Extremadura ha dado la campanada con la producción de aceitunas. La comunidad ha conseguido lo que ninguna otra región de España ha sido capaz, superar la media de los últimos cuatro años, gracias, entre otros factores, a que la sequía que asola otros puntos ha pasado de largo por la comunidad. Con una producción de 73.000 toneladas de aceite de oliva para esta campaña, según las previsiones del Ministerio de Agricultura, la cifra supone un 101% más que el año pasado, un ejercicio para olvidar. "Ha sido una campaña excepcional", confirma el presidente de Asaja en Extremadura, Ángel García Blanco, a la espera de las cifras definitivas.
Los factores que explican por qué en Extremadura ahora mismo los olivareros están brindando y en Jaén, llorando, son múltiples, pero el fundamental son las inclemencias meteorológicas. "Curiosamente, frente a un 2023 que fue catastrófico, esta campaña ha llovido a pedir de boca, cuando nosotros queríamos", explica García Blanco. No hizo excesivo calor durante la floración, lo que permitió que el fruto se desarrollase y las lluvias llegaron a finales de septiembre y a comienzos de octubre, acompasando la maduración de la aceituna.
"Aunque el rendimiento ha sido menor, la producción en toneladas ha sido mayor que en otras campañas. Esas lluvias en otros puntos de España no han caído, y aquí sí. En concreto, en Tierra de Barros [una comarca de Badajoz], la producción ha sido una locura", apunta. A la buena cosecha se suma el buen precio que ha alcanzado la aceituna. Ni Turquía ni Marruecos están siendo competencia este 2024 y se nota.
"Turquía ha prohibido las exportaciones para forzar que su producción se quede en el país y cubrir la demanda interna, por lo tanto, ese aceite no ha entrado en el circuito internacional. Tampoco lo está haciendo el marroquí, donde se han aprobado unos aranceles muy altos para las exportaciones", explica García Blanco. Con menos competencia, parte del mercado español se ha beneficiado. De hecho, "al inicio de la campaña, los italianos vinieron como locos a Extremadura para comprar lo máximo posible. El 50% del aceite ya lo tenemos vendido a Italia".
El precio del kilo de aceite cuando llegaron los italianos a hacerse con todo se movía alrededor de los ochos euros y ahora ha llegado a superar los nueve. "Es un precio que más quisiéramos cogerlo todos los años. Hará un par de años, estaba entre los tres euros y los tres y medio. Es una locura", apunta el presidente de Asaja Extremadura. Pero la alegría de unos contrasta con la pesadumbre de otros.
En Andalucía miran a sus vecinos del norte con cierta envidia, pero recuerdan que el buen dato de Extremadura no salva la campaña, ya que en la comunidad se recoge el 80% de la producción, según datos del propio Ministerio de Agricultura. El principal hecho diferencial con la campaña extremeña está en una ola de calor que pasó de largo al norte de Sierra Morena, pero que se llevó las flores de los olivares que había al sur de esta cordillera que separa el sur de la meseta. A finales de abril, justo cuando se celebraba la Feria de Sevilla, unas temperaturas inusitadamente cálidas provocaron daños en la floración. "Son los 15 o 20 días durante los cuales las plantas están más sensibles", explican desde Asaja Andalucía. Y esa ola de claro dejó a los olivos a cero en muchas de las comarcas productoras, en las provincias de Jaén, Córdoba y Sevilla.
"Si no fuera por el regadío, el aceite no estaría a 10 euros, estaría a 30", apuntan en la organización agraria, donde cifran en la mitad la producción que ha llegado a término gracias al regadío, demonizado en estos tiempos de sequía. Pero es cierto, admiten en Asaja, que ni el regadío salva a las flores del olivo, que sólo aparecen una vez cada temporada a diferencia de lo que ocurre, por ejemplo, con los frutales. En Extremadura, la apuesta por el regadío es más reciente, razón que explica también la mejora de la eficiencia de las plantaciones de olivos en Cáceres y Badajoz. Los agricultores andaluces dieron ese salto hace años, en una apuesta por el intensivo que permite producir en una hectárea la misma cantidad de aceitunas que antes salían de 5 hectáreas.
Los olivos de secano van dejando notar la falta de agua en el fruto y, si no pueden mantenerlo acaban por "tirarlo" para garantizarse la supervivencia. "El año ha sido tan malo o peor que el anterior, entre los efectos de la sequía y la variabilidad climática; puedes hacerlo todo bien, pero si el calor o la lluvia llegan a destiempo, ocurre lo que ocurre", detallan en Asaja. Con todo la producción de aceituna en Andalucía ha crecido levemente en esta campaña respecto a la pasada. Según los datos de la Consejería de Agricultura de la Junta, la producción de aceituna se quedará en 2.801.000 toneladas de aceituna y 550.600 toneladas de aceite. Es un aumento del 7,4% de la cantidad de aceite respecto a la temporada pasada, pero todavía es un 46,5% menos que la media de las últimas 5 campañas.
Las lluvias de estos días de febrero en las provincias occidentales de Andalucía hacen pensar a los agricultores en una campaña más optimista, pero la carrera acaba de empezar y todavía quedan meses clave para predecir qué ocurrirá en el futuro. "Los golpes de agua que queden pueden servir para que se recupere el suelo", deslizan desde Asaja, donde señalan otro problema del momento actual: la falta de "stock de enlace". Así se denomina a la cantidad de aceite que queda almacenada entre campaña y campaña y que surte al mercado entre el final de una y el inicio de la siguiente, con la molienda de las primeras aceitunas que llegan a las almazaras.
"Cuando el stock es muy alto, las cooperativas tienen que tirar los precios para que entre nuevo aceite", explican en la organización agraria. Ahora ocurre lo contrario, por lo que no se prevé una bajada del precio del aceite de forma inmediata. Será, insisten, una curva "paulatina". "Y si el tiempo acompaña, iremos recuperando unos precios que nos favorezcan a todos", insisten en Asaja, en referencia a los agricultores y los consumidores. En medio están las cadenas de distribución, que son las que aprovechan estos vaivenes en las cosechas para mover los precios en su beneficio.
En Castilla-La Mancha, el segundo productor de aceituna en España, la campaña tampoco ha sido buena. A la espera de que termine la recolección, las previsiones apuntan a unas 85.000 toneladas, cuando lo normal en la región son las 150.000 de aceite, según los datos que maneja Asaja. "Muchos olivos todavía no se han recuperado de Filomena, hemos tenido sequía y la DANA arrasó muchas zonas. Pero lo que más ha influido ha sido la falta de agua. Una sequía que cada vez es más recurrente", apunta Blanca Corroto vicepresidenta de Asaja en Castilla-La Mancha. Y como advierten desde el sindicato, que el precio esté más alto no es un consuelo, porque "los costes de producción se han disparado" en una región donde el 90% de los olivares son de secano. "El precio del aceite tiene que estar donde está. Vale lo que tiene que valer, que son 9 euros por litro, pero no queremos que se dispare más. Si el virgen extra se encarece, el consumidor se va a otras gamas, como el aceite de girasol. Somos los primeros que no queremos esos precios, pero hay que tener claro que el aceite hoy vale lo que tiene que valer", zanja Corroto.
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