El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, ha cesado al hasta ahora Director Adjunto Operativo (DAO) de la Guardia Civil, el teniente general Pablo Salas, y ha designado para sustituirlo al teniente general Manuel Llamas. La elección tiene vocación continuista e intensas connotaciones políticas, según fuentes internas del cuerpo.
Salas cumplió el pasado mes 65 años, la edad de retiro en el Instituto Armado. La limitación sólo excluye, precisamente, al teniente general que ocupa el puesto de DAO. Pero Marlaska ha considerado que, con la legislatura recién iniciada, no tenía sentido prorrogar su mandato al frente de un puesto clave en la institución, el de mayor rango ocupado por un uniformado, sólo un escalón por debajo de la Dirección General de la Guardia Civil.
El nombramiento de Llamas no ha causado sorpresa. El nuevo DAO ya fue ascendido por el Gobierno a jefe del Mando de Personal el pasado julio, sólo unos días antes de las elecciones generales del 23-J. Previamente, ejerció de jefe de gabinete de la exdirectora general de la Guardia Civil María Gámez, que presentó su dimisión después de que su marido se viera envuelto en el caso de los ERE de Andalucía.
Marlaska, que acaba de ser confirmado en el cargo por Pedro Sánchez con el objetivo de lograr un control absoluto de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, ha decidido apostar por otro teniente general de su confianza. Llamas también cumplirá 65 años el próximo abril, por lo que no puede considerarse un relevo natural. De agotar la legislatura, lo hará habiendo superado la edad de jubilación ya en los primeros meses de su mandato.
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EFE
En realidad, la elección de Llamas era un secreto a voces. Cuando Gámez compareció el pasado marzo para anunciar su renuncia al cargo por la imputación de su marido, obligó a la cúpula de la Guardia Civil a posar con ella, ante los medios de comunicación, vistiendo el uniforme del cuerpo.
Aquella fotografía fue duramente criticada en el seno de la institución. No se entendió que los tenientes generales se prestaran a una instrumentalización política de la imagen de la Guardia Civil para revestir de honradez u oficialidad una dimisión por corrupción. Uno de los que salió justo detrás de Gámez fue Salas. Al otro costado apareció Llamas.
La época de Salas tiene algunos claroscuros. Desde su llegada en 2020, en pleno escándalo por el cese ilegal del coronel Diego Pérez de los Cobos, la Guardia Civil ha cedido las competencias de Tráfico en Navarra a la Policía Foral y las de Vigilancia Marítima en Cataluña a los Mossos d'Esquadra; fue destituido sólo un mes después de su nombramiento, por razones políticas, el coronel de Melilla y se han aplicado dudosos criterios para decidir los ascensos a general.
Llamas pasó por la Unidad Central Operativa (UCO), la unidad especializada en la lucha contra corrupción y la delincuencia a gran escala, y se forjó como Guardia Civil en la lucha contra ETA en destinos en País Vasco y Navarra. También es especialista en terrorismo islamista y ha colaborado en misiones de formación de cuerpos de seguridad de terceros países.
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