Portugal lleva 54 años buscando una ubicación apropiada para construir el nuevo aeropuerto internacional de Lisboa, que remedie las deficiencias del actual, que este año ha vuelto a ser considerado uno de los peores del mundo, según la clasificación divulgada hace unas semanas por AirHelp, una organización internacional de defensa de los derechos de los pasajeros que comparó 194 terminales. Pero el Humberto Delgado es también uno de los más rentables de Europa, lo que ha permitido a la empresa francesa Vinci, que se hizo con la concesión de todos los aeropuertos portugueses en 2012, amortizar en la primera década lo que había invertido en la operación (1.200 millones de euros por cincuenta años de gestión).
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