El paraíso verde del norte de España que alberga un plan perfecto y refrescante para hacer con amigos y familia

Hay ríos que no solo se cruzan: se viven. El Sella es una promesa de aventura. Una invitación al juego. Un espacio compartido entre el hombre y la naturaleza donde el agua no se impone: te acoge. Y es ahí, entre los paisajes que parecen salidos de una postal mojada por la niebla y el sol, donde se celebra cada verano una de las experiencias más inolvidables del norte peninsular.

El descenso del Sella es algo más que remar entre Arriondas y Ribadesella. Es deslizarse por un escenario de cuento mientras la montaña aplaude en silencio y las canoas se convierten en el medio de transporte de la alegría. El próximo 9 de agosto, volverá a celebrarse la gran cita: miles de personas convertirán el río en una serpiente multicolor.

Imagínate con el chaleco puesto, el remo en las manos y el corazón un poco acelerado. Delante, 15 kilómetros de río (o 7 si prefieres tomártelo con más calma) que serpentean entre bosques, playas fluviales, vacas que pastan al fondo y risas que se cuelan por los meandros.

Y después, lo mejor: la recompensa. Te secas al sol, te ríes de cómo volcaste (o cómo estuviste a punto), y brindas con una sidra en una terraza de Cangas de Onís o Ribadesella.En Asturias no se termina una aventura sin sentarse a la mesa.

Dejar el reloj atrás, seguir el ritmo del agua, mirar alrededor y entender por qué este lugar se llama paraíso natural. Aquí no hay filtros: todo es verde, fresco, auténtico. Desde el primer remo hasta la última ola que rompe junto al puerto.

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Y si decides quedarte unos días más, el norte te abre otros caminos. Subir a los lagos de Covadonga al amanecer, perderte en la Ruta del Cares, escuchar cómo soplan los bufones de Pría o acariciar la calma de Taramundi.

Así que haz las maletas. O mejor: guarda poco. Aquí solo necesitas ropa cómoda, una toalla, unas buenas ganas de mojarte… y, sobre todo, una mirada dispuesta a maravillarse.

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