Este año he acudido por primera vez a la gala de entrega de los premios del diario deportivo As. La idea surgió cenando con Ona Carbonell, su maravilloso marido Pablo Ibáñez, y sus dos pequeños hijos, Theo y Kai, mientras enfrentaban el llanto intermitente de uno y las preguntas del otro. En la gala tuve que repetir varias veces esta historia siempre que preguntaban qué hacía allí. El mundo deportivo aún desprende señales de educación machista. Pero no iba a pelear eso en mi primera vez. Descubrí que futbolistas famosos y talentosos, como Griezmann, son menos guapos al natural, nadie nos esperamos un héroe bajito. El bajoncito fue superado por la caballerosa amabilidad de Álvaro Morata y con la aparición del piragüista gallego Cristian Toro, sentí que me había tocado la lotería. Empecé llamándolo por su apellido hasta que caí en cuenta y le sonsaqué su nombre. Cristian me informó de que había nacido en la isla Margarita, en Venezuela, de madre gallega. Mantuve a flote la conversación preguntando bobadas sobre el piragüismo (¿Se rema con los brazos? “No, en realidad toda la fuerza está en las piernas”. ¿Qué pensáis cuando lleváis kilómetros de recorrido? “Es un gran momento para meditar”. ¿En invierno vais al norte y en verano al sur? “No, Boris, es exactamente al revés”). Y así, como peces en el río, hasta que la entrega de premios nos separó. Carmen Colino, el as del diario As, se mantuvo muy atenta a mí y también a Luka Modric, que sí gana mucho al natural. No tuve reflejos necesarios para regatear un selfie.
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