Se habla mucho sobre a qué daña más la amnistía independentista del Gobierno, si a la Constitución, a la Transición o a la unidad de España. Lamentablemente nadie repara en que el verdadero quebranto se lo han hecho a los mandos intermedios de este país...
No se hagan los locos: ustedes saben perfectamente de qué estoy hablando. ¿Quién no ha sido mando intermedio alguna vez y ha visto a su jefe ponerse de perfil -por cagadas suyas- dejándote a ti al pie de los caballos? Es el día a día en las oficinas españolas: mandos intermedios sin poder a los que se juzgan como si lo tuvieran.
Pues bien: No importa si uno es de izquierdas, de derechas o reptiliano reformista, todos los españoles de bien han empatizado estos días con el drama humano de Santos Cerdán, número tres del PSOE, el mando intermedio socialista que se ha comido el marrón de reunirse, pactar, fotografiarse y vender el pacto con Puigdemont (Puchi para los niños).
Sí, amigos, detrás de todo acuerdo histórico, siempre hay una micro historia traumática detrás. No es difícil imaginar que, el día que decidieron quién se comía el sapo de Puchi, alguien debió gritar en Ferraz: "¡El último que toque esa pared pacta con los indepes!", y Cerdán, al que la estratagema le pilló comiendo un bocadillo, tocó el último la pared.
Entonces, empezó el carrusel de escenificaciones terribles. Primero, vimos a Cerdán y a Puchi reunidos en lo que parecía la sala de espera de un dentista belga, lo que tenía todo el sentido clínico: por la cara que ponía Cerdán cuando le daba la mano a Puigdemont, parecía hacerle tanta ilusión estar ahí como en una colonoscopia. Un tacto rectal en una clínica filipina hubiera sido más placentero, a juzgar por la mirada muerta de Cerdán.
Pero la segunda escena icónica no fue mejor:..
🔴 #ÚLTIMAHORA | Santos Cerdán, secretario de Organización del PSOE, comparece para anunciar el acuerdo con Junts: "Es una oportunidad histórica para resolver un conflicto que solo desde la política puede y debe resolverse" #NegociacionesARV pic.twitter.com/xsVqXvOrBu
— AlRojoVivo (@DebatAlRojoVivo) November 9, 2023
O Cerdán anunciando la amnistía tras unas cortinas cutres como todo refuerzo estético institucional.
Una de dos.
1) O en Bruselas está prohibida la decoración de interiores colorista (cosa no extraña en Burocraciastán).
2) O el Gobierno quería darle baja intensidad institucional al asunto. Suena lógico, pero ¿tenía que ser todo tan pavorosamente gélido? ¿No se podía haber puesto al menos una bandera de Zamunda para dar un mínimo apoyo geopop a Cerdán en su hora más difícil?
"Un tacto rectal en una clínica filipina hubiera sido más placentero, viendo la mirada muerta de Cerdán"
Para acabar de embajonar aún más las cosas, Cerdán explicó la amnistía con la ilusión de un gerente de pompas fúnebres. Se le veía verdaderamente entusiasmado, como si anunciara la muerte por atropello de su periquito o algo peor.
Llegados a este punto, uno duda ya si el fontanero Cerdán, al que nunca habían expuesto en público de esta forma, ha quedado achicharrado de por vida o es el inicio de una legendaria carrera como especialista en escenas y marrones imposibles. ¿Problemas en el reactor 4 de Chernóbil? Mandad a Cerdán. ¿Se ha despeñado un autobús escolar y alguien tiene que dar el pésame? Cerdán. ¿Tu suegro se ha vuelto loco y está disparando por la ventana? Don Santos está en la casa. ¿Hay que ponerle a alguien un enema? Cerdán, Cerdán y Cerdán.
La moraleja de esta historia es contraintuitiva: una España con cargos intermedios dispuestos a engullirse el marrón, es una España irrompible. Los santoscerdames como pegamento de las Españas. Alguien tiene que hacer el trabajo sucio en este país: Santos Cerdán.