Los principales partidos catalanes deshojan la margarita para conformar un pacto de gobierno en el Ayuntamiento de Barcelona, con Jaume Collboni como alcalde. Desde hace semanas, existen negociaciones para tratar de llegar a un acuerdo con Collboni, que calibra los posicionamientos de cada uno antes de tomar una decisión. El PSC no tiene un socio preferente, todo depende de cómo se encaren las conversaciones que se han iniciado con Junts per Catalunya (JxCAT), ERC y los comunes. Se trata de un sudoku político al que, a juicio de los socialistas, le faltan algunos elementos para acabar de tomar la decisión final.
"Existen conversaciones con los tres principales partidos de la oposición, pero por separado. La cosa no es inminente, porque hay margen de negociación", explican a El Confidencial fuentes cercanas a las negociaciones. Lo cierto, no obstante, es que las tres fuerzas opositoras presionan a Collboni para que se decante en un sentido o en otro. "Todos presionan para ser el socio preferente, aunque un eventual acuerdo está aún lejos", explican las fuentes consultadas.
Otra fuente asegura que "las conversaciones que había se paralizaron con motivo de las fiestas navideñas, por lo que no habrá nada inminente. Todos tienen interés en entrar en el Gobierno municipal, pero hemos de ir poco a poco con este tema". Uno de los partidos que tiene posibilidades es JxCAT. "Evidentemente que tenemos conversaciones. Cuando a Collboni le tumbaron las ordenanzas fiscales y no pudo aprobar los presupuestos de este año, dijo que entendía el mensaje. A partir de ahí, se ha visto varias veces con Xavier Trias. Han sido conversaciones, pero no se ha llegado a ningún tipo de acuerdo porque Collboni no se decide", explican a este diario fuentes de la formación independentista.
Las negociaciones que pactaron Trias y Collboni tienen una doble vía: por un lado, una negociación específica para aprobar unos presupuestos para 2024. Por parte de Junts, ha cogido las riendas de esta negociación el exeurodiputado y exconsejero Ramon Tremosa. Por parte del PSC, el concejal Jordi Valls. La otra línea de negociación es una mesa para abordar la gobernabilidad de la ciudad, los programas de ambos partidos y el cartapacio. Estas dos líneas de negociaciones, puestas en marcha en este mes de diciembre, quedaron paralizadas con motivo de las fiestas navideñas.
Paralelamente, la mano derecha de Trias, Jordi Martí, pactó con el concejal socialista y teniente de alcalde, Albert Batlle, las líneas generales de la seguridad en Barcelona. La última encuesta sacaba a relucir que la sensación de inseguridad de la ciudadanía se había disparado el último año y era necesario un golpe de timón en esta materia. "Se pactaron las líneas maestras de la seguridad. En este tema hay que empezar de nuevo, porque las políticas de Colau fracasaron. Se trata de recuperar el sentido común. Por eso acordamos con el PSC una proposición que fue aprobada en comisión", explican las fuentes.
Desmontar el colauismo
"Nosotros lo que queremos es que la ciudad funcione. Siempre hemos ocupado un espacio político con la voluntad de gobernar para todos, defendiendo el interés general. La etapa de Colau se caracterizó porque lo que hizo fue ajustar cuentas y gobernar para los suyos y contra todos los demás. Su estrategia era dividir y confrontar. Nosotros pensamos lo contrario: queremos una comunión entre la sociedad civil y la Administración", dicen en Junts. Y añaden: "Colau ha estado ocho años dando patadas, ha creado una ciudad de enfadados. Ocho años en los que solo señalaban culpables. Ahora hay que volver al camino de la cooperación y hacer que la economía funcione". Se trataría, en cierto modo, de desmontar el colauismo.
Los posconvergentes tienen algunos puntos importantes en común con los socialistas. Coinciden en temas de movilidad, de seguridad o de reforma de los interiores de las manzanas de casas, por ejemplo. Desde Junts se critica que "ahora se debería haber aprobado una nueva ordenanza de circulación, pero la prorrogan y la dejan para más adelante. Al parecer, Collboni no se atreve a mover ficha hasta no saber quién será su socio prioritario para esta legislatura", dicen las fuentes.
En Junts se quejan también de que "Collboni no tiene prisa en pactar ni en concretar nada. Quizá sea porque un posible pacto con nosotros le reste a Salvador Illa posibilidades de ganar las próximas autonómicas. Aun así, nuestra idea es continuar las reuniones tras las fiestas, aunque el principio fundamental es que Collboni se decida de una a gobernar con alguien".
A la espera de Colau
En algunos sectores se apunta a que la cautela del socialista se debe a que espera a ver qué pasa con Ada Colau, que aprovecha la menor ocasión para erosionarle y criticarle tanto en público como en privado. Algunos rumores apuntan a que la exalcaldesa no ve factible seguir en el ayuntamiento y menos integrarse dentro del equipo municipal, donde tendría encaje solo como subalterna de Collboni, que en la anterior legislatura fue su teniente de alcalde. "Ada tiene varias opciones: o seguir en el ayuntamiento, o integrar las listas de Sumar en las europeas de este año o pasar a un organismo supranacional que desarrolle políticas locales de cooperación", explican fuentes cercanas a la exalcaldesa.
Según estas fuentes, a Colau no le interesa mucho un cargo lejos de Barcelona por razones familiares, puesto que tiene niños pequeños. Pero tampoco le apetece hacer de segundona del alcalde socialista. Su peculiar situación, de todos modos, ya ha desatado la pugna por el control interno de los comunes y de la oposición municipal: Janet Sanz, que proviene de las filas de ICV, se ha puesto al frente del sector verde para hacerse con el control total de la estrategia de los comunes. Pero el aparato de Barcelona en Comú tiene reticencias sobre el tema y prefiere a la concejala Gemma Tarafa, excomisionada de Salud, como la persona fuerte de los comunes dentro del aparato municipal.
El pulso está servido. Pero todo depende de qué haga finalmente Colau. "Si decide que deja el ayuntamiento, será un alivio para Collboni, que dejará de tener a su exjefa pisándole los callos cada día. Con ella fuera de plano, sería mucho más fácil integrar a los comunes dentro el organigrama municipal. No es de descartar que la parsimonia en encontrar un socio preferente se deba a que Collboni quiere saber antes qué hará Colau para decidir si integra a los comunes o no en su equipo de gobierno", explican las fuentes. Eso significaría alargar la indecisión del alcalde, como mínimo, varias semanas o incluso un par de meses.
Pero, con el pacto de izquierdas, los comunes se asegurarían de que las principales líneas estratégicas e ideológicas que pusieron en marcha las dos legislaturas anteriores no sean desmanteladas: entre otras cuestiones, quieren mantener las polémicas superillas (zonas reurbanizadas con tráfico restringido), las estrategias antiturismo o la lucha contra el automóvil.
En esta negociación multilateral, ERC es la tercera en discordia y, una vez fuera del equipo municipal el exsocialista Ernest Maragall, podría ser más fácil llegar a acuerdos. Aunque los republicanos solo tienen cinco concejales, podrían hacerle la vida mucho más fácil a Collboni. En esta tesitura, vuelve a aflorar el fantasma de un tripartito en la capital catalana, una posibilidad lejana, pero no descartable en absoluto. "Cosas más extrañas se han visto. En la Diputación de Barcelona, ERC aceptó pactar con el PSC el 24 de julio, al día siguiente de las elecciones generales. Y lo hicieron sin oponerse rojos. Si ahora conviene, lo harán de nuevo", vaticinan desde Junts. Todo está, pues, en el aire.
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