Médicos sin Fronteras denuncia las condiciones y la violencia a la que se enfrentan los inmigrantes en esta ruta.
Atravesar la selva del Darién, un extenso territorio de 5.000 kilómetros cuadrados en la frontera entre Colombia y Panamá, se ha convertido en la peor pesadilla para quienes abandonan su hogar en Latinoamérica en busca de una mejor vida. Según los últimos datos de Médicos sin Fronteras, hasta 500.000 personas han cruzado por esta zona en 2023 con la idea de llegar a Estados Unidos, una cifra que ha duplicado incluso los registros de 2022, que a su vez ya doblaron los números de 2021.
Las organizaciones humanitarias hablan ya de "crisis sin precedentes" para un territorio en el que, además de los riesgos asociados a la selva, muchos de los que se aventuran a recorrerlo se ven obligados a sufrir todo tipo de vejaciones por parte de los grupos criminales que controlan el lugar, desde abusos sexuales hasta secuestros.
"Es lo peor que he tenido que vivir en mi vida, no se lo deseo a nadie", expresa Keiber Bastidas a los servicios de Médicos sin Fronteras que le atendieron tras conseguir salir de la selva. Este venezolano de 26 años hizo el recorrido junto a su esposa y sus dos hijos. Los cuatro consiguieron atravesar finalmente el Darién y salir con vida, pero atrás dejaron cinco días luchando contra decenas de obstáculos: "Es una experiencia inolvidable, si uno cae ahí, muere. Mi esposa no sabe nadar y lloraba cada vez que había que cruzar un río. Pensábamos que iba a ser un poquito más fácil, pero de verdad que es muy difícil".
A su paso, como cuenta Bastidas, los elementos se suceden uno detrás de otro: ríos que hay que cruzar a contracorriente, fangos de barro, pendientes inclinadas, precipicios, etc. "Estuve a punto de caerme con mi niño en brazos y veía como se caía la gente", detalla este joven sobre lo que vivieron en medio de la selva. "Hay una parte donde hay un tronco muy grueso en medio del río, es un tronco gigante, y al otro lado cae una cascada. La gente tiene que lanzarse y agarrarse con cuidado para pasar. Algunos pasaban y se resbalaban; justo después de nosotros murió un señor", continúa
Tanto él como su familia pudieron salir sin ser víctimas del crimen organizado, pero afirman que hubo varios grupos junto a ellos a los que sí atacaron. "Yo no volvería a pasar por esa selva porque la verdad es que es demasiado fuerte; los niños lloran desesperados", sentencia Bastidas.
"Muchas mujeres han sido violadas"
Su caso es el mismo que el de Nehemías Gutiérrez. También de origen venezolano, con tan solo 23 años ha atravesado durante cuatro días esta extensa selva para poder llegar a Panamá y de ahí seguir hacia el norte. Su familia y él han conseguido salir airosos, pero a su paso han sido testigos de numerosos maltratos: "Robaron a más de 200 personas, incluido mujeres y niños. Les quitaron todo, mochilas, móviles, dinero.... Muchas mujeres han sido violadas, les tocaban sus partes íntimas y las dejaban sin nada".
"Nosotros habíamos pasado por allí justo una hora antes. Si lo hubiéramos hecho en ese momento también nos habrían robado. Habíamos escuchado muchas cosas de que estaban robando y secuestrando, pero gracias a Dios no nos ha pasado nada. Sabíamos que iba a ser peligroso, pero veníamos con un guía al que pagamos que era como nuestro dios", añade.
A los abusos y condiciones del terreno, se les une además el hambre y la sed que han vivido tras duras jornadas caminando sin descanso. Todo para llegar a un destino que, además, "parece todavía inalcanzable". "Nos quedan aún siete largos países por recorrer", indica este joven. Gutiérrez espera poder llegar pronto a la frontera con Estados Unidos, aunque considera incluso toda una hazaña el punto en el que se encuentra: "No todos lo logran".
La mayoría proceden de Venezuela
El viaje de Bastidas y Gutiérrez es el mismo que el de otros miles de inmigrantes que a esta selva llegan ya totalmente exhaustos. Lo hacen tras haber recorrido previamente miles de kilómetros desde sus países de origen. Según las asociaciones humanitarias, la gran mayoría proceden de Venezuela, aunque también se han disparado en los últimos años las cifras de ecuatorianos o haitianos, que, aunque se establecen también en otros países de Sudamérica, se ven obligados a abandonarlos por la crisis económica.
"Es un paso internacional en el que hay mucha de... {getToc} $title={Tabla de Contenidos}