PSOE y Junts encaran una reunión clandestina en Suiza con las expectativas a la baja

PSOE y Junts encaran una reunión clandestina en Suiza con las expectativas a la baja

El PSOE y JxCAT viajan a Ginebra (Suiza) con las expectativas a la baja para su primera reunión, que avanzó esta semana El Confidencial, bajo el manto de un equipo de verificadores internacionales especializados en mediar en conflictos, según apuntan fuentes políticas conocedoras de los contactos entre ambas formaciones. La obsesión de los participantes es el secreto y que no haya fotos ni imágenes de la cita. Una condición que también viene impuesta por el equipo de mediadores.

Carles Puigdemont, del que JxCAT siempre dijo que participaría en las negociaciones, ha publicado un post en Instagram que no augura un buen resultado para este primer encuentro. Al menos en teoría. El expresidente habla de la debilidad de España y de un intento de golpe de Estado de los jueces, a los que compara con el general Pavía. No parece el mejor prólogo para una reunión fructífera. Puigdemont viaja a Ginebra. Le acompañarán la portavoz de JxCAT en el Congreso, Míriam Nogueras y el secretario general del partido, Jordi Turull. Por el lado socialista estará el secretario de organización de la formación, Santos Cerdán, que ha asumido la interlocución.

El centro Henry Durant ni confirma ni desmiente que forme parte del equipo de verificación de esta reunión, como se ha publicado en varios medios. JxCAT no hace comentarios al respecto y el PSOE lo niega y explicita que "no está cerrado". A última hora de este viernes, los dos partidos no habían acordado cómo comunicarán esta primera reunión después de la investidura de Pedro Sánchez o si explicarán algo, otra señal de que no se esperan grandes resultados.

Para preservar el secreto, el verificador ha impuesto un protocolo severo, de manera que los participantes solo sabrán dónde han de verse en el último minuto. Hay que entender que esta metodología es la habitual para conflictos armados. Pero nada más lejos de la situación real en Cataluña, donde el grueso de la ciudadanía ha desconectado absolutamente y no están ni en contra ni a favor de la amnistía. Los dos partidos anunciaron a bombo y platillo que iban a reunirse fuera de España cuando firmaron el acuerdo de investidura, pero no han dado muchos más detalles. Aunque a los socialistas comienza a pesarles esta opacidad, ya que, por mucho que se empeñen en transmitir que es una cita entre partidos, Ferraz es indisoluble del Gobierno.

Herramienta equivocada

PSOE y Junts acordaron "dotarse de un mecanismo entre ambas organizaciones, internacional, que tenga las funciones de acompañar, verificar y realizar seguimiento de todo el proceso de negociación y de los acuerdos entre ambas formaciones a los que se llegue". También con un "mecanismo de acompañamiento, verificación y seguimiento del que se han dotado, que desarrollará la negociación entre las partes. En ese espacio se negociará, se acordará y se abordarán los disensos, así como las disfunciones que surjan en el desarrollo de los acuerdos", tal y como anunciaba de manera literal el pacto.

JxCAT necesitaba airear que había conseguido algo más que la amnistía. Pero eso puso todo el foco en una negociación que desde el partido de Puigdemont siempre se colocó a un nivel superior al de la mesa de diálogo que impulsan Pere Aragonès y Pedro Sánchez.

Los verificadores quieren discreción, pero JxCAT necesita publicitar los encuentros

Pero vocear la existencia de las negociaciones no es congruente con el anonimato que precisa un verificador o un equipo de mediadores. La realidad es que poco se puede pactar en Ginebra, a excepción de cuestiones que tengan que ver con la metodología o el calendario de reuniones. De hecho, fuentes socialistas aseguran que los primeros encuentros se dedicarán exclusivamente a eso. Pero para JxCAT, el objetivo no es acabar el conflicto, sino prolongarlo, porque no se trata de un choque armado, sino de una crisis política que además ellos tienen que explotar de cara a las elecciones a la Generalitat, previstas para febrero de 2025, si Aragonès no las adelanta.

A partir de 2025, es probable que JxCAT y ERC, en su encarnizada batalla por la hegemonía independentista, busquen distanciarse del PSOE y desestabilizar al Gobierno como tarjeta de presentación ante sus votantes. Como ya dijo el ministro de Presidencia y Justicia, Félix Bolaños, "cuando haya acuerdos se explicarán". El que mañana no vaya a detallarse nada es que ninguna parte prevé que se cierren pactos de ningún tipo. La Moncloa no oculta en privado que su propósito es alargar la negociación al máximo.

La figura del portavoz

La previsión es que, próximamente, incluso este fin de semana, se haga público el nombre del portavoz que explicará cómo evolucionan las conversaciones. Será la única novedad que se producirá cuando todo haya pasado. En todo caso, hay dudas de que los temas que se señalaron en el documento del pacto de investidura se puedan negociar en una mesa así, como es el caso de "una modificación de la LOFCA [Financiación de las Comunidades Autónomas] que establezca una cláusula de excepción de Cataluña que reconozca la singularidad en la que se organiza el sistema institucional de la Generalitat y que facilite la cesión del 100% de todos los tributos que se pagan en Cataluña".

Una cuestión de este calado pasa por el Parlament y el Congreso y necesita también a la Generalitat. Una mesa entre dos partidos no parece el foro idóneo para algo así, por mucha verificación internacional secreta que se use para intermediar las conversaciones.



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