Intervención del redactor jefe de Defensa de El Confidencial, Enrique Andrés Pretel, para las conclusiones del primer foro Desafíos Defensa 2024 celebrado en Córdoba el 31 de enero, edición centrada en la base industrial-tecnológica. Durante la jornada, inaugurada por el ministro de Industria, Jordi Hereu, y clausurada por la secretaria de Estado de Defensa, María Amparo Valcarce, líderes industriales, militares e institucionales compartieron retos y soluciones en un momento crucial para el futuro del sector. El texto ha sido editado para su claridad.
Les voy a hacer una confesión. Nada espectacular. En realidad se la he hecho a la mayoría de los invitados que están aquí y prácticamente a todos aquellos con los que he hablado en el ecosistema de defensa este último año y medio. También se las hice a mis jefes en su momento. Yo no soy experto en defensa. He sido corresponsal y redactor jefe de internacional; más versado en geopolítica y economía global que en esas siglas militares y acrónimos que tanto hemos mencionado hoy aquí.
No sabía diferenciar una fragata de una corbeta, ni un Eurofighter de un F-18. Decía la palabra 'tanque', con eso se lo digo todo. Las siglas me volvían loco. Así que a nadie se le escapará la ironía de que sea la persona que menos sabe de defensa de esta sala la que dé las conclusiones de este foro Desafíos Defensa 2024.Al mismo tiempo, puede que sea la persona ideal para hablar de uno de los mayores desafíos. El más colectivo de todos, en esencia. Y el más elusivo de todos, en la práctica. El de la cultura de defensa.
Y si me veo preparado es, precisamente, porque acabo de recorrer ese camino. De un conocimiento más bien rudimentario de los fundamentos de la defensa nacional, salpimentado por no pocas concepciones erróneas, puedo ahora (casi) entender mensajes como este que me envió un amigo experto recientemente.
Textual: "La sustitución de la ATP del ET e IM debería estar en agenda. También los esperados reemplazos de AAV por ACV para el TEAR. Otro punto importante las MLU de los principales de AE y ET".
Más allá de la broma, me gustaría, como conclusión a esta jornada, compartir con ustedes unas reflexiones que me han ayudado a levantar mi cultura de defensa sobre tres grandes pilares.
Primer pilar
Cuando arrancó el proyecto EC Defensa, andaba un poco perdido. Nada mejor para guiarme en los primeros pasos que recurrir a los clásicos. Y hay numerosas definiciones, pasajes y citas célebres con las que el ser humano ha tratado de condensar el inasible espíritu de la guerra.
Las hay más comprensivas ("Estar preparados para la guerra es uno de los medios más eficaces para conservar la paz", George Washington) y más críticas ("La guerra es la salida cobarde a los problemas de la paz", Thomas Mann).
Las hay épicas ("El sonido más persistente que reverbera a lo largo de la historia del hombre es el redoble de los tambores de guerra", Arthur Koestler) y sofisticadas ("La guerra es la continuación de las relaciones políticas por otros medios", Carl von Clausewitz). También las hay demoledoras ("No se puede ganar una guerra como tampoco se puede ganar un terremoto", Jeannette Rankin).
Pero puede que no haya mejor imagen para resumir la esencia de un conflicto que el lema que Luis XIV mandó grabar en sus cañones: Ultima Ratio Regum. El último argumento del rey. Allí donde recae el peso último en la defensa de la soberanía.
Y, como alguien que acaba de "aprobar" 1º de defensa, creo que ese es el primer gran concepto fundamental. Porque lo que se defiende es todo: el territorio, los ciudadanos, nuestros valores y libertades colectivas e individuales, nuestra democracia (si bien imperfecta, todavía el mejor sistema de gobierno que nos hemos dado como especie).
La soberanía va más allá del fenómeno político; aspira y debe ser integral. Es industrial, es tecnológica y es productiva, como hemos visto en nuestros desafíos sobre Industria y sobre Tecnología.
Segundo pilar
Para la segunda reflexión, déjenme darles unos titulares. Dinamarca elimina un festivo al año para financiar el presupuesto en defensa. Alemania y Japón anuncian un giro radical a casi 70 años de pacifismo de posguerra y se armarán hasta los dientes. Suecia y Finlandia, en la OTAN. La tranquila Canadá firma una compra históricas partidas de armamento de última generación.
Austria e Irlanda, naciones de tradición neutral y mínima inversión militar, aprueban partidas extraordinarias para la defensa nacional. Estados Unidos, presupuesto del Pentágono en máximos desde el pico de Afganistán e Irak. China, inversión récord por 27º año consecutivo. De Rusia, ni hablamos. Sudeste asiático, al alza. Magreb, al alza. Oriente medio, al alza. ¿Luxemburgo? También.
El patrón que emerge es evidente. Uno al que le calza como un guante el manido adagio: no estamos en una época de cambios, estamos en un cambio de época. Es el fin de la Pax Americana y los dividendos de la paz. Como el profesor Alberto Bueno, profesor de la universidad de Granada, me dijo: "Vivíamos unas vacaciones estratégicas y han llegado a su fin".
Esta es una cuestión que va más allá de la guerra de Ucrania, el conflicto en Oriente Medio o las tensiones geopolíticas que recorren el globo, del Indo-Pacífico al Sahel.
Las capacidades de las fuerzas armadas europeas estaban bajo mínimos y la región, individual y colectivamente, llevaba décadas erosionando su necesario poder de disuasión. Y ese es un concepto clave para tener una sana y próspera soberanía. La disuasión. Esa capacidad que loaba Sun Tzu como la más valiosa: ganar una guerra sin necesidad de comenzarla.
La disuasión hoy día es poliédrica y compleja. Hablamos de disuasión tecnológica, industrial y diplomática. Pero no nos engañemos. Cualquier disuasión efectiva siempre comenzará por tener unas Fuerzas Armadas óptimamente equipadas, plenamente operativas y formadas.
Tercer pilar
Para concluir, siempre comento la gran impresión que me causó el trabajo de los pilotos del Ala 14 en Albacete. Y les aseguro que no tiene nada que ver que yo sea de Albacete.
En el reportaje Pilotos de Eurofighter: la poesía del método, el capitán Rodrigo Escarza Pareja me relató cómo cuando comenzó la invasión rusa, ellos estaban desplegados en Rumanía, patrullando espacio de la OTAN fronterizo con Ucrania. "Estábamos allí cuando empezó la guerra. Había mucha incertidumbre y no sabíamos qué iba a pasar. Pero estábamos listos, en calma. Todos preparados". Los años de entrenamiento, de maniobras y operaciones muestran su valor.
España está presente en 17 misiones internacionales con casi 3.500 efectivos, equipos y logística dedicados. El año pasado, más de 12.000 militares españoles estuvieron destacados en el exterior, casi un 10% de la Fuerza Armada. Estamos en el flanco Este de la OTAN, en el Sahel y Oriente Medio; estamos en el Mediterráneo, en el Atlántico y en misión científica en la Antártida. Y aquí entra el tercer pilar que me ayudó a levantar mi "cultura de defensa": el compromiso.
El compromiso del sector para con la defensa nacional y con nuestros socios europeos y aliados internacionales. El compromiso de entender que sostenemos un pacto de defensa mutua donde, esta vez sí, la unión es la que nos da la fuerza.
Los riesgos son compartidos y hay que mirar más allá de nuestras fronteras. Tenemos aliados y socios en varias latitudes geográficas e ideológicas del mundo y hay que estar preparados para ello. Es una soberanía (esa soberanía operativa, tecnológica e industrial) compartida con Europa, es una disuasión colectiva y es un compromiso nacional.
Soberanía, disuasión, compromiso. Para que lo entendamos mejor podemos llamarle SODICOM. Una vez que tengamos esto claro, empecemos a agregar todas las siglas que sean necesarias.
En El Confidencial, hemos invitado a la audiencia a que nos acompañe en este primer año de recorrido, para conocer más a fondo el trabajo de nuestras Fuerzas Armadas, el estado y perspectivas de la industria nacional de defensa y cómo se conecta nuestra realidad con el panorama más amplio, europeo e internacional. Lo que los anglosajones llaman the big picture.
También hemos buscado aportar contexto histórico, análisis críticos, reportajes en profundidad y alguna que otra curiosidad. Lo he hecho —permítanme una línea de agradecimiento— de la mano de nuestros analistas, Juanjo Fernández y Jesús Pérez Triana, con la colaboración una docena de periodistas de la casa y un magnífico equipo creativo y de diseño. El apoyo decidido del director Nacho Cardero y del editor, José Antonio Sánchez, que han considerado este proyecto estratégico desde su lanzamiento.
Hemos tenido la suerte de encontrarnos muchos aliados por el camino. La ciudad de Córdoba y la Junta de Andalucía, que están apostando fuerte por establecer un cinturón industrial de defensa en el sur; a la propia industria de defensa (Airbus, Indra, ITP, LLYC, Oesía, Santa Bárbara, Urovesa, GAM), sin cuya ayuda esto no habría sido posible. A Reti, Tedae, Isdefe, Hispasat. A las Fuerzas Armadas, al Ministerio de Industria y al Ministerio de Defensa. Y a nuestros moderadores. Todo un despliegue mancomunado con un mismo objetivo. Construir esa cultura de defensa con pilares sólidos sobre los que sustentar un proyecto de defensa nacional estratégico y de Estado.
Voluntad de superar
Cuando comenzamos a organizar este evento, alguien me llamó la atención sobre la idoneidad del título elegido: Desafíos Defensa.
"Lo que va a entender la gente es que son problemas. Y nadie quiere oír hablar de problemas", me dijo con mucho tino.
Y es cierto. Los desafíos son, al fin y al cabo, problemas. Pero, creo, hay una gran diferencia. Los desafíos son problemas que tenemos la voluntad de superar. No son situaciones inamovibles en torno a las que lamentarnos. Y sí, hay desafíos. Muchos. Industriales, laborales, tecnológicos y operativos. Pero aquí no ha venido nadie a quejarse, sino a proponer soluciones. Pero creo que si algo hemos aprendido en el foro de hoy en Córdoba es nuestra clara determinación a enfrentarlos.
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