
En microgravedad, las lágrimas no caen por la cara como en la Tierra, motivo por el que llorar en el espacio es posible pero muy incómodo para el astronauta.
En microgravedad, las lágrimas no caen por la cara como en la Tierra, motivo por el que llorar en el espacio es posible pero muy incómodo para el astronauta. Y es que, sin gravedad que las arrastre, el agua de las lágrimas se acumula en el ojo formando una burbuja líquida que no se despega fácilmente y que, al ir creciendo, puede nublar la vista y causar escozor.
El astronauta canadiense Chris Hadfield lo explicó en un divulgativo vídeo que grabó en 2013 desde la Estación Espacial Internacional para la cuenta de Youtube de la Agencia Espacial Canadiense y en el que demostró que, al llorar, el líquido se queda pegado a la piel alrededor del ojo, y para eliminarlo hay que absorberlo con una toalla.
Visiona el vídeo a través del siguiente enlace: https://www.youtube.com/watch?v=P36xhtpw0Lg
Un año después, en 2014, durante una charla TED que ofreció, Chris Hadfield también contó cómo una fuga en su casco le irritó el ojo durante una caminata espacial, y las lágrimas, en lugar de caer, se acumularon, dejándolo temporalmente ciego.
Visiona la charla TED Talk de Chris Hadfield en este enlace: https://www.ted.com/talks/chris_hadfield_what_i_learned_from_going_blind_in_space?subtitle=es
Debemos tener en cuenta que, en el espacio, las emociones no desaparecen, pero los astronautas están entrenados para mantener la calma. Aun así, pueden llorar por motivos físicos: polvo, alergias o irritación. Y cuando eso ocurre, la microgravedad se encarga de recordar que incluso esas pequeñas cosas (como puede ser unas simples lágrimas) pueden ponérselo muy difícil al quedarse pegada en el ojo como una pequeña esfera salada que no va a ninguna parte.