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El exvicepresidente del Parlamento catalán y exhombre de confianza de Carles Puigdemont, Josep Costa, presentó una denuncia el viernes 23 de junio contra España ante el Comité de Derechos Humanos de la ONU “por las coacciones del Tribunal Constitucional que padecí por defender la soberanía y la inviolabilidad del Parlament del que era vicepresidente”. La denuncia ha sido admitida, según Costa, que es abogado de profesión y letrado en el socialista ayuntamiento de Santa Coloma de Gramenet, donde el PSC goza de una cómoda mayoría absoluta.
De hecho, ya son varias las denuncias similares que Costa presentó ante organismos internacionales, todas relacionadas con las advertencias recibidas por parte del Tribunal Constitucional a la Mesa del Parlament sobre procedimientos que pudiesen vulnerar la legalidad vigente. Para Costa, esas advertencias eran “coacciones” del alto tribunal, que por otro lado es el encargado de examinar la constitucionalidad de cualquier acto o iniciativa.
Entre otras cosas, Costa se sintió coaccionado porque no se dejó que Carles Puigdemont pudiese presentar su candidatura a presidente de la Generalitat mientras estaba huido de la justicia. Lo cierto es que el propio reglamento del Parlament le impedía optar a la investidura, porque esta ha de ser presencial y él estaba huido en Bélgica.
Costa era uno de los ideólogos independentistas que defiende que hay que internacionalizar el 'conflicto catalán' mediante acciones judiciales en instancias internacionales. Fiel a esta máxima, ha presentado insistentemente recursos en los tribunales europeos. Quiso ganar por cansancio y perdió por pasarse de frenada.
Este mes de mayo, sus denuncias por el proceso contra la Mesa del Parlament y su detención durante unas horas (por negarse a acatar a los tribunales) fueron archivadas por el TEDH al considerar que las iniciativas de los jueces españoles se ajustaban a derecho y no conculcaban ningún derecho fundamental. Sus argumentos no convencieron a los magistrados europeos, que también tumbaron las denuncias contra España por espionaje de dirigentes y activistas soberanistas con el programa Pegasus. Costa había presentado una demanda, juntamente con el expresident de la Generalitat Quim Torra, por esta circunstancia, pero ni siquiera fue admitida a trámite.
Más de 30 fallos en contraEn total, ha habido ya más de una treintena de fallos judiciales europeos contrarios a las tesis independentistas, lo que ha creado hartazgo en las instituciones europeas. En una carta del pasado 6 de junio, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) le volvió a advertir. Costa había enviado una carta el pasado 28 de mayo insistiendo en el tema. El 6 de junio, el tribunal europeo le respondía que el tribunal ya había fallado contra su petición y la apelación es definitiva.
El tribunal aseguraba que “en virtud del artículo 35 del Convenio Europeo de Derechos humanos, el tribunal no pudo tramitar ninguna otra solicitud presentada por usted que fuera sustancialmente idéntica a la anterior y que no contuviera información nueva relevante”. Además, le advertía: “Le informo de que el Tribunal y su Secretaría tienen una carga de trabajo muy elevada. Por lo tanto, la Secretaría ya no puede responder a sus cartas ni aceptar llamadas telefónicas suyas”. Un sonoro portazo para las tesis independentistas, proveniente, además, de uno de los tribunales que el soberanismo creía tener en el bolsillo.
Tras ese revés, Costa apela ahora directamente a la ONU, la otra baza internacional en donde se posan los ojos de los independentistas. En diciembre de 2023, ese comité ya había admitido una denuncia de Costa por los mismos motivos y le respondió que había enviado al Estado español la denuncia para que formulase alegaciones. “Las observaciones del Estado sobre el fondo de la comunicación le serán transmitidas a su debido tiempo para que usted pueda formular sus comentarios”.
Es un "francotirador"La demanda no ha tenido más consecuencias y, por eso, Costa vuelve ahora a la carga. “Porque la única batalla que se pierde es la que se abandona, hoy he decidido volver a denunciar ante el Comité de Derechos humanos de la ONU las coacciones del TC”, anunció el viernes. Lo cierto es que la denuncia es similar a la que ha rechazado el TEDH, que ya determinó que la actuación del Constitucional respecto al procés fue correcta.
El secretismo envuelve una nueva cumbre del independentismo radical
Antonio Fernández. Barcelona
Costa es, hoy en día, un francotirador indepe, al estar fuera del círculo de decisión de Puigdemont, que era su principal benefactor hace unos años. Según fuentes de Junts, su intención era que Puigdemont le propusiese como presidente del Parlament en las elecciones de 2021. Pero se encontró con la figura de Laura Borràs, que quería controlar absolutamente toda la estrategia de Junts. Además, como Junts no ganó las elecciones, Borràs no pudo aspirar a ser presidenta de la Generalitat y se tuvo que conformar con la presidencia del Parlament, cerrando el paso a Costa como posible presidenciable. Como las negociaciones no prosperaron, Costa se desentendió de Junts y comenzó una guerra por libre, contando con apoyos puntuales de plataformas y grupúsculos extremistas.
El año pasado, Costa aspiró a presidir la Asamblea Nacional Catalana (ANC), pero le birló el sillón Lluís Llach, el candidato de Puigdemont. Por ello, decidió seguir su particular batalla contra España alejado también de los postulados de Puigdemont y los suyos. Costa se alinea ahora con los críticos de la ANC, que presionan para romper la organización.
En su particular guerra, parece estar solo. De hecho, tiene muy pocos aliados de peso en Cataluña, pero eso no le preocupa, porque para un porcentaje de la población es un referente ideológico (pese a que es balear de nacimiento). Sólo queda una incógnita en su futuro: si encabezará una ‘lista cívica’ que los críticos de la ANC pretenden presentar a las próximas autonómicas.
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