la campaña, y abre una seria incógnita sobre el futuro de la organización en Galicia, que optó por una bicefalia con José Ramón Gómez Besteiro como candidato y Valentín González Formoso como secretario xeral. En su contra, ha jugado el debate de la amnistía, una de las razones que movieron a Rueda a anticipar los comicios, y un tique electoral con el BNG que cedió todo el espacio a los nacionalistas.
El aspirante socialista, con el recuento muy avanzado, compareció ante los medios y felicitó a Rueda, asumiendo como malos los resultados de su formación. Besteiro adelantó que dejará su escaño en el Congreso para tomar posesión de su acta en el Parlamento gallego. "Mi compromiso es con Galicia. Trabajaré desde la oposición haciendo política útil y mi destino está aquí", aseveró.
Para el resto de la izquierda, las cosas fueron igualmente nefastas. En el feudo de la vicepresidenta Yolanda Díaz, Sumar se quedó en un pobrísimo 1,89% de votos, por debajo del 2,19% de un Vox que sigue sin asomar la cabeza en Galicia. Pero peor le ha ido a Podemos, que con el 0,26% de votos (menos de 4.000 papeletas), se ha visto superado incluso por Pacma, el Partido Animalista Con el Medio Ambiente. La decisión de las formaciones de Yolanda Díaz y Pablo Iglesias de ir por separado castigó a ambos.
Algo de agridulce tiene también el escaño de la Democracia Ourensana de Gonzalo Pérez Jácome. Su éxito es incontestable, pero el controvertido alcalde de Ourense jugaba a ser decisivo y la mayoría absoluta se lo impide. Será en todo caso una notable fuente de ingresos que relanza la carrera de un político peculiar que estaba dispuesto a subastar su voto para decidir la mayoría. El pacto tácito que mantiene en la alcaldía y la Diputación con el PP limita su recorrido parlamentario. "Queríamos ser llave y no lo somos. El PSOE y el BNG han hecho un estropicio, pero lo nuestro es tremendamente histórico y meritorio. Hemos puesto una pica en Flandes", valoró Jácome.
Por provincias, el PP resistió especialmente en Pontevedra, de donde procede su candidato, y Ourense, donde afronta una nueva etapa tras el fin del baltarismo. Porcentualmente, pierde más de tres puntos en esa provincia, pero partía de un holgadísimo 53,09%, por lo que conserva sus ocho escaños. Los dos diputados que cede el PP se caen en A Coruña y Lugo, aunque en esta provincia, tras una ligera bajada de menos de un punto (del 64,63% al 53,56%).
En Lugo, feudo de Besteiro, el PSdeG resiste, pero no así en A Coruña, donde pierde un diputado, y en Pontevedra y Ourense, en las que se deja dos en cada una. El crecimiento del BNG se ha repartido en dos escaños más en las circunscripciones más pobladas, A Coruña y Pontevedra, y uno en Ourense y Lugo.
Por ayuntamientos, el PP ha sido el más votado en la inmensa mayoría. Solo se le ha escapado una ciudad: Vigo, donde pese a la implicación de su alcalde, el socialista Abel Caballero, el partido más votado fue el BNG y el PP fue segundo.
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