La salida de Ernest Maragall, líder de ERC, de la ecuación municipal de Barcelona ha abierto un nuevo abanico de posibilidades políticas. Elisenda Alamany, que ha tomado las riendas republicanas en el ayuntamiento de la ciudad, ha reconducido las relaciones con el PSC y está cerca de un pacto de legislatura con el alcalde socialista, Jaume Collboni. “La situación no solo se ha normalizado, sino que las relaciones se han intensificado”, reconocen fuentes locales.
Con ese acercamiento, quien presiona ahora es Ada Colau, líder de Barcelona en Comú (BeC) y anterior alcaldesa. La estrategia pasa por desgastar en lo posible a Collboni, boicotear sus contactos con el posconvergente Xavier Trias, al mando de JxCAT, y urgir un pacto de “izquierdas”. El pressing Collboni de los comunes tuvo su momento álgido este lunes, cuando Colau afirmó en una entrevista en la Cadena SER que ve inminente un acuerdo tripartito entre PSC, ERC y BeC en el Ayuntamiento de Barcelona. “No ha de ser difícil si hay voluntad política de hacerlo”, aseguró.
Para ello, subrayó que la señal positiva de que puede haber tripartito es que se han desbloqueado las conversaciones entre PSC y ERC. Ese desbloqueo, en realidad, solo dependía de la presencia de Ernest Maragall: mientras estuviera en el ayuntamiento como líder de ERC, sería imposible un pacto con el PSC, el partido del que él provenía. Una vez jubilado de la política municipal, el camino ha quedado abierto para retomar relaciones.
Raquel Sans, portavoz municipal de ERC, sacó los tanques contra la líder de los comunes. “No tuvo el mismo interés por un Gobierno de izquierdas en la anterior legislatura”, atizó la republicana, recordando que en aquella ocasión Colau no quiso pactar con ERC, que la había superado en votos y tenía un concejal más. En esa ocasión, no sondeó ningún Gobierno de izquierdas, en el que el alcalde debería haber sido Ernest Maragall, por ser el más votado.
En cambio, la de Barcelona en Comú pactó con el PSC y se aprovechó de los concejales de Manuel Valls, que rompió el grupo de Ciudadanos para darle a Colau la mayoría absoluta y evitar que Maragall, líder de un partido independentista, fuese alcalde.
Una carta muy personal
Una fuente socialista afirma que, con sus palabras, Colau solo pretende presionar a Collboni. Un dirigente señala que “en el Ayuntamiento de Barcelona hay gente que es un problema. Ernest Maragall fue un problema. Colau es otro problema. Ella juega una carta muy personal. Lo malo es que fue alcaldesa y va a estar herida siempre porque la hemos desalojado”.
Las relaciones entre la exalcaldesa y Collboni dejan mucho que desear. De hecho, la sola presencia de la exalcaldesa hace más difícil un pacto. Hay, además, un componente personal: Colau no se ve ahora sometida a las órdenes de un alcalde que estuvo bajo sus órdenes en la anterior legislatura y que, además, jamás la contradijo en público, manteniendo un savoir faire y una lealtad institucional que incluso llegó a levantar críticas dentro del PSC.
Ella tiene la lengua muy afilada al hablar de los socialistas. “Collboni ha tenido a la ciudad esperando siete meses. No tenemos presupuestos y eso quiere decir recortes”, le arreó en su entrevista radiofónica. En las filas del PSC no se quedan atrás: “Colau lleva seis meses de reprobaciones, de manifestaciones y de críticas. ¿Por qué le entra tanta prisa en estos momentos para que se haga un Gobierno tripartito municipal?”, pregunta un dirigente socialista.
El futuro incierto de Colau
La clave de la situación está en el futuro político de Colau. En casi todos los círculos políticos no se ve a la exalcaldesa como subordinada de Jaume Collboni en el consistorio. “Colau ha de encontrar su sitio en la política, pero cuando habla de su futuro nadie se cree nada, porque ha prometido tantas cosas que luego no ha cumplido que ya ha agotado la paciencia de la gente. Ella quiere controlar hasta el milímetro las negociaciones con el PSC para entrar en el Gobierno municipal. Otra cosa es que luego ella sea parte de ese Gobierno.
En algunos sectores, se comenta que puede ir de cabeza de lista de Sumar en las europeas de esta primavera, pero ella desmiente que se vaya a presentar. "Lo que tememos es que esté tratando de atar los acuerdos en Barcelona para decidir su futuro y, si encarrila el pacto de gobierno y la entrada en el equipo municipal, puede dar el salto a Bruselas", dice un cargo municipal.
Una fuente del círculo cercano de la exalcaldesa explica a El Confidencial que “a nosotros nos ha dicho que no quiere ir fuera de Barcelona porque tiene dos hijos pequeños y quiere estar cerca de ellos para ver cómo crecen”.
El tripartito que viene
Pero la exalcaldesa dijo algo más profundo en su entrevista: “El tema central es que haya un tripartito en Barcelona. Y a lo mejor, si hay un acuerdo tripartito en Barcelona, tal y como hemos defendido siempre, quizá conseguimos también facilitar que pueda haber un tripartito en la Generalitat. Barcelona es una ciudad de izquierdas en un país mayoritariamente de izquierdas y, por tanto, que pueda haber acuerdo entre las fuerzas progresistas es lo más deseable y nosotros siempre trabajaremos a favor de esto”.
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Antonio Fernández
Esta afirmación es aún política-ficción, entre otras cosas porque el resultado de las elecciones autonómicas es una incógnita. “Este no es un elemento nuevo, sino que lo lleva en su discurso desde antes de las elecciones autonómicas del 14 de febrero de 2021. Forma parte del relato de los comunes desde hace casi tres años. Lo que intenta es poner la pelota en el tejado de otros”, afirma a El Confidencial un cargo socialista. Echan en cara a Colau su activismo antisocialista y la pretensión, en cada acto de los comunes, de desgastar al PSC. Y critican que quiera jugar con futuribles. “Esto va a dar muchas vueltas. Cuando haya elecciones, y con los resultados en la mano, habrá que buscar alianzas, pero hasta entonces no podemos adelantar nada”, dice otro dirigente socialista.
También explican en las filas del PSC que “nosotros siempre apostaremos por un Gobierno de progreso: es decir, por un Gobierno donde esté el PSC”. Le echan en cara a la exalcaldesa el afán por entrar en la Administración. “Cuando se rompió el Govern y Junts abandonó a ERC, llegaron a convocar una reunión extraordinaria de los comunes para afrontar una eventual entrada en un bipartito con ERC, cuando los republicanos ni siquiera los habían invitado. De la misma manera, ahora, existe una prisa enorme para entrar en el Gobierno municipal con un tripartito, cuando el PSC está hablando con todos los posibles socios, incluyendo a Junts”.
Cuentas pendientes
Los de ERC tienen cuentas pendientes con Colau y no se lo van a poner fácil a la lideresa. La jugada que le hizo a Ernest Maragall en 2019, cuando este había ganado las elecciones, no es fácil de olvidar y los republicanos no moverán un dedo por la líder de los comunes: al contrario, si pueden, le apretarán las clavijas. “Puede llamar a formar todos los gobiernos tripartitos que quiera, pero ella juega a su conveniencia. Es paradójico que ahora le interese mucho un Gobierno progresista en Barcelona cuando en 2019 no quiso ni tantearlo porque se veía con votos para ser alcaldesa al margen de ERC. Pues ahora que no llore”, dice una fuente republicana a El Confidencial.
Los hombres de Trias son los que preocupan a Colau. La exalcaldesa insiste en calificar la ciudad de Barcelona “de izquierdas” para abortar un posible pacto de PSC con Junts, a quien tacha de fuerza de derechas. Las únicas bazas con que cuenta para hacer naufragar las conversaciones con Trias son la dialéctica y las movilizaciones constantes de los comunes, que semana sí y semana también organizan manifestaciones para protestar contra las políticas de Collboni. Así, mientras en la calle da palos al socialista, en los despachos pide gobernar con él.
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