Todo pasa. Hasta la conmoción de que un exministro y exsecretario de Organización deje el grupo parlamentario socialista y se vaya al mixto. Solo ha transcurrido un día y la tensión interna es algo menor. Y la razón es que José Luis Ábalos ha rebajado sustancialmente el tono de sus críticas y sus amenazas contra el PSOE. La dirección tenía garantías de que no iba a acudir esta semana al pleno del Congreso, pero su peregrinaje por los medios de comunicación estaba más fuera de control.
Su discurso se ha moderado en el fondo y en las formas. De asegurar en su comparecencia que no iba a aceptar preguntas aunque tiene "muchas respuestas" a defender ayer que "no hay manta de la que tirar", ni el cuerpo le pide contar cosas ni menos aún es una bomba de relojería para Pedro Sánchez, según defendió en Onda Cero. Su explosión del martes ha quedado reducida solo a un estruendoso ruido. No tiene propósito de venganza y hasta a él mismo le cuesta aceptar que ha dejado el grupo socialista y se ha ido al mixto, cuando se levanta por la mañana.
Por eso, más allá de este estropicio, de que sus compañeros ahora serán los cuatro diputados de Podemos escindidos de Sumar, la parlamentaria de Coalición Canaria y el del BNG, no quiere ser "un problema" y seguirá las orientaciones de voto del PSOE. El terrible peligro que Ábalos representa para los socialistas por haber sido responsable de Organización o la necesidad de negociar su apoyo en cada votación ha quedado diluido.
Él mismo reconoce el "desgarro" para el conjunto del partido. "Las personas pasamos, lo que importa es el proyecto político". Ni se declara ya abanderado de la militancia ni asegura que permanece en el escaño para que los que pretenden "echarle a la calle por la puerta de atrás tengan que mirarme a la cara". "Todos podemos hacer un curso de malo, pero no tengo ninguna necesidad", dijo.
Todo apunta a una convivencia mucho más pacífica de lo que podría pensarse tras su incendiaria comparecencia. La crisis no se acaba ni en lo político ni en lo judicial. Ábalos cohabitará con sus antiguos compañeros de filas. Y con la investigación abierta, el desgaste por las comisiones presuntamente percibidas en los contratos de mascarillas por el asesor del exministro Koldo García Izaguirre y otras personas vinculadas a él proseguirá.
Pero ni Ábalos ni la dirección del PSOE muestran intención de hacerse daño. Durante estas últimas horas se han reducido al mínimo las declaraciones. Y el secretario de Organización, Santos Cerdán, la persona que durante estos días ha negociado con su antecesor para que se aviniera a dejar el escaño por su "responsabilidad política" en el caso Koldo, se ha limitado a decir que el partido ya ha hablado a través de la apertura de un expediente disciplinario y de la suspensión cautelar de militancia.
Cerdán no ha reaccionado a las palabras de Ábalos que le señalan como la persona que le recomendó a Koldo García para trabajar como chófer cuando era el número tres del partido. E incluso ayer la vicepresidenta primera y vicesecretaria general de PSOE, María Jesús Montero, pese a admitir el "dolor" de su decisión de marcharse al grupo mixto, aseguró: "No tengo ninguna duda de que va a apoyar todas las iniciativas del Gobierno".
Aunque no de manera acordada, sí se puede apuntar a un pacto de no agresión. Fuentes del Ejecutivo atribuyen únicamente la presencia de Ábalos en los medios a un intento de explicar el paso que ha dado y que él justifica en la defensa de su honor, que su propio partido, al reclamarle el escaño, había puesto en cuestión. La crisis se produce, según Ábalos, "porque no estaba aceptado irme sin más". Pero el Gobierno no le percibe como una amenaza. "Miedo, ninguno", destacan.
Ha recibido "muchas ofertas" de trabajo
Sus compañeros de partido consideran que si no ha renunciado al acta es para mantener el aforamiento, por si al final acaba investigado que solo sea competente el Tribunal Supremo y también para mantener esta protección y no exponerse a ninguna querella contra él, admitida sin más por cualquier juez. Además, creen que concurren motivos económicos, la necesidad de mantener un sueldo todos los meses. Ambos se sumarían a la rabia de que hayan querido quitárselo de encima en apenas unos días.
Pero Ábalos sostiene que a él trabajo no le falta y que ha recibido "muchas ofertas". "Yo he sido ministro, cualquier exministro es siempre interesante para cualquier empresa", declaró. "Se gana menos en el Congreso". A pesar de todas estas opciones laborales, su intención, acordada ya con Ferraz, era formar parte de la candidatura en las europeas. Hasta que el caso Koldo lo ha hecho naufragar.
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